Capítulo 9
Los
minutos, las horas... Los días transcurrieron rápido. Se había acabado. La semana que había pedido
en su empleo para ir hasta Corea, para buscarlo a él, había terminado. El
tiempo simplemente corrió con ligereza, cuando él hubiese querido, por primera
vez, que pasara a paso lento, como un hombre cuando llega a la vejez, y su
andar es lento, demasiado lento.
Los bolsos
y valijas preparados para regresar a Irlanda esperaban en ese apartamento que,
con sentimientos encontrados, regresaba cada anochecer; simplemente porque no
podía permanecer más tiempo en la clínica, porque prácticamente su madre le pedía
a ruegos que se tomara un descanso. Incluso ella había dejado la fundación por
unos días... O por los que hiciesen falta.
SungKyu se
sentía abatido, culpable. Solo si hubiese llegado antes...
Sus ojos
viajaron por toda la habitación de ese hospital. Desde mirar el frasco de suero
donde una gota caía cada treinta segundos, hasta los monitores arriba de esa
camilla, donde las pulsaciones, débiles, pero pulso en fin, se marcaban. Evadía,
a conciencia, el otro frasco, a un lado del suero, que de un bordo oscuro y
espeso se encargaba de pasar sangre a esas venas que de a poco parecían tomar
algo de fuerza. Pero el cuadro del menor seguía sin mejorar. Lo mantenían estable,
pero su estado continuaba siendo reservado. Más allá de sujetarlo a esta vida,
WooHyun no despertaba. Y nadie sabía si realmente lo haría en algún momento. Y
de hacerlo... Las cosas podrían haber cambiado para el moreno.
Observo el
papel que tenía en manos. El pasaje de avión que su madre se había encargado de
sacar con destino a Irlanda. No quería regresar. Pero era consciente que de no
ir, perdería su trabajo. Y no es que le importase demasiado, solo que estaba
sustentando gastos del hospital con su propio dinero. WooHyun estaba solo en
Busan. Min Ji había intentado
comunicarse con los padres de Nam, inclusive los médicos que se ocupaban del muchacho,
pero nadie obtuvo respuesta más que le colgaran el teléfono ni bien mencionaban
el nombre de Nam.
Kim se alejó de la ventana de esa habitación,
y tomo asiento a un lado de la camilla. WooHyun permanecía cubierto hasta el
torso con una sábana blanca; su brazos por encima de esta, con las muñecas
vendadas. El color de su piel seguía macilento, sin embargo, a comparación de cómo
lo encontró aquella vez, ahora su pigmentación parecía tener un poco más de
fuerza. Posiblemente fuese por las trasfusiones que le estaban haciendo.
SungKyu no entendía nada de medicina y ciertamente le molestaba no saber. Quizás
si supiese algo serviría de ayuda, despertaría a WooHyun de ese coma... E intentaría
sacarlo de ese pozo en que cayo.
Tomo una de
las manos del menor entre las suyas. Su pulgar acaricio el dorso, con suavidad,
y con lentitud pasmosa la acerco hasta sus labios y la beso. Sus ojos se
aguaron de nuevo. Las lágrimas cayeron sin tapujos por su rostro, mojando la
mano de WooHyun, y las gotas que no quedaban sobre esa piel, caían sobre las
sabanas.
-¿Cuánto
tiempo más?- Se preguntó para sí mismo, entre cortos gemidos. Llorar es lo que
no quería hacer, pero simplemente debía dejar ir esa angustia de alguna
manera-.WooHyun... Por favor.
Se sorbo su
nariz, dejando caer la mano del menor, y luego recostó su cabeza sobre el brazo
de este, sin dejar de llorar.
-Me estoy
por regresar a Irlanda- dijo-. Te lo ruego, no me dejes ir sin antes ver tus
ojos de nuevo... Por favor, WooHyun.
La puerta
de la habitación se abrió perezosamente. SungKyu no quiso mirar para saber quién
era. Sus ojos solo puestos en el rostro de quien amaba y a quien necesitaba.
-Muchacho...-Llamo
Eun Ji, la vecina de WooHyun-. Su madre lo está esperando abajo.
Kim apretó
las sabanas y ahogando un sollozo, murmuro "Enseguida bajo". Escucho
la puerta cerrarse y segundos después sintió una mano sobre su hombro.
-Lo hará en
su momento, SungKyu. Cuando él decida que está preparado para enfrentar este
mundo nuevamente.
Y sabía que
era cierto, sabía que aunque fuese algo metafórico, WooHyun regresaría cuando
aunara las fuerzas suficientes para encarar la vida otra vez, con todo y sus
defectos. SungKyu se puso de pie; guardo el billete de avión dentro del
bolsillo de su parca. Se acercó hasta el rostro del menor, corriendo algunos
cabellos que tenía sobre la frente, y depósito un beso allí. Contemplo por
largos segundos, los que hubiese querido que fuesen eternos, cada detalle de
ese rostro que permanecía dormido.
-Te estaré
esperando...- Susurro antes de dejar un beso sobre los labios de Nam-. Te amo,
WooHyun.
SungKyu se despidió
de Eun Ji, con un fuerte abrazo y dando las gracias por quedarse, desde aquel
día, haciéndole compañía. La mujer negó con la cabeza, sonriendo, y apurando a
Kim, porque su madre se molestaría.
Abandono el
cuarto, camino por el pasillo del segundo piso, sintiendo que todos a su
alrededor se movían demasiados rápidos y él permanecía quieto. Tenía un gran vacío
en el pecho y se preguntó si WooHyun se había sentido así o peor. <<WooHyun esta solo>> y con
eso llego a la conclusión de que no podía compararse al dolor que había
soportado el menor. Porque él conservaba a su madre, y en Irlanda tenía amigos
que lo esperaban. SungKyu miro a Min Ji, que esperaba a un lado de un taxi,
tranquila, con una sonrisa en los labios, una sonrisa que él sabía que era un
poco forzada, porque ella también sufría; por el divorcio ya puesto en marcha,
por los niños que tenía en el orfanato, por WooHyun, y por él.
Como todo
ser humano, sufría.
-Vamos,
hijo, que perderás el vuelo.
SungKyu asintió.
...
...
Eun Ji se encargó
de acomodar algunas de las cosas de la habitación. No había demasiado, pero en
lo que estaba necesitaba hacer algo. Lo hacía sin perder de vista a WooHyun.
Como si el muchacho fuese a ponerse de pie y salir corriendo.
-Ojala
fuese así.-Se dijo.
Ojala se
levantase y corriera detrás del muchacho de pequeños ojos. Pensó y pensaba seguido. No estaba muy segura,
pero probablemente el cariño que había visto de SungKyu por Nam, había sido lo
suficientemente grande como para cambiar su idea a acerca de aquel tipo de
parejas. Sentía empatía por aquellos jóvenes; por quien permanecía en esa cama
sumergido en un sueño profundo, y por quien se iba en contra de su voluntad.
Se había
vuelto constante, en su mente, la idea de que la vida muchas veces era injusta,
desde aquel día en que todo sucedió. Eun Ji sintió debilidad por un momento, su
vista se empaño y unas pocas lágrimas corrieron por su rostro. Era una mujer
mayor, con toda una vida transcurrida. Tantas caídas, como alzarse nuevamente
sobre ese camino por donde andamos en trecho de nuestras vidas, ella lo habían
experimentado miles de veces. Esta vez no estaba directamente ligada al
problema, pero, aun así, le afectaba.
WooHyun tenía
una pequeña mesa a un lado de la cama, sobre esta había un par de pequeños regalos que SungKyu
y la madre de este iban dejando día tras día. Tarjetas, un jarrón con flores. También
se encontraba un libro que le solían leer al muchacho. Eun Ji lo tomo, y busco
asiento en la silla que una hora atrás
SungKyu había ocupado.
Emprendió
con ánimo la lectura, adentrándose ella misma a la historia que narraba aquel
libro, y así otra hora más transcurrió. Su voz golpeaba en los rincones de
aquella habitación, con ganas de que el menor pudiese realmente escucharla. En
ese lapso una enfermera ingreso a cambiar el frasco de suero de WooHyun.
Intercambiaron un par de palabras y la mujer se retiró con una sonrisa y en
silencio. Eun Ji continúo leyendo. El recuerdo de cuando muchos años atrás ella
le leía a sus nietos, llego a su mente. Esos pequeños momentos pertenecían al
lado bueno de su vida. Hubo realmente malos, pensó. Ensimismada, cuanto podía,
en el libro y en sus pensamientos, Eun Ji demoro en captar aquel sonido, lo
suficientemente fuerte como para igualar el sonido de su voz. Levanto la vista
del libro y otra vez su mundo se sacudió y dio un vuelco.
La mujer corrió
hacia la puerta de la habitación y llamo, a gritos, a algún médico.
...
...
Camino con pastosidad
por la acera. Su cabeza divagando en su hijo, que tristemente se había
marchado, con el semblante abatido y culpable por irse en un momento en que quizás
lo mejor fuese quedarse; en lo poco que lo había visto y disfrutado; en que
ella no sabía cómo hacer para que todo machara sobre riendas. Min Ji había
pedido al taxista que la dejara varias cuadras antes de llegar al centro de salud
donde se encontraba WooHyun. Necesitaba pensar, meditar y exactamente era lo
que estaba haciendo mientras, con la mirada hacia el piso, veía los cambios de colores
y diseño de las baldosas de la acera.
Estaba a
unos pocos metros de la Clínica, y simplemente sin ánimos de llegar. Era
encarar esa realidad que estaba destrozando a SungKyu y, a la vez, a WooHyun.
Nadie tenía la certeza de que el menor fuese a despertar, y de hacerlo, no se sabía
que daños se podrían haber causado por ese intento de suicido. Ciertamente a
WooHyun lo trajeron, inconsciente, a este mundo por apenas un mechón de
cabellos. Palabras propias dichas por uno de los médicos que seguía de cerca el
caso de Nam. Min Ji sintió el fresco
aire de la tarde, rozar su cuello y manos descubiertas por el saco que tenía
puesto. No presto importancia de esto, pero el suceso le hizo recordar lo que
guardaba en uno de los bolsillos de su abrigo.
Una libreta
pequeña, que cabía en una mano, pero con una gran cantidad de hojas... Cada una
escrita por su hijo. SungKyu le había pedido, con voz entre cortada, denotando
ese sufrimiento que apenas lograba disimular, que le entregara la libreta a
WooHyun en cuanto despertara. A pesar de
todo el joven tenía una esperanza confortante y desgarradora, acerca del futuro
del menor. Temía que esas ilusiones que se montaba su hijo, fuese solo eso,
ilusiones. Rogaba porque WooHyun abriera sus ojos pronto, o en algún momento.
Creía que
no era justo tanto sufrimiento, y en parte, muchos de esos días, su consciencia
la atormentaba acusándola por haber dejado ir tan fácil a WooHyun. Por no insistir en que permaneciera
en la fundación, por no ofrecerse ella a darle lugar en su hogar... Porque
creía haberlo abandonado.
Min Ji
ingreso a la clínica, con el mismo paso fatigado y perezoso que venía manteniendo
desde que bajo del taxi. Subió las escaleras, dejando a un lado la opción de
tomar el ascensor. Quería permitirse un trecho más de pensamientos, antes de
llegar a aquel cuarto donde sus miedos cobraban fuerza y parecían
materializarse. Busco la pequeña libreta de SungKyu, y el tiempo que le llevo
sacarla del bolsillo de su abrigo, fue el suficiente para observar el largo
pasillo del segundo piso de ese centro de salud.
Sus ojos ubicaron
la figura anciana de Eun Ji, de pie, delante de la habitación de WooHyun. Inmóvil.
-Disculpe
¿Se encuentra bien?- Pregunto en voz baja, al acercarse a la mujer. Aun no
lograban tomar demasiada confianza, pero Min Ji le agradecía, más de lo que podía
demostrar, a la mayor por estar al lado de SungKyu y de WooHyun.
Eun Ji
volteo a verla en cuanto la escucho, y la menor, de ambas mujeres, hallo
desconsuelo y turbación en el mirar de la otra.
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Que tal? Buen día...
Espero sepan disculpa la demora de mis actualizaciones, simplemente no tengo demasiado tiempo. Trabajo, estudio, y como sabran algunas, soy mamá. Así que bueno... Cada tiempo que me doy, intento escribir algo...
Bueno aquí el penultimo capitulo de este fic. Espero no demorar con el ultimo.
Muchas gracias por leer, y por comentar para quienes lo hacen.
Nos estamos leyendo.
Bye
P/D: Ya estoy poniendo en marcha al siguiente cap de "Culpa de una Fujoshi".