Capítulo 10
(FINAL)
E visto
este final, este trágico desencadenamiento de emociones al sentir en sueño que
todo había acabado, que el último punto de esta historia se marcaba por si solo
en el último renglón escrito.
Mis parpados se abrieron entre la penumbra de la noche. Iluminado por los
rayos de una luna que triste, sola, permanecía en ese infinito manto oscuro
cubierto de estrellas que resaltaban inquietas de atención, pero alejadas de la
luna.
La redondez
plateada de está quizás creaba los celos de aquellas que se vislumbraban poco
desde la tierra. Era la única manera, a mi entender, que veían en aquel
satélite natural sin vida alguna, algo singular que lo diferenciaba de todas
esas perlas grandes pero pequeñas al ojo humano... Quizás fuese diferente y
única, quizás tenía algo especial que las demás no, posiblemente esa belleza
que todos quieren explorar, pero que está al alcance de pocos... Quizás el
misterio que guarda en su interior, los desconocido que oculta...
Secretos,
infinidades de secretos enterrados tras millones de años en que nadie podía
decir que de que se trataba aquella cosa que se encarga de dar a luz a las
tinieblas de la noche.
¿Entiendes
a lo que voy? ¿Comprendes a lo que me refiero?
La luna es
como tú. Vaga sola, con las estrellas alejadas de ella quizás porque es
diferente. Quizás porque es pequeña, carente de luz propia, golpeada por esos
proyectiles espaciales que dejan las evidentes marcas sobre ese suelo rocoso...
Quizás las estrellas no comprenden como es que aún perdura, resistente ante
cada cataclismo, y a ojos de nosotros, aún más bella.
Nosotros,
las personas, gran parte de la sociedad tenemos esta reacción ante lo
desconocido, ante lo diferente e incomprensible. Tememos de aquello que por
lógica no tiene sentido. Esto sucede contigo. Eres un ser magnifico, alguien
distinto del resto, con tus secretos y verdades y esto asusta a muchos...
¿Quieres cambiar y acoplarte a lo "normal"? ¿Quieres pertenecer a ese
lado donde la "moral" reyna en todos? o ¿Prefieres ser tú en toda tu
escénica?
¿Comprendes
ahora?
Sin embargo
esta noche, apenas unas horas antes de que mi vuelo despegue desde Irlanda con
destino a Corea del Sur, tengo este desasosiego en mi pecho de que tú no
elegirás ni por una ni por la otra... Ninguna de las opciones válidas para
quien que está demasiado lejos pueda poner un alto a cualquier locura que tu
mente engañosa pudiese interpretar como correcta, como lo más acertado. Como el
mejor escape al caos...
Espérame un
poco más, espérame...
...
...
Tengo un
gran agotamiento físico y mental. De vez en cuando siento que mis piernas se
doblegaran y se rendirán ante este mundo insensato, porque es lo único que
puedo pensar en este instante mientras veo tu pálido cuerpo en esa cama de
hospital, siendo asistido por médicos que intentan con esfuerzo que salgas
adelante y retomes una nueva vida.
Los días
transcurren rápido y yo quisiera con fervor poder atascarlos, que nada avance,
solo tu recuperación. Pero me estoy sintiendo inservible, un pobre diablo como
dirían mucho, rebasado por esta situación en la cual nada está en mis manos
solo seguir pidiendo a algún Dios que escuche mis plegarias y ruego de que te
pueda dar una nueva oportunidad. Sin embargo, sentado en esta silla, mientras
las lágrimas escapan aprovechando la desolación de este cuarto, en que tu
duermes, y el silencio apenas opacado por algún murmullo proveniente desde
afuera, me hundo ante a ti viendo que ante tanto ruego nada sucede...
¿Es que
nadie puede aceptarte cómo eres? ¿Nadie puede ver lo precioso que eres, tanto
por fuera, como por dentro?
Se podría
decir que estoy envuelto en ira, dolor y decepción... Puedo afirmar que me
siento tan culpable como el resto que intento humillarte y te sucumbió a este
estado. No te tendría que haber dejado ir, no tendría que haberme separado de
ti... No tendría que haberme demora en llegar. No tendría que haber sido tan
ingenuo de que esto no llegaría pasar.
Lo
siento...
...
...
Nada ha
cambiado, continúas en la misma postura, con sábanas blancas cubriendo tú
desnudes, tus parpados cerrados y tu deseo inmenso de permanecer en ese sueño
interminable. Me pregunto seguidamente que habrá de interesante en esa
irrealidad que prefieres estar ahí, a regresar aquí. Luego sonrió cínicamente,
porque posiblemente encuentres en ese mundo lo que aquí no hay... Amor.
Tal vez
estén tus padres recibiéndote con una cena recién preparada, luego de que
llegues de un arduo día de trabajo. Una plática banal mientras comes, compartiendo
sonrisas, frases que demuestren cariño por parte de tu madre, y alguna muestra
de afecto por parte de tu padre. Ya sabes, por ser el hombre de la casa no
suelen ser abiertos con sus sentimientos. Pero es perfecto para ti. Te aceptan
y te sientes bien. Es lo ideal.
Por el
contrario en esta realidad, donde estoy viviendo, y deseo que sea una pesadilla
más, somos tres desconocidos los que velan por tu recuperación. Mi madre que es
la que tu más conoces, donde creo que el destino obra de maneras inentendibles...
El mundo es un pañuelo, ciertamente. No hubiese esperado que tú fueses un
colaborador en esa fundación para niños
huérfanos. Poco hablaste de ti, en tu viaje por Irlanda, pero tus ojos
resultaban ser una gran puerta a tu alma. Negar que percibía demasiada agonía
en tu mirar, no tenía sentido. La tristeza y la inseguridad se palpaban en todo
tu ser. Aun así, fue irremediable para mí, verte en esa disco, bebiendo en
solitario algún trago recién preparado, y no sentirme atraído por ti.
Es un
recuerdo que me hace sonreír, porque actué como un acosador, persiguiéndote por
donde ibas, ¿Que pensaras de mi cuando sepas esto? No tenía nada que hacer en
Doolin, solo fue un viaje inesperado, persiguiendo a alguien que, lo diré
aunque sea cursi y cliché, flecho mi corazón en un primer vistazo. No creo en
el amor a primera vista, ya lo he dicho antes... Todo lo he dicho en las
primeras páginas de este cuaderno, pero, vuelvo a repetirlo, movilizaste algo
en mí.
¿Cuándo
despertaras?
A veces hago esa pregunta en voz alta, cuando
estamos solos en este cuarto. Si hubiese llegado antes, si hubiese podido
detener lo que querías hacer... WooHyun no quiero regresar a Irlanda, pero me
encuentro en una encrucijada. Es necesario que este de nuevo allí. No tengo
otra opción por el momento. No te diré el motivo, no por aquí... Tal vez cuando
despiertes y al fin pueda ver vida en tus ojos te diré el por qué.
Mi vuelo
salé en una hora y media. No quiero irme. Mi cuerpo se ira pero mi alma y todo
mi ser estará en estas cuatros paredes, en cada rincón, esperando todo lo que
haya que esperar. Ansiando lo que ansió. Quisiera que leyeras mis pensamientos,
quisiera que compartiéramos mente. Sabrías de ante mano que hay quienes te
esperan, incluso quien no te conoce. Seguro conocerás a Eun Ji en cuanto
regreses. Eres especial WooHyun, incluso alguien que no ha llegado a entablar
una conversación contigo te ha tomado cariño...
Tengo que
irme. Lo hare en contra de mi voluntad, con lagrimas obstruidas y sensación de
ahogo. No te abandono, no lo estoy haciendo. Eso estoy mentalizando a cada
segundo. Es mi engaño. Perdón WooHyun, perdón porque no puedo brindar algo
mejor para ti. Perdón porque no estuve para ti a pesar de conocernos
prácticamente nada, y yo profeso amor por ti sin poder hacer mucho porque tu
mundo cambie.
Mis últimas
palabras, mas allá de repetir perdón, es que supera tus miedos, no temas y
lucha y sin rendirte
...
...
No temas y
lucha...
La frase
resonó en su cabeza. Un eco con indicios de ser un consejo, una ayuda, una
frase que lo apretaba tan fuerte como un abrazo, que lo reconfortaba. Brindaba
calidez en tan solo escazas palabras escritas. Las subrayo como un notorio
recuerdo, algo esencial para su vida. Lo repetía como un mantra, una oración,
como si fuese el hilo de lo que pendía su vida.
Tenía
efecto. Sonreía, sintiendo sus labios curvarse, sintiendo que plasmaba alivio,
tranquilidad, y sosiego. Pero ser consciente de que tan reales era aquello, le
había valido pasar por miles de cosas, superarse con mucho dolor de por medio,
pero esta vez dejándose ayudar.
Las eternas
cicatrices en sus muñecas serían su estigma, donde ese pasado no muy lejano
quería representar el presente una vez más, pero esta vez sin efecto alguno
sobre él. Los recuerdos venían de noche como también de día, de esa
inseguridad, de ese miedo continuo, donde la desesperación, la soledad y dolor
lo dominaron hasta carcomerlo casi completamente. El frio de la soledad lo
había manipulado, perdiendo el sentido del camino que en ese momento,
aparentaba retomar. En ocasiones la ansiedad lo invadía cuando su mente
remontaba hacía un año atrás. El hecho que sucediera cuando iba a su cuarto,
apagaba las luces, e intentaba conciliar el sueño, hacían que forzosamente
tuviese que hurgar en el cajón de la mesita de noche, para retirar el frasco
con pastillas que el médico le había recetado. Un modo de ayuda para dormir. Al
menos podía decir, que de a poco las iba dejando, haciendo de su consumo menos
necesario. Era un avance. Aun asistía a las sesiones con el psicoanalista y de
vez en cuando se presentaba en el grupo de autoayuda para compartir, con varios
más su situación.
Cerro la
pequeña libreta y la guardo dentro del bolsillo de su chaqueta negra, tanteo el
dije de una media luna, que colgaba de la cadena en su cuello. Un obsequio de
Eun Ji. No sabía cómo llamarla, podría decirse que era lo más cercano a una
abuela que él había llegado a tener. Servicial, amable, sobreprotectora.
WooHyun lamentaba hacerla preocupar, haber hecho que viera una situación
horrible, y que sin que lo conociese hubiese estado cuidándolo. Supo por parte
de Min Ji que la mujer había sufrido una crisis de nervios cuando él logro
despertar.
Esa noche
en que, quizás tuvo el coraje, decidió despedirse de ese mundo que parecía
estar poblado de nieve, y frio, arboles sin hojas y agua con tintes rojizos, lo
poco que recordaba mientras había estado en coma, un pequeño movimiento de su
cuerpo causo que algunos de los parches del electrocardiograma que estaban
adheridos a su cuerpo se salieran, y otros comenzaron a recibir alteraciones
por el brusco movimiento. Para él había sido como despertar de una pesadilla en
la que estaba perdido. Eun Ji demasiado perturbada por el sonido que emitió el
aparato, salió corriendo de la habitación sin tomar en cuenta que él había
abandonado el coma, y regresaba a la vida real. Eun Ji siempre lo recuerda,
diciendo que había estado muy metida en el libro que leía como en sus
pensamientos, que al escuchar el electrocardiograma con su pitido, su cuerpo se
puso en alerta prácticamente sin notar nada de lo que realmente sucedía. Aún
más recuerda a Min Ji cuando llegaba al hospital, y ella afligida, con solo su
mirar, había contagiado ese sentimiento a la mujer menor.
Por su
parte, WooHyun lo lamentaba por las dos, el tenerlas que hacer preocupar y
temer de lo que podía pasar en aquel entonces. Sin embargo el día en que
despertó, confundido y agobiado, queriendo que ciertamente los médicos que
ingresaban a la habitación le explicaran que ocurría y porque se encontraba
ahí, debido a un corto lapso en que había perdido la memoria, su pecho se
agitaba y su mente se veía envuelta en una laguna con la inefable sensación de
abandono. Por un par de días ignoro todo a su alrededor y se sumergió en su
burbuja. El personal de salud mental iba a ver su progreso cada mañana,
realizaban preguntas, explicaban sin querer opinar, permanecían varios minutos
sentados en la silla al lado de su cama, mientras que él no habría la boca más
que para pedir que lo dejaran solo y no lo molestaran, luego de eso se
retiraban. La situación se repetía igual para Min Ji y Eun Ji. Aun así nadie
desistió, solo él. Una de esa noches Min Ji había ido a verlo como normalmente
lo hacía, pero su visita apenas había durado unos 5 minutos. Ingreso, él
permanecía acostado dando la espalda a la mujer. Sintió la caricia de Min Ji
sobre sus cabellos, rostro, y su brazo izquierdo.
-Hoy no
puedo quedarme mucho tiempo...- Le había dicho-. Solo venía a dejarte algo.
Él no
volteo a ver a la mujer cuando se retiraba, si quiera había balbuceado algo,
solo cuando escucho el clic al cerrarse la puerta, decidió levantarse de la
cama, ir hasta el baño, lavarse la cara, preguntándose como se vería, no tenía
espejo para saber en qué condiciones se encontraba, por motivos de seguridad.
No le otorgarían el alta hasta que él no comenzara a responder positivamente
delante de los psiquiatras. A veces comenzaba a dudar que lo suyo fuese solo
depresión, tendía a reírse cuando se encontraba solo, pensando en la ironía de
no salir jamás de ese hospital y terminar en un neuropsiquiatrico por
esquizofrenia. Había regresado a su cama, las sábanas blancas siempre
presentes; las enfermeras venían cada día a cambiarlas, en lo que él se ponía a
un lado de la ventana y observaba hacia la calle. Había tomado asiento en la
cama, recostando su espalda en la pared, con la almohada detrás. Sus piernas
estiradas y sin querer taparse con la sabana. Observo la mesita a su lado. Un vaso
de plástico con agua, un libro que leía regularmente durante la madrugada y
esta vez había algo nuevo, una libreta.
Era
bastante pequeña en cuanto al largo, pero abundante en hojas que a simple vista
se podía saber que estaban escritas y muy usadas. Pensó que solo se trataba de
algo más para ver si sus sentidos regresaban, algún método por parte de los
psiquiatras utilizando la cercanía de Min Ji que tenía con él. Lo había tomado,
y comenzado a leer mientras que por su mente solo pasaba la idea que las dos
primeras páginas eran completa cursilería por parte de quien escribía en
primera persona. No fue sino hasta que llego a la cuarta que todo el relato le
parecía demasiado conocido, tal vez fuese un dejavu, sin embargo mencionaban
Irlanda, Dublín, The Dragon el pub al que él había asistido, Phoenix
Park durante el amanecer, el viaje hasta Doolin, Los acantilados de
Moher, y un trébol de cuatro hojas que el escritor había obsequiado a otro
muchacho.
Aquella
noche no durmió, se desveló leyendo con su mundo nuevamente alborotado por
preguntas y preguntas que surgían mientras más avanzaba. Hasta donde había
leído no había nombre de quien había escrito aquello y proseguía con la lectura
a esperas de que fuese develado en alguna página, sin embargo el amanecer llego,
una hora después los médicos comenzaron a hacer la visita de control de cada
mañana las enfermeras entraban y salían al igual que el personal de limpieza,
se vio interrumpido constantemente y el bullicio de fuera incluso lo molestaba.
Su psicoanalista apenas lo había regañado por no dormir, pero este recibió una
sorpresa.
-Quiero ver
a Min Ji, por favor.
WooHyun
estaba pidiendo por alguien, abandonando su actitud hostil de todos esos días,
y mostrando una pequeña llama de vivacidad en sus ojos enrojecidos por el
cansancio.
- Hoy estas
de muy buen humor, por lo visto- había dicho el hombre con bata blanca,
cabellos canosos y unos lentes que le daban el aspecto de ser un sujeto serio,
aun así, le devolvía cada palabra con una sonrisa al menor-. No sé quién vendrá
a verte dentro de un momento, WooHyun. Tal vez sea Eun Ji, o tienes suerte, y
venga Min Ji, por lo pronto te aconsejo que duermas un poco.
WooHyun no
había tenido suerte. Esa mañana quien había llegado fue Eun Ji. La recibió como
siempre, solo la interrogo en un solo momento mientras la mujer abría la
ventana de la habitación para que entrara algo de aire.
-¿Por qué
no viene Min Ji?
Eun Ji tuvo
una reacción similar al médico. Lo observo con ojos bastante abiertos, una
pequeña sonrisa que afloraba, y sorprendida.
-Vendrá mas
tarde. Probablemente a la noche.
- ¿Y por
qué no ahora?
Podía
percibir el gran interés del muchacho por la madre de SungKyu, y esa pequeña
actitud que había adoptado de un pequeño niño exigente. Podría jurar que estaba
próximo a una rabieta si Min Ji no aparecía en ese momento, podía verlo en ese
mohín en los labios de Nam. Eun Ji se acercó hasta la cama, la rodeo, y tomo
asiento en la silla. Sabía que WooHyun no cambiaría tan pronto de actitud para
con ella, pero tendría paciencia.
-Está
ocupada con la fundación. A pesar de no estar en Seúl, tiene que hacer algunos
trabajos.
WooHyun la
miro con el entrecejo fruncido e hizo su última pregunta.
-¿Sabes
quién escribió esto?-Dijo alzando la libreta hasta la altura de su cabeza.
-Se podría
decir que sí. Pero las explicaciones te las dará Min Ji.
El joven
prácticamente la asesino con la mirada, sin embargo Eun Ji solo sonrió
complacida por ver otras reacciones en el menor. Curiosidad, enfado, emoción.
Un tinte de vida en ese rostro a causa de los puchero que hacía y, por lo
visto, Nam no percibía.
El resto de
la tarde WooHyun la había ignorado, intentando leer la libreta, pero en un
momento, y por más que luchara, el sueño lo venció. Sus parpados se habían
cerrado, y permanecía solo con la ropa de cama. Eun Ji se dispuso a cubrirlo
con una frazada y pudo ver que el joven apretaba fuertemente ese cuaderno entre
sus brazos. No se lo retiro. La Luna comenzó a aparecer, cerro las ventanas y
encendió la lámpara de noche que se encontraba a un lado de la cama. Era bueno
verlo así, aunque ella no sabía decir cómo fue anteriormente aquel muchacho,
pero podía percibir que era una persona agradable, Min Ji se lo había dicho, y
SungKyu... y SungKyu no hablaba, demostraba. Con sus largas horas permaneciendo
en el hospital, pese a que se retiraba bien entrada a la noche. El joven de
pequeños ojos, como usualmente lo llamaba, ya estaba enterado de que WooHyun
había recobrado el conocimiento, así mismo las preocupaciones de Kim no
cedieron, aun temía por el estado depresivo del menor. Las llamadas desde
Irlanda eran constantes en el departamento de Nam, donde se quedaba Min Ji, y
ella generalmente se encontraba.
La puerta
de la habitación se abrió lentamente, haciendo el menor ruido posible. Eun Ji
volteo su cabeza.
-Permiso-Dijo
la madre de SungKyu quitándose la campera que llevaba puesta y cerrando la
puerta-. ¿Cómo está todo por acá?
-Tranquilo.-Dijo
la mayor mientras se ponía de pie, saludaba y buscaba su saco antes de salir al
frio de Buzan- Hoy pidió hablar contigo. Eso es un avance... Está durmiendo con
la libreta entre brazos.
Platicaron
unos cuantos minutos entre susurros, hasta que Eun Ji decidió que era tarde.
Tenía que estar en casa, a pesar de vivir sola, sus nietos llegarían esa noche
a cenar para hacerle algo de compañía.
Las mujeres se despidieron. Min Ji, luego de un momento, salió de la
habitación para poder hablar con el médico de cabecera de WooHyun y al regresar,
Nam estaba sentado al borde de la cama, con los cabellos hechos un revuelo, aun
perezoso por el sueño.
-WooHyun...-Murmuro
al entrar.
El joven
levanto la vista de sus piernas al escucharla y por primera vez desde que había
despertado del coma, la observaba con detenimiento. Se la notaba cansada, con
unas cuantas canas de más, y los gestos de expresión mucho más marcados.
-¿Cómo te
sientes?-Min Ji preguntaba al ver que Nam solo la miraba, pero el joven
reacciono segundos después, sacudiendo su cabeza, y sacando la libreta debajo
de la manta.
-¿Tu sabes
a quien le pertenece esto?- Pregunto con seriedad y a la vez bastante inquieto.
-Si...
-Dime... por favor.- Y para entonces WooHyun había
desecho todas sus barreras, a la espera de escuchar la respuesta de Min Ji,
rogando internamente a los cielos que se tratase de quien él creía.
-Es de mi
hijo... SungKyu.
No es que
no supusiera de quien se trataba, pero necesitaba la confirmación. Aquella
revelación supuso el nuevo comienzo para WooHyun. Era regresar a vivir, no de
la manera física porque estaba vivo, sino espiritualmente. La curiosidad en el
menor se acrecentó en ese día y en los siguientes. No queriendo recordar el día
en que casi pone fin a todo, sus preguntas giraban en torno a SungKyu. Desde su
nacimiento, pasatiempos, e incluso, saber si el mayor seguía interesado en él.
Min Ji, Eun
Ji y el grupo de psicoanalista que seguía el caso de Nam, se vieron
emocionadamente sorprendidos. El avance, luego de esa libreta que el protegía
como su mayor tesoro, había resultado imparable. Dos meses después WooHyun fue
dado de alta, con la condición de asistir a las sesiones de psicoanálisis.
Quedo a
cuidados de Eun Ji, cuando semanas después Min Ji creyó que podía retirarse y
regresar a Seúl. La anciana, e incluso los nietos de esta, lo aceptaron
abiertamente al grupo familiar. De sus padres no volvió .a saber más nada. En
varia ocasiones tomo el teléfono con la necesidad de escuchar la voz de su
madre por el otro lado de la línea, y al momento de marcar un solo número se
arrepentía Esa parte de su vida requería de más tiempo, y por lo pronto dejaría
que transcurrieran los meses o años… O lo que fuese necesario.
WooHyun se
acomodó mejor en su asiento, palpo nuevamente la libreta en el bolsillo de su chaqueta
y mientras continuaba su viaje en avión hasta llegar a destino, pensó:
“Regreso a
tus brazos”
...
…
Sus dedos
jugaron con el trébol en su mano, un trébol de cuatro hojas que había visto a
simple vista al llegar al lugar. Suerte, esto significa suerte…
Supuestamente, pensó con ironía en lo que continuaba esperando. Su ojos
viajaron por todo ese manto de agua que permanecía sosegate e hipnotizaste…
Hasta que su tranquilidad y letargo fueron interrumpidos.
-Hyung…-Fue
un suave susurro que llego a sus oídos, mientras él observaba el sin fin de ese
océano.
Su cuerpo
sufrió una extraña tensión. Su corazón acelero su andar y su respiración le
hizo pasar una pésima jugada, estaba sin aliento. No estaba ahí esperando por
él, estaba ahí por su madre y la ocurrente idea de que llegaría durante la
tarde a la ciudad de Doolin y pasaría por los acantilados y él debía esperarla…
No existió
mundo en ese instante, no existió realidad ni tiempo… Solo el eco de tu voz
acariciando mi cuerpo, mis pensamientos, mi ser…
La luna
venia asomando desde el horizonte, como fuego, encendida en su anaranjado
envolvente por la luz de sol, inmensa marcando presencia, sublime y rebosante
de energía y vitalidad.
-Hyung…
Llamo de
nuevo por él. Una brisa se alzó, agitando sus cabellos y el corto césped verde
que abundaba en esa inmensa extensión de tierra. Las aguas del océano
comenzaron con una inesperada danza y podía escucharse el choque de ellas
contra el inmenso paredón rocoso.
-Hyung…
Todo a su alrededor
cobraba vida y reaccionaba inesperadamente… Todo parecía tan predispuesto… Cosas
del destino…
Sus pies
tomaron la decisión de dar el primer paso, de girar lentamente sobre esa
porción de espacio que ocupaba, y todo su cuerpo término por darle la espalda
al espectacular paisaje que se despertaba ante ambos sujetos. SungKyu perdió el
aliento una vez más, y algo dentro de él se acrecentó hasta lograr que sus
pequeños ojos se pusieran acuosos, sin embargo no fue él en soltar la primera
lágrima. El rostro del moreno, a pocos metros de distancia, se vio siendo
ocupado por una tímida sonrisa y una cristalina gota de agua descendiendo por
su mejilla.
-WooHyun…
Su cuerpo,
su mente y la emoción se sincronizaron en un solo acto, correr hasta donde se
encontraba aquel joven y envolverlo entre sus brazos. Lo tomo por la cintura,
atrayéndolo, mientras que él menor hundía su rostro en el hueco del cuello del
mayor, aferrándose a él como si la vida se le fuera en ello. Un abrazo eterno y
fuertes sentimientos que salían a la luz luego de mucho tiempo.
Como si ese
momento fuese acabar en algún momento y no volviera a suceder nunca más,
SungKyu se aferró aún más, al cuerpo delgado de WooHyun, apretando entre sus
manos la tela de la chaqueta de Nam, e intentando respirar a pesar de la
dificultad que le creaban los sollozos que escapaban.
-Perdón…
Perdón por causarte tanto…- La palabras del menor se encontraban apagadas y
obstruidas por el llanto que no lograba cesar.
-No… No
tienes que pedir perdón… Estas aquí y estas bien… Es lo único que me importa.
Es una
grata sorpresa. Una liberadora sorpresa y tal vez gracias a mi madre pensó SungKyu. Ciertamente no esperaba encontrarse
con WooHyun, al menos no hasta dentro de un año o más cuando el menor estuviese
completamente seguro o preparado como le había comunicado su madre que el
psicoanalista de WooHyun había creído correcto. Sin embargo Nam se adelantó a
todo aquello, revelándose una vez más. No podía dejar pasar el tiempo y Min Ji
lo había ayudado a planear ese encuentro sorpresivo.
SungKyu
deshizo el abrazo solo para tomar el rostro de WooHyun entre sus manos y observar esas mejillas
empapadas por las lágrimas, y ese par de
ojos cafés desbordantes de fuerza, fortaleza y vigor.
-Te amo
Dos
palabras mencionadas por ambas bocas que
al final fueron selladas por un beso. No hacía falta una eterna declaración de
amor. Bastaba con el mirar de cada uno para conocer la sinceridad de aquel
sentimiento.
Te he visto
sucumbir ante el supuesto final, te he visto lejos de este mundo, te he visto
de mil maneras en pocas veces, he visto tus lágrimas, tu angustia, tu rostro
rozando el color de la muerte. Te he visto entregado a mí…
Y hoy te he
visto sonreírle a la vida por primera vez…
-----------------------------------------------------------------------------------------------
Final de esta historia!!!!!!!!!!! y que mal que me quedo, por cierto. Lo siento intente hacer lo mejor que pude. Estoy muy complicada con los tiempos. Tengo mucho para estudiar y una tonelada de examenes que no me daran vida dentro de poco. Hice un tiempo e intente escribir el final de este fic. Realmente sabía que intente lo que intente no me iba a salir algo decente. No sirvo para dar fin... ahhhh... bueno.
Gracias a todas las que me acompañaron hasta aquí. Las que comentaron y leyeron.
Nos vemos pronto...
p/d: Estoy abierta a las criticas, sea cuales sean... y a hacer algo mas para que esto no quede tan... así. Si quieren...