martes, 25 de febrero de 2014

El Trébol de la Luna. Cap 5

Capítulo 5


Jamás había llegado a considerarse una persona adicta al trabajo, que tras un minuto de estar desocupado, buscase algo más que hacer para entretenerse, sin embargo, y más por obligación,  se encontraba ante su laptop, y un libro escrito en inglés sobre el regazo de sus piernas, Traducir cada palabra al idioma Irlandés, tomaba su tiempo, generalmente. Pero esta vez había prometido tener listo el segundo tomo de esa saga, en cinco días. Extra-limitado.  ¿Quién podría ser tan audaz y ágil de terminar un libro de poco más de 300 páginas, en menos de una semana?  No lo sabía, pero el podría ser el primero. Aunque no tenía idea alguna de cómo hacer, cuando su  cabeza solo se permitía pensar en una persona, y en su propio libro. Quien diría que ser escritor, era consumidor de tu vida. Tal vez no en toda la totalidad de la frase, pero a veces uno terminaba encerrado en un mundo de ideas ajenas de la realidad, un mundo inventado, tantas horas que perdía contacto con el resto de lo que lo rodeaba solo por no perder esa chispa de inspiración que se genera. Pero aún más, es que esa chispa podía llegar en cual momento del día.

Sungkyu miro hacia el pasillo que había entre medio de los asientos del avión. La azafata con el típico traje azul, compuesto por la pollera y el chaleco del mismo color, salvo por la camisa blanca de mangas largas que se encontraba debajo del chaleco., se acercaba con un pequeño carrito a ruedas,  con aperitivos para quien lo desease. La observo unos micro segundos, luego regreso la vista a la pantalla de su ordenador. No tenía ganas de seguir escribiendo, tipiar letra por letra. Debía concentrarse, más bien, en qué hacer cuando al fin estuviera delante de Woohyun ¿Qué haría? ¿Qué le diría? y ¿Cómo hacer para volver a estar juntos? De por si el menor se había marchado de su vida, con intenciones o la suposición de no volverse a ver jamás.  Quizás Nam no había tenido en cuenta lo que sin querer género en él. Ese sentimiento de necesidad, de ver ese rostro  cada amanecer como lo hicieron en Doolin...

<<Simplemente perfecto>>

Su madre no era consciente de que iba a camino a Corea, nadie salvo sus amigos de la editorial, que junto a él, tuvieron que exigir demasiado para que se le otorgasen esos escasos días. Esperaba siete, pero su jefe no accedió a "tanto". Solo a cinco y con la condición de tener ese libro completamente traducido, hasta los agradecimientos del autor. Cerró la laptop, y luego hizo lo mismo con el libro dejándolo arriba del ordenador que reposaba sobre ese intento de mesa. Sus ojos viraron hacia un lado, donde se encontraba    la ventanilla. El cielo comenzaba a tomar un color anaranjado entre mezclándose con el blanco esponjoso de las nubes.  Algunos rayos del sol intentando subsistir en el firmamento, pero la luna venia asomando sobre el este, con calma pero igual  acechante. Faltaba poco, y suponía que llegaría a Seúl cerca de las ocho de la noche.

Min Ji comento, que Woohyun sola quedarse hasta las 11 pm, suficiente tiempo para descender del avión y correr en busca de un taxi para que lo llevase hasta la fundación, antes de que el menor se marchase a su hogar. Claro que también existía el riesgo de que o no se encontrarse, o bien, no se tratase de "su" Nam Woohyun. Si, incluso se había mentalizado en que podía llegar a suceder aquello último. ¿Qué pasaba si era así?

-Seguiré buscando- murmuro anhelante, para sí mismo.

Así era. Su paso por corea no sería en vano. Estaría con su madre, pero la idea siempre seria encontrar al joven. Si tenía que dejar su trabajo como un pendiente para después lo haría, y si debía amanecer ante el ordenador, transcribiendo esa historia locamente exagerada de amor entre vampiros y humanos, lo haría, pero no se  marcharía del país hasta que no encontrase a Woohyun, y le diera la posibilidad de expresar sus sentimientos. Incluso de dejar sus propios escritos en manos  del menor, y que el decidiese hacer con ese documento, de pura sinceridad, que reflejaba cada emoción vivida desde que lo conoció, lo que le viniese en ganas.

Sungkyu transcurrió esa larga hora, meditando e imaginando, con los nervios a flor de piel. Casi percibiendo a través del cristal, el futuro encuentro, si es que se daba. Rememorando recuerdos y sensaciones, de los labios de Nam sobre los suyos, hasta el momento en que lo hicieron, en que se volvieron uno y en que se encontró perdido en un limbo  llamado Woohyun.

Desorientado en sus pensamientos, no capto que el ocaso había desaparecido completamente, y que ahora se avistaba una enorme y platinada luna rodeada de estrellas, hasta que la voz elegante de una mujer se escuchó por el alta voz de la primera sala.

-Señores pasajeros, le recomendamos abrocharse los cinturones. Estamos por descender a nuestro destino...

Escucho el nombre del aeropuerto internacional, un par de indicaciones más, y se finalizó el comunicado. El barullo de los pasajeros se alzó en el aire. Sus manos viajaron solas en busca del cinturón, sin una orden impuesta por parte de él, y su mente no podía más que cavilar un torrente de imágenes, sin si quiera poder controlar el paso acelerado de su corazón.

...
...

-Esto no puede seguir así. Debes tomar medidas acerca de lo que te sucede.

-¿A qué te refieres? ¿Qué medidas? Si a mí no me sucede nada.

-¡Tienes que ver un psiquiatra, carajo!

Woohyun frunció el entre cejo. Vacilante ante si contestar o no, con el coraje creciente de que lo tratasen como si fuese un loco.  Los tres en medio de la sala de la casa. Su padre a una lado de la chimenea con sus brazos cruzados, la mirada impaciente, e imperturbable. Su madre, diferente a ellos que estaban de pie, permanecía en el sofá con sus piernas una encima de la otra, callada, pero manteniendo el miso rictus que su padre.

Era solo para eso que lo había hecho ingresar con tanta urgencia. Para humillarlo una vez más y tratarlo como si padeciese una enfermedad mental.  Apretó sus puños con fuerza, a los costados de su cuerpo. Hiriente, y ellos lo sabían, de tal modo que Woohyun sabía que no se iban a detener.

-¿Que no te das cuenta, Woohyun? ¿Que lo que tienes es una enfermedad? ¿Que debes ser tratado de alguna manera hasta que "eso" se te quite?

-¿Eso?- La ironía comenzaba a marcar presencia en sus palabras, y su rostro ya no hallaba maneras de contener la impotencia y la indignación, que sentía en aquel momento.- ¿Que es "eso" papá? Dímelo ¿Cuál es la enfermedad que tengo y que yo aún no me he enterado?

La piel blanca de quien fuese el jefe de familia, se tornó carmín, encolerizado a causa de la actitud de su hijo, de que su propia descendencia fuese una perversión, una degeneración o malformación de la naturaleza. Eso no podía ser su hijo.

- ¡Que eres un andrógeno asexuado! ¡Sufres de esa cosa, de homosexualidad! ¡¿Cómo puede ser que te atraigan los hombres?! ¡¿Cómo mierda es posible que te atraiga alguien de tu mismo sexo?!

-Demonios... ¿Otra vez con esto? ¿Qué pretendes? ¿Qué es lo que quieres? ¿Que viva la vida entera bajo tus prejuicios? ¿Echándome culpas porque no fui lo que tú esperaste? ¿Qué es lo que quieren? ¿Quieren que caiga a un poso depresivo, para que estén felices de que opto a la homosexualidad como algo está mal, que estoy mal? ¡¿Ah?!

Y ahora hasta su pulso  y respiración desataban una batalla que él no podía dominar. Sus manos ejerciendo cada vez más presión en esos puños, al punto que sus nudillos empalidecían por la fuerza impuesta, tratando de mitigar ese temblor repentino de sus dedos.

-¡Contesten, carajo!-Grito salido de sus cabales.

-¡Woohyun!- Y esta vez en alzar la voz fue su madre, poniéndose de pies de un salto, y moviendo sus manos abiertas, exasperada y tratando de hacer entender algo, que para el joven le parecía puramente ignorancia.- Estas enfermo, entiéndelo. Estas mal hijo. Es insano, es perjudicial lo que padeces. Necesitas ver un especialista. Debes curarte. Hazlo por tu familia.- El tono a suplica, lo quebró.

-¿Que dices, mujer?- y ya no era su madre.- ¿A qué llamas familia? ¿A esto? ¿Hace cuánto que no me hablan? ¡Dilo! Hace un año que les dije que era homosexual, un enfermo, anti-natural, un andrógeno como me llaman, como tú me llamas papá.-Señalo al hombre. Los gritos de Woohyun fueron entre lastimeros y cubiertos por la perplejidad del fastidio. Ya había guardado silencio por mucho tiempo, ya se había dejado mancillar ante palabras e insultos de miles <<No más... No más>>- Luego de que me repudiaron, y me hicieron bajar la cabeza avergonzándome de mi mismo, no me dirigieron la palabra ni una vez, ni una. ¡¿De qué familia me hablas?!

-¡Calla mocoso insolente!- Su padre se acercó con grandes zancadas, y una mano en alto, atentando con golpear sobre la mejilla del menor.

-¡Pégame papá, pégame!-Se pegó a  sí mismo, en su pecho, con fuerte golpes de su puño- ¿Te crees que porque soy gay no me puedo defender? ¿Crees que me callare y me ocultare como mujer golpeada? Soy homosexual, no un estúpido, no un cobarde. Y no pretendan que ahora guarde silencio, porque estoy cansado. No me  ven la cara en todo el día, no los molesto. Prácticamente es como si no estuviese aquí...

-¡Pero lo estas! Estas aquí, y tu presencia se siente... y si.- Su madre camino con ligereza hacia a él-¡Si molestas!- El rostro de Woohyun se movió apenas un poco ante la inesperada bofetada por parte de la mujer pequeña delante de él.- Maldito degenerado. Tú no puedes haber salido de mí.

Sus labios se encargaron de dibujar una sonrisa sínica, mientras una de sus manos se posaba sobre su mejilla enrojecida. Dio media vuelta, encaminándose hacia las escaleras, cargando aun el bolso de la universidad, donde también guardaba la ropa del trabajo. Con el esfuerzo desmedido de no mostrar debilidad ante aquellos sujetos.

-Disculpen-Dijo con un pie sobre el primer escalón.-Debo buscar unas cosas arriba  y largarme de aquí.

Y esta vez no se detuvo, ascendió rápido por las escaleras, encerrándose en su cuarto, con un portazo, que retumbo en toda la casa, y media horas después otro portazo pero esta vez fue de la puerta de salida a la calle.

La mujer y el hombre, corrieron un poco la cortina borravino gruesa de la ventana de la sala, y captaron la imagen de quien había sido su hijo hasta ese día. Con dos maletas a sus costados, sostenidas por sus manos y el bolso de siempre, cruzado sobre su torso, se lo vio caminando con firmeza hasta el final de la cuadra, y desapareciendo a la vista de sus padres, luego de doblar en la esquina, hacia la derecha.

...
...

Min Ji observo el pequeño dije que colgaba de la cadena de plata. Un tallo pequeño plateado. Cuatro hojas de esmeralda en forma de corazón que se desplegaban del centro circular del mismo color. <<Un trébol de cuatro hojas>> Lo sostuvo y admiro un tiempo más,  luego lo regreso al interior de la cajita de terciopelo azul, y la cerro.

-¿Estás seguro?- Pregunto al levantar la vista, y enfocar sentado al otro lado de su escritorio, al muchacho de cabellos castaño oscuro.

-Si.- Respondió sin vacilación, y ella noto la seguridad en el menor.

-Entonces está todo dicho, Woohyun. Te iras.

Seis días había transcurrido desde que había dejado su casa. Desde el momento en que vio que ya no pertenecía a aquél lugar, ni ese intento de familia. Cuando tomo la decisión que nadie más le haría bajar la cabeza como si se tratase de poca cosa. No mentiría. Cada palabra dicha por sus padres había dolido, hasta corromper la minúscula calidez que resguardaba dentro de él. Se había revelado, pero no diría que gano. No cuando ha sido él, el que se tuvo que atenerse a los cambios, y dejar todo un pasado atrás, como si nunca existiese. No eran solo sus progenitores, era toda una vida.

Esa misma noche en que se fue, busco la habitación de un hotel para quedarse, y hasta ese día había estado hospedando ahí. Ajetreando su rutina hasta no dar abasto. Intentando no sucumbir ante las lágrimas que se burlaban de él y jugaban a caer sin que lo percibiese. Fue estudiar, y presentar  exámenes. Sus últimos exámenes, rendidos con éxito. Buscando un nuevo lugar en donde vivir cuando se mudase de ciudad. En el hospital público, pidiendo al director que llenase la carta de recomendación para presentar en una clínica privada de Busan, trabajo que, para su suerte, consiguió, sin mayores problemas. Y ahora quedaba, a una semana, la ceremonia de graduación, a la cual no sabía si asistir. Tal vez no, no había nada para festejar, tampoco con quien compartir su logro. Estaba solo.

Y por último, y como sabrán por serlo no significa el menos importante, despedirse de quienes lo acogieron sin restricciones, sin prejuicios, ni discriminación de por medio. Irse de la fundación era lo que más le costaba. Alejarse del único lugar que le abrió las puertas sin preámbulos, de los pequeños, con su inocencia y la muestra exagerada de cariño, no solo hacia él, sino a todo el entorno que los rodeaba. Aún más le resultaba despedirse de Min Ji. Su acercamiento podría hacer de hace poco, pero le dio el cariño y las fuerzas que su madre no le dio. La mujer había ocupado un lugar prominente sobre el terreno de su corazón, un lugar que le servía como bálsamo de disgustos tal cual lo había echo Sungkyu tiempo atrás.

Woohyun le dedico una dulce sonrisa a la mayor, y comenzó a moverse sobre su silla para ponerse de pie.

-Es hora de irme...-Murmuro- El micro sale en 45 minutos.

-¿Quieres que te alcance? No tengo problemas en hacerlo.

-No, gracias. Hay un taxi esperando por afuera.

Min Ji acompaño al muchacho hasta la entrada del edificio. Caminaron con lentitud, como queriendo que ese momento se alargarse un poco más, pero el trecho desde su oficina hasta la salida eran de apenas unos siete metros. La noche fría, como últimamente acostumbraba, el reloj de su muñeca marcando las diez y treinta minutos.

Woohyun que estaba unos pasos más adelante que ella, retrocedió y volteo a verla. Sus brazos se extendieron de lado a lado, y sin permiso la envolvió en ellos. Él la abrazo con tanta fuerza y afecto, que Min Ji por algún motivo casi pierde el hilo de sus emociones, queriendo llorar a mares.

-Gracias por todo, señora Min Ji.

Un susurro casi apagado debido a que los cabellos de la mayor se interponían en su boca, al igual que la capucha que llevaba puesta la mujer.

Ella correspondió ese abrazo, acariciando con ambas manos la espalda cubierta, por el grueso saco que vestía Woohyun. El momento le trajo de recuerdo su despedida con su hijo, cuando se marchó de Irlanda, para regresar al lado de su marido.

-No tienes nada que agradecer, Woohyun. Espero que esto no sea una despedida, y que pueda verte prontamente.

Palabras más, de consuelo, apoyo, ánimos, y de promesas futuras que se hacían uno al otro, hasta que el chofer del taxi llamo la atención, haciendo sonar el claxon del vehículo. Un beso en la frente de la mujer por parte de Nam, y luego ingreso al interior del auto amarillo, con pintas negras, agitando su mano a través de la ventanilla, mientras el conductor ponía en marcha ese rodado.

Min Ji quedo sola bajo una luna llena, divagando en sus pensamientos, de que alguien importante se alejaba de su vida, de la injusticia de la sociedad, y la tristeza impertinente que sentía por Woohyun, por verlo tan solo, y aun así aunando fuerzas de quien sabe dónde, quizás de ese amor que el muchacho no quería declarar o dar a conocer, o de que tal vez se visualizó en un futuro mejor para él.

La mujer perdió de vista al taxi. Un fresco se coló por la abertura de su campera apenas cerrada, y se dijo así misma que era mejor entrar, y beber una taza de café caliente. Finalizar con sus tareas por ese día y regresar a la soledad de su hogar, donde nadie esperaba por ella. Era una lástima que la relación con su esposo se marchitase luego de tantos años  <<Cosas que suceden>> Comenzaba abrir la puerta de la fundación cuando sus ojos  captaron otro vehículo, igual al que recién se acababa de  marchar, acercarse hasta donde ella se encontraba. El taxi se estaciono, delante del edifico, y Min Ji observo el número  de serie registrado en la parte baja, cerca de la cajuela. No, no era el mismo en que se fue Woohyun. ¿Quién era entonces?

La puerta trasera del vehículo se abrió despaciosamente. Primero descendió un pie, luego la cabeza de cabellos castaños, asomándose a la luz de las farolas que alumbraban la calle, y así hasta que todo el cuerpo quedo a la vista.

El corazón de Min Ji dio un brinco, y su boca no pude más que soltar un gritillo de sorpresa y alegría.


-¡Sungkyu, Hijo!


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Aquí le traigo otro motivo para que me maten... el final del cap. Estoy en mi faceta de "se mala haz sufrir a todos los personajes" jajaja 


Bueno no se que comentar, dado que ya escribi mucho en culpa de una Fujoshi. Tal vez les comento que sali el sabado pasado. Una salida planeada por mis dos amigas, que invitaron tres chicos. Me salvo la noche la peli que vimos, que si no fuese  por el final cursi le pondria un ocho XD jajaja Pompeii, se las recomiendo para que se rían un rato, aunque no es de comedia ni cerca, pero yo me reí, por lo evidente de todo, no se, predecible, y cosas que solo puede pasar en una pelicula... Luego queria matar a varios. Hablaron de la homosexualidad, y de feos, gordos, flacos y petisos. Quiere que les sea sincera, creo que se ven en el espejo y se concideran mas perfectos que Dios. Luego me piudieron que para la proxima salida fueramos a una disco... Perfecto si eso quieren, los llevare a todos a un Club Gay, para que tengan. XD jajaja Mientras que yo ja!!! Uhhhh Yaoi, Wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!! Si ya les parezco rara, no me quiero imaginar cuando me vean volteando sangre por dos chicos besandose aqsdfrtgyhjuk jajaja morire de la risa.


Bueno es un desastre lo que digo, eso es lo unico que sucedio de interesante. A que tanto pedir por lluvia a causa del calor, parece que se me adelanto el otoño. Llueve una cantidad y hace frio jajaja Genial hacia falta, yo amo este clima.


Bueno espero comentarios y gracias por leer.


Nos estamos leyendo.

Bye












Culpa de una Fujoshi. Cap 17

Capitulo 17

Su actitud, su belleza, el estatus económico alto, crecida en una familia poderosa, y de un imperio de empresas de incremento indefinido, todo eso y varias cualidades más, la ponían en un lugar inalcanzable. La describían como la perfección, ya fuese por la educación que había recibido desde niña o su aspecto físico. Erikka tan consiente de ellos, le gustaba vanagloriarse de sí misma. Alardear su superioridad, de donde venía.

Abrocho los minúsculos ganchitos de su sostén, y regreso a la habitación de su novio, que comenzaba a alistarse para salir esa noche. Ella aun con su ropa interior de encaje rojo, de Sweet Victorian. Se acercó al joven de camisa negra desprendida,  con el torso a la vista, jean, y pies descalzos. Sus brazos largos, delgaduchos pero ejercitados, y piel blanca, envolvieron el cuello del más alto. Sus miradas se cruzaron, y Erikka esbozo una sonrisa traviesa.

-Podemos repetirlo una vez más antes de irnos.-Insinuó

Jonghyun deposito un suave y corto beso en los labios de la muchacha.

-Luego, amor. Ahora no. Ve cámbiate podemos perder nuestra reservación. Y cuando regresemos, podemos hacer lo que a ti te plazca.- Respondió parsimonioso.

Erikka hizo un puchero con sus labio, pero no lo soltó, aun mas, se atrevió a clavar, sin fuerza, los dientes en las clavícula de Lee, luego se apartó tranquila, con un "Como quieras", pero no mostraba molestia por aquello. Busco su valija a un lado de guardarropas de Jong, y sin mucha fuerzas la levanto y lanzo sobre la cama. Abrió la cremallera del objeto, y comenzó a hurgar dentro, en busca de alguna prenda.

Su novio había echo una reserva en uno de los restaurantes más caro de Seúl, pero lo bueno del lugar, que no necesariamente tenía que ir de punta en blanco, ya que era solo para jóvenes. La relación con el menor, porque todo había que decirlo, Jonghyun era dos años más chico que ella, era bastante particular. Ella no sabría responder con sinceridad hasta donde lo amaba, de la misma manera que sabía que su novio no lo haría. A veces suponía, que estaban juntos por conveniencia. A él le favorecía con su padre, y a ella... Pues ella era tan jactanciosa, que presumía de salir con alguien inteligente, exitoso y guapo. Aun así, el joven siempre se había portado de buenas a primera. Todo un caballero. Con rosas, chocolates, alhajas, cenas y algo que no era menos, el buen sexo.

Ese día había tocado tierra asiática, luego de dos años, en que se había regresado a Finlandia, para ocupar el lugar que su padre tenía para ella en las empresas. Dos años en que había dejado un intento de amor, cursi y monótono, atrás, para luego conocer a quien hoy en día era su pareja, a quien no veía poco más de un mes, ya que su padre había echo un traslado del personal de Finlandia a Corea, y en entre ellos Jonghyun. Erikka viajo, aunque fuese extraño, solo para verlo, pero también con la idea de quedarse a vivir en Seúl. Podría ser bastante aventurado pensar en vestido blanco, anillos y damas de honor, pero si las cosas seguían dándose como ya lo había hecho hasta entonces, no habría porque no imaginar que pronto sucedería, y ya que el puesto de Jonghyun era permanente en Seúl, ella no se movería.

Extrajo la blusa de seda azul Francia, la extendió entre sus manos y la observo por uno segundos. No, esa no la convencía para esa noche.

...
...

Estaba frio. Increíblemente aunque fuese época de verano aun.  Se aferró un poco más al abrigo, tejido croché, que si mal no recordaba, la última vez en usarlo, fue cuando arruino la camisa de su mejor amigo con café. <<Bastante tiempo>> Pensó, y se sorprendió de que la prenda, no se hubiese contaminado del olor a guardado.

Un tanto mal humorada. No enojada,  tal vez molesta. Quería descansar, pero parecía que el destino se oponía a que lo hiciese. No era egoísta, pero, y aunque fuse solo para sí misma, debía admitir que ser la continua  oreja y consejera de los asuntos de los más, era por demás cansador. Exactamente ese sábado estaba a punto de estallar.  Sungkyu, Dongwoo, Myungsoo, Yadira, Woohyun, Sungjong, Howon, Lee Jonghyun, Jukka Karjalainen, la fundación... y rogaba a cualquier dios, a que no se agregada algo más a su lista. <<La radio, el conservatorio...>> Olvídenlo, mejor.

No entendía, porque en su estado, había abandonado la comodidad, y el calor de su apartamento. O bien quizás si lo entendía. Un segundo para airear la cabeza, y porque antes de ir a ayudar a Nam a escoger la vestimenta para esa noche, observo el apenado rostro de Sungjong, sentado en el sofá, y mirando hacia el balcón, donde su amiga observaba la ciudad.

Se preguntaba, cuando demonios esa joven abriría los ojos y se daría cuenta, que los sentimientos de Lee, traspasaban el límite de la amistad. O cuando menos, pondría fin, la situación con su ex novio. Aquel tema comenzaba a ponerla nerviosa. Bastante. Ese tipo estaba excediendo lo que su imaginación le permitía. Era un enfermo sin duda alguna. ¿Quién se hace pasar de camarero? Y ese no era el problema, es que cada vez se acercaba más hacia Yadira. La vigilaba y controlaba cada paso, y más de cerca. Tenía miedo. El cinismo de ese chico asustaba, porque, según le había dicho su amiga, los atendió como si fuesen otros clientes más del lugar, pero la menor había reparado en la mirada diligente hacia ella, y Sungjong. Con este último, un particular odio bien disimulado

Y el momento agradable, que seguro Sungjong quería aprovechar al máximo, se había estropeado.  Yadira no podía seguir conteniendo la inquietud, ni lo tensa que se encontraba, que pidió al joven si se podían retirar, porque no se encontraba bien. Se había mareado en cuanto se puso de pie, pero hizo un intento más para aunar fuerzas y largarse de ese restaurante.

Y luego nada. Llegaron a su apartamento. Eso por un lado, extenuante. Y no es que le gustara ser mandona, o creerse la líder de un grupo, pero con Yadira había sido clara, mientras estaban encerradas en la cocina, y apenas soltaban palabra en tono de susurro, para que nadie la escuchase <<Menos de una semana te doy, para que hagas la denuncia. Ese tipo es una bomba de tiempo, y sin conocerlo, sé que es peligroso. Y quizás no solo para ti. >> En ese momento había señalado disimuladamente con su cabeza, hacia la sala, donde Sungjong estaba sentado en uno de los sofás.

Con Woohyun las cosas habían resultado distintas. Al menos no era un tema que exigiera demasiada importancia, no para ella. Pero si a su amigo. Nam había esperado en el interior del cuarto, cubierto con la bata azul, y sentado en el borde de la cama, entretenido en enviar un mensaje.

-Sabes que no tengo gusto por la moda, y que podría dejarte esa bata y ponerte zapatillas, y listo para mi ¿No?- Comento mientras cerraba la puerta tras de sí.

-Sí, lo sé. Pero en este momento, y con lo nervioso que me encuentro, podría hasta salir en bóxer.-Se había levantado y seguido a la joven, hasta el guardarropas.

-Incluso así, te verías bien. Hasta para Sungkyu.-Agrego con una sonrisa sardónica.-Es más, de esa manera quizás te ahorras tanta cena de amigos, e irían directo a los hechos.

No había podido inhibir la risa, pero hizo el intento de que no le saliera su típica, carcajada que podía ser escuchada por todo el edificio. Comenzó a sacar ropa, y a dejarla sobre la cama, ignorando que Woohyun la observaba, intrigado.

-Sungkyu ¿es gay?-Pregunto.

Se encogió de hombros. Se acostó sobre el colchón, atravesando todo el ancho de la cama. Abrazo una almohadón, de terciopelo  estilo animal print, y recostó su cabeza sobre el objeto.

-No lo sé, pero seguro. Tienes tan buen cuerpo, que dudo que se te resista.- Murmuro, y sus parpados comenzaron a pesar.

Se había dicho a sí misma, que aprovecharía descansar un momento, en lo que su amigo tardara en alistarse, sin embargo, como si el tiempo transcurriera a la velocidad de la luz, Woohyun ya estaba listo, incluso peinado, si es a que ese estilo "Batido" de sus cabellos se lo podía llamar peinarse. Aunque al verlo, no pudo negarlo, le había dado el visto bueno, más que bueno, excelente.  La chaqueta negra de cuero, y el Jean de mismo color pero con apariencia a estar desteñida en las partes de la rodilla, le quedaba sumamente a la perfección. Stefania sentía hasta algo de envidia, de que a un hombre le calzara tan bien la ropa.

Woohyun un par de minutos después, luego de despedirse de Yadira y Sungjong, y de pedirle al oído, para que solo ella lo escuchase, de que le deseara suerte, se fue. Tiempo después hizo lo mismo.  Con la excusa de ir a la farmacia a buscar vitaminas, alzo su billetera que reposaba sobre la mesa de la sala, y se largó del lugar, dejando a solas a los menores.

Ahora, caminaba sola por la acera de la avenida, por donde quedaba el edificio en el que vivía, y de vez en cuando desviaba la vista hacia el cielo, opaco, y con densas nubes. Regreso su mirar hacia delante, y en su distracción, casi lleva por delante a un muchacho, que iba a toda prisa, en dirección contraria a la de ella. Tomando el mismo camino hacia donde se encontraba su vivienda. No pidió disculpa, porque el joven rubio, aunque apenas había logrado divisar el flequillo que caía delante de sus ojos, almendrados, ya que el resto de sus cabellos estaban cubiertos por la capucha del polo que tenía puesta, no hizo reparo del casi accidente. Stefania no tomo importancia, y continúo con su paso.

La ansiedad del encuentro desafortunado de Yadira con ese sujeto, más el otro encuentro del "WooGyu" como llamaban a la pareja aun inexistente de Woohyun y Sungkyu, junto con su amiga, le habían abierto el apetito, así que más que ir a la farmacia, iría al mercado por cosas dulces.

...
...

Sentía como un hueco se había abierto en su estómago. Un ardor, que fácil podría ser acidez creada por los nervios. Nervios que fueron incitados por las preguntas tan directas y carentes de vacilación de su madre. No podría haber imaginado jamás, que la mujer era tan perspicaz e intuitiva, como lo demostró esa tarde. Siempre se decía eso del sexo femenino, pero no lo creía al cien por ciento, aun no lo hacía.

Sungyeol, seco sus cabellos humedecidos por el agua tibia de la ducha. Buscaba relajarse. De un modo inaudito, tenía tenso los músculos de su cuerpo, como si cada extremidad jodiera con comenzar a temblar, pero sin poder hacerlo. Bien recuerda que la última vez que vivió algo así, fue al enterarse de la muerte de su padre. Y ahora, por soltar sin ganas, a aceptar algo de lo cual no terminaba de convencerse. Tartamudeo como nunca en la vida, al confirmarle las sospechas a su madre, de su posible homosexualidad. Posible, porque tan poco experimentado estaba en el campo, que no sabía si era realmente o no, Gay.

Siempre había escuchado a hombres decir, que como solo se habían fijado una vez en una persona del mismo sexo, no se consideraban como tales, ya que sentían que podían volver al camino de la heterosexualidad cuando quisieran.  A él solo le atraía Myungsoo, y antes de estar con el menor, ya había estado con mujeres, incluso sexualmente. Entonces ¿No lo era?... Seria de estúpido negarlo. Si no era un homosexual, fácil, debía admitir que era Bisexual. Pero no le contaría a su madre cada detalle de su vida privada. Así que, pese a que sus palabras sonasen a trabalenguas, termino por formular un <<Si mamá, soy Gay>>

Reacciones en su progenitora, solo una mirada serena, y estoica, lo cual le sorprendió. La mayor no dijo nada, lo había ayudado a levantarse del suelo, y a acomodar la silla, que por poco se rompe en el brusco encuentro con el suelo. No diría que era un cobarde, pero por miedo a que la paciencia de su madre se fuese al carajo se encerró en su cuarto, y dejo solas a la mayor con su pastel.

Se puso una  camiseta blanca, y el pantalón del pijama. Sinceramente, su idea era seguir puertas adentros de su cuarto, y no ver la luz del sol y la luna nunca más. ¿Exagerado? Seguro, pero había que ponerse en su lugar. Dar la cara, como si lo que hubiese dicho fuese el buen día de cada mañana, era inaudito y poco creíble. Y aunque anteriormente no lo había pensado, temía por el que su madre lo rechazase.

Se acomodó en la silla delante de su escritorio, e iba a encender la laptop, pero no estaba con ganas de perderse por internet. Pensó en escribirle un mensaje a Woohyun,  luego recordó que su mejor amigo estaba ocupado a esa hora. No sabía qué hacer. Una última opción era esconderse, entre las sabanas y el edredón de su cama. Lo que le pareció tentador, hasta que:

-¡Sungyeol, Ven aquí, ahora!- El grito de su madre, con voz casi severa, y él trago saliva con brusquedad.

¿Iba o no iba?... Mejor no, tal vez su madre le tirara con lo que tuviese en la mano, y luego terminaría en un hospital, solo y sin familia. O quizás era mejor obedecer a la mujer, porque le podría ir mucho peor si  no la obedecía.

Sungyeol, opto por salir de su encierro y escondite de pocas horas, y con pasos lentos, y dubitativos, se acercó a la cocina.

Sun Hi termino de decorar el pastel. El merengue blanco rodeando todo lo que era el bizcochuelo, adornado con cerezas, y chispas de chocolates por encima de la dulce blancura. Lo dejo sobre el mesón, y limpio sus manos, haciendo mella en cada uno de sus dedos, con el trapo de secar los trastos.

-¿Me llamabas?-Pregunto, el joven, que apenas era capaz de balbucear, cohibido completamente.

La mujer lo observo unos segundos. Se quitó el delantal de la cocina, y dedico otra mirada seria a su hijo, mientras doblada el pedazo de tela, y lo dejaba sobre una de las sillas.

-Mañana me voy, y no regresare hasta dentro de dos semanas. Así que tendremos una larga y extensa charla, Hijo. Algo que no tenemos hace ya bastante tiempo. ¿No?

El solo asintió.

-Toma asiento, te serviré un Cafe.-Dijo sin menguar el tono hosco de su voz.

Y Sungyeol una vez más, opto por obedecer a su madre.

...
...

Los dedos de su mano, tamborileaban con cierto deje de irritación, sobre el posa brazos del sofá. La expresión de su rostro no hacía más que delatarlo. Ajeno y excluido. Así sentía. ¿Por  qué Yadira no confiaba en él? ¿Por qué no era capaz de decirle lo que sucedía, en vez de andar cuchicheando a escondidas, con Stefania en la cocina? ¿Por qué tenía que seguir él, girando en torno de una persona, con la cual ya sentía no tener esperanza?

Miro en dirección al balcón,  ahí estaba su amor imposible, y cada vez más distante de él. ¿Cuánto tiempo llevaba, la joven observando, las calles de la ciudad? Si decía que media hora, mentía. Estaba seguro que era más.  Fijo la hora en su reloj de muñeca, y era más de las 9 pm. Stefania demoraba cada vez más, si es que a una simple farmacia se había ido.

Soltó una bocanada de aire, cansado. Era suficiente por ese día, y la verdad no sentía ganas de seguir remando una relación de amigos con Yadira. No le molestaba ser solo, el mejor amigo, pero si lo fuese, la joven tenía un mal concepto de lo que era "amigo". Alguien en quien confiar, en quien apoyarte, ser sinceros. Y eso es lo que faltaba entre ambos, Era, para él, una amistad unilateral. Él se entregaba a ella, aunque le doliese no ser más allá de eso, pero era peor que la joven lo apartara de algunos asuntos, que destilaban aire de ser importantes. Se removió de su lugar, y se puso de pie.

Yadira, percibió movimientos  en la sala, y volteo. Sungjong comenzaba a abrir la puerta de salida, cuando ella lo detuvo.

-¿Te vas?- Pregunto, un poco confundida, y más aún al escuchar la respuesta del joven.

-¿que no es obvio?

Fue tan hosco que le preocupo, se adentró al interior del apartamento, dejando atrás su indagación, a la manzana donde se encontraba el edificio. Seguía sin ver nada, y los mensajes no cesaban, desde la tarde.

Sungjong, seguía con la mano en la perilla de la puerta, aunque la observaba, impaciente.

-¿Te encuentras bien?- Interrogo una vez más.

-No, no me encuentro bien y sabes ¿por qué?... Por ti.

Sus miradas se cruzaron en un largo lapso de tiempo. Yadira queriendo escrutar al joven, buscando dar con la respuesta, y tratar de entender que tenía que ver con ella, el mal estar de su amigo, pero su fuero interno se había perdido en algo más. En el cabello castaño, un poco crecido, en la piel sumamente blanca, en lo delicado que aparentaba ser, y... << ¿Que fue eso?>> Se había repetido. La sensación que vivió durante la tarde en el restaurante, esa turbación en su pecho, y la inquietante ganas de reducir esa distancia entre ella y su amigo, hasta cometer un acto en que terminara con esa amistad.

Sungjong puso en blanco los ojos, y soltó la perilla dorada. Abandono el aire de los pulmones, y miro una vez más, a una autista Yadira.

-Lo siento. No quería decir eso. No de esa manera. Hay un problema entre nosotros. Falta de confianza, y es algo que me está comenzando a molestar.

-¿Falta de confianza?- Se arrancó a duras penas, de una imaginación insólita y sin explicación. Comenzaba a sentirse incomoda. La presencia de Sungjong la incomodaba.

-¿Por qué no me dices que sucede? ¿Por qué solo corres a Stefania, para contar tus preocupaciones? Todavía no me has dicho que te sucedió en el restaurante, ¿Por qué quisiste irte tan repentinamente?

-Te eh dicho. No me sentía bien.- Espeto, en voz baja y mirando el suelo, mientras pasaba una mano por sus cabellos.

- Ah eso me refiero. No me terminas de contar las cosas, Yadira. Me dices que no te sentías bien, cuando claramente se notaba que había algo que te incomodaba. ¡Dime! ¿Qué es eso que te tiene así? Confía en mí. ¿Qué es lo que está pasando?

Y su fuero interno se desestabilizo. Algo llamado desesperación acudió a su cuerpo.

-Todo... Todo me sucede.- Con voz entre cortada, y sonando cada vez más baja, Y sin esperarlo las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Yadira intento cubrirse el rostro con sus manos. Lo odiaba, odiaba llorar, pero más odiaba sentir que no tenía libertad. Que alguien controlaba cada paso de su vida, que la vigilaban. ¿Hasta dónde era capaz de llegar Gerard?

Sungjong parpadeo varias veces, asombrado, o asustado. No lo podía creer, había echo llorar una mujer.

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Howon bebió un último trago de la lata de cerveza importada, y la asentó con un fuerte golpe, sobre el mesón de la cocina de su apartamento. Prácticamente derrumbándose en la soledad de su hogar. No era dado a las bebidas alcohólicas, pero últimamente le daba todo muy por igual.

Su mente sin querer pensar en alguien más que el rostro de Jang Dongwoo, atosigándolo con recuerdos, y con un presentimiento, que comenzaba a generar estragos en su ser. Ciertamente, desde esa mañana en que lo vio, había un algo que le decía que el mayor, correspondía sus sentimientos. Sus miradas, aunque no eran diferentes de hace cinco años, ocultaban un cumulo, indescriptible para él, de sentimientos.

Y si ahora esta tan seguro, de que Dongwoo lo correspondía ¿por qué no iba a buscarlo, y aclarar las cosas de una buena vez? <<Con paciencia, los resultados son mejores>> Pensó.

No quería cometer el mismo error de la vez anterior. Tanta impulsividad había arruinado todo, a tal punto de quedar tras las rejas, y casi ser violados por un centenar de delincuentes y drogadictos. Oh si solo el recordarlo le hacía sufrir un pequeño escalofrió, en el cuerpo. Eso había estado cerca, pero para suerte de todos, o de ambos, la llegada de Sungkyu y Stefania fueron su salvación divina.

Su cabeza seguía meditando. Nuevamente Stefania movía las cartas, tal vez al propósito, para que las cosas entre ellos se arreglaran. Lo aprovecharía, aprovecharía esas dos semanas en que deberían pasar tiempo juntos, cada segundo que transcurriera. Cierto era, que muchas veces no estarían solos, o casi nunca, pero el vería la manera de cómo manejar el tiempo a solas con Dongwoo.

Si durante la jornada de ese día, no hizo algo para menguar la tensión entre ambos, es porque quería procesar cada detalle, captar cada acción, mirada o lo que hiciese el mayor, no sabía si por el deleite que le causaba verlo con atención, algo que siempre había echo antes, pero que hasta hace semanas atrás le encontraba un significado relativamente sentimental y emocional, o porque necesitaba estar seguro, de que esta vez no era una simple imaginación, de su cerebro.

El móvil dentro del bolsillo de su jean, comenzó a vibrar. Howon se despabilo un poco, y antes de tomar el teléfono, miro a un costado y capto, sobre el mesón, más de dos latas de cerveza vacías. Agito su cabeza de un lado a otro, reprochándose mentalmente que hubiera abusado de su resistencia al alcohol.

Se retiró de la cocina. Sus pies descalzos provocando un pequeño chasquido al chocar contra el suelo. Leyó el mensaje recibido. Era de su madre. Gracioso. Hace poco tiempo la mujer había aprendido a manejar con eficiencia el celular que él le había regalado, y ahora era normal recibir un texto cada cinco minutos de parte de ella.

  Y de repente, mientras se encerraba en su habitación, para buscar ropa limpia antes de entrar a bañarse, se preguntó que dirían sus padres al enterarse de que ahora se consideraba un homosexual.

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Un estilo completamente moderno. Ideado, claramente, para clientes jóvenes-adultos. Desde la apariencia a un club nocturno, oscuro pero con luces filantrópicas simulando a ser laser de colores verdes, hasta los pequeño círculos despedidos de las esferas que giraban, colgadas desde el techo del lugar. Compuesto por dos plantas, ambas de gran amplitud.  La planta baja con una barra en centro del salón, iluminada , rodeada  de banquetas, y un poco más alejadas se encontraban las mesas cuadrada negras  tendidas con un mantel  blanco ubicado como un rombo sobre la madera, y la puntas cayendo a los costado. Luego se encontraban las escaleras. Una en cada  lado del salón que llevaban hasta la planta alta.  Arriba, pese a que la medida era igual al piso de abajo, el lugar posible de ocupar era mucho menor, ya que en el centro se encontraba una abertura circular, con la baranda de mármol, y vista hacia la barra de la planta baja.

Sungkyu se sintió incómodo. No sabía si por el hecho de que Woohyun hubiese hecho una reservación en un lugar tan excéntrico y visualmente costoso, o porque tendía a dedicarle sonrisas bastantes insinuantes. Se removió en su asiento, extendió su brazo para tomar la copa de vino tinto que la camarera había llenado hace apenas unos segundo, y bebió un corto sorbo.

-¿Te gusta el lugar, hyung? Aquí, los barman, suelen dar espectáculos, preparando tragos.- Comento Nam probando un bocado de la comida de su plato.

-¿Es por eso que esta la abertura en el centro?

El menor asintió,  con un bajo gemido. Limpio sus labios con la servilleta y dejo que sus ojos se deleitaran con la encantadora imagen de un Kim Sungkyu totalmente asombrado por lo llamativo del restaurante. Woohyun  lo observo con fijeza, aprovechando la distracción del mayor, que miraba en dirección a las escaleras. El cuello níveo a la vista, al igual que parte del hombro derecho, a causa de esa camiseta beige que bajaba hasta con delicadeza por la tersa piel. Ciertamente agradecía a que la temperatura dentro del restaurante fuera cálida, y que la recepcionista les aconsejara que fuera mejor  quitarse los abrigos, para estar más cómodos.

-Es un lugar interesante. No había tenido conocimiento de él hasta hoy. ¿Con quién has venido antes?- Pregunto curioso, sin embargo no fue consiente, hasta que finalizo, que podía ser demasiado inmiscuida su pregunta, o que tal vez la respuesta le podía llegar a generar cierta molestia.-  No... Disculpa.

-Está bien.  Con Stefania o Sungyeol, a veces otros compañeros de la empresa.

-Ah. Y ¿No tienes novia?

-Pues si no te he hablado de ella, y si siempre que me has visto, ha sido solo. Es claro que no. No tengo, Hyung. Y tu ¿Tienes?

-Mmmm... No.- Negó con su cabeza, moviéndola de lado a lado.- Pero eres muy cercano a Stefania, ustedes... jamás…

-Es como una hermana.-Interrumpió- Tenemos esa afinidad de hermano mayor y hermana menor. Ya sabes esa confianza, exagerada. Desde que la conozco no ha sido de interés, no me ha llamado la atención, y sé que yo a ella mucho menos. Es por eso que hasta convivimos juntos.-Woohyun aguardo silencio, y luego retomo la conversación.- Sungkyu Hyung ¿Te encuentras interesado en alguien?-Interrogo de repente.

Los pequeños ojos del mayor comenzaron expandirse. Ahora Nam lo observaba fijamente, a la espera de una respuesta, que no sabría dar. Sus mejillas tomaron un pálido color carmín, disimulable ante las penumbras apenas alumbradas por esos juegos de luces.

-Pues yo sí. Yo si estoy interesado en alguien, Hyung.-Espeto de repente Woohyun.

Sus miradas se unieron, más que cruzarse se buscaron. Sungkyu sufrió la aprensión de esos ojos, la certeza y seriedad de esas palabras, que lograron llegar a sentir no solo la esperanza de que era una clara indirecta hacia a él, si no la desazón de no saber qué hacer, o cómo reaccionar. Sin mucho pensar solo cambio la vista a observar, por las escaleras que se encontraban, varias mesas detrás de Woohyun.

¿Por qué ser tan directo? Había sido más que nada un impulso, imposible de controlar. Nam perdía la capacidad de contener sus palabras, de mantener callada su boca, y si seguía de tal manera probablemente terminaría por sincerarse y soltar toda la verdad. Se dio cuenta que había incomodado al mayor, que quizás había abusado de la poca confianza que existía entre ambos, y que posiblemente utilizar su indiscreta manera de mirar terminaba por arruinar todo. Woohyun sonrió de lado. La hora había avanzado, y la comida de sus platos ya había acabado, por ende no tenían motivos para seguir el restaurante, más que para beber, y no lo quería como opción.

-Hyung ¿Te parece si vamos al cine?

Nueva propuesta, e inesperada. Sungkyu regreso la mirada hacia su acompañante. Alzo sus hombros, y respondió solo un "Si" tímidamente. Nam llamo al camarero que atendía en otra mesa, levantando su mano. Pago la cuenta, aunque en un comienzo Kim se mostró reticente a que pagara por él, pero el menor solo deposito el dinero en manos del muchacho con camisa blanca, y se levantó de la silla.

-Vamos, Sungkyu hyung. Yo invite la cena, pero tu pagaras las entradas en el cine.- Dijo con diversión, intentando que el mayor pudiera disminuir esas pequeñas líneas formada en su frente, que marcaban su deje de oposición por su reciente acto. Woohyun extendió su mano a Sungkyu-¿Hecho?

Pareció dudarlo un tiempo, luego solo suspiro, y estrecho la mano del menor.

-Solo, porque me parece equitativo dividir los gastos.

Descendieron por las escaleras. Buscaron sus abrigos y salieron a la calle. Y fue en ese momento, cuando Sungkyu hallo, algo más interesante, que mirar de soslayo el perfil de Woohyun, que caminaba a su lado. La cabellera rubia sujeta en una coleta alta, con la finura dorada cayendo lacia sobre el hombro de la mujer. Con un tapado azul oscuro, jean negros, y zapatos de tacón fino.  Una desazón en su pecho, una angustia repetible, ya vivida, y los recuerdos de dos años atrás regresando en un solo impacto al ver la mujer acompañada de alguien más, de quien parecía ser su actual pareja.

-¿Erikka?- Fue apenas un susurro, que se le escapo.

Woohyun volteo, observándolo curioso, porque ese nombre llego, incluso a sus oídos, pero más atentado a preguntar, al ver la sonrisa del mayor desvanecerse y ser llevada por ese aire frio de la noche. El mayor dejo de caminar, y él se preocupo.


-¿Que sucede, Sungkyu?




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Hiiii!!!


Cuantas me quieren matar? Primero por la demora y luego por el final que le di a este cap XD jajajaja Lamento que esto se de asi, je que luego de tanto que esperamos al WooGyu en accion, caiga alguien mas  a estropear todo jejje 


Como ha ido, estas dos semanas en que e desaparecido?? Como les va la noticia de la Sub- Unidad? Yo  no digo nada jaja porque ya medio mundo me escucho y me trato de loca jejeje osea una vez que comienzo no paro, solo digo una cosa y se que varias opinan lo mismo que yo: COMEBACK DE SUNGKYU, AHORA!!!!!!!!!!!!!!!!


Si asi es. Lo estoy esperando, ya que Infinite V parece haber quedado en el carajo... Ojala me equivoque, ojala sea yo la que alucina, pero odio la unidad de empresas jajaj de verdad no tengo problemas con los chicos de la SM, ahi estan mis amores de TVXQ Y Boa, pero la agencia en si no me va. Siento que ya maneja a la Woollim. Es frustrante...


Y como no acaba la cosa.... El WooGyu separado. Bang! en la cabeza. Comprendo que no tenian lugar, pero sigo sin entender porque Gyu y el Yadong por un lado, y Namu con el MyungYeolJong por otro. No me digan el que WooGyu no es real jajaja porque si lo es... saben tiendo a pensar que necesito un psiquiatra jajaja Ultimamente formulo teorias de conspiración contra el WooGyu jjajaja estoy en crisis jajajaj Soy un desastre, y ya las canse, ahí tienen otro motivo para matarme.

Bueno me largo, a subir el otro cap.

Espero comentarios, y que sea de su agrado.

Nos estamos leyendo.