viernes, 16 de enero de 2015

El Trébol de la Luna. Cap 10 (Final)

Capítulo 10 (FINAL)

E visto este final, este trágico desencadenamiento de emociones al sentir en sueño que todo había acabado, que el último punto de esta historia se marcaba por si solo en el último renglón escrito. Mis parpados se abrieron entre la penumbra de la noche. Iluminado por los rayos de una luna que triste, sola, permanecía en ese infinito manto oscuro cubierto de estrellas que resaltaban inquietas de atención, pero alejadas de la luna.

La redondez plateada de está quizás creaba los celos de aquellas que se vislumbraban poco desde la tierra. Era la única manera, a mi entender, que veían en aquel satélite natural sin vida alguna, algo singular que lo diferenciaba de todas esas perlas grandes pero pequeñas al ojo humano... Quizás fuese diferente y única, quizás tenía algo especial que las demás no, posiblemente esa belleza que todos quieren explorar, pero que está al alcance de pocos... Quizás el misterio que guarda en su interior, los desconocido que oculta...

Secretos, infinidades de secretos enterrados tras millones de años en que nadie podía decir que de que se trataba aquella cosa que se encarga de dar a luz a las tinieblas de la noche.

¿Entiendes a lo que voy? ¿Comprendes a lo que me refiero?

La luna es como tú. Vaga sola, con las estrellas alejadas de ella quizás porque es diferente. Quizás porque es pequeña, carente de luz propia, golpeada por esos proyectiles espaciales que dejan las evidentes marcas sobre ese suelo rocoso... Quizás las estrellas no comprenden como es que aún perdura, resistente ante cada cataclismo, y a ojos de nosotros, aún más bella.

Nosotros, las personas, gran parte de la sociedad tenemos esta reacción ante lo desconocido, ante lo diferente e incomprensible. Tememos de aquello que por lógica no tiene sentido. Esto sucede contigo. Eres un ser magnifico, alguien distinto del resto, con tus secretos y verdades y esto asusta a muchos... ¿Quieres cambiar y acoplarte a lo "normal"? ¿Quieres pertenecer a ese lado donde la "moral" reyna en todos? o ¿Prefieres ser tú en toda tu escénica?

¿Comprendes ahora?

Sin embargo esta noche, apenas unas horas antes de que mi vuelo despegue desde Irlanda con destino a Corea del Sur, tengo este desasosiego en mi pecho de que tú no elegirás ni por una ni por la otra... Ninguna de las opciones válidas para quien que está demasiado lejos pueda poner un alto a cualquier locura que tu mente engañosa pudiese interpretar como correcta, como lo más acertado. Como el mejor escape al caos...

Espérame un poco más, espérame...

...
...

Tengo un gran agotamiento físico y mental. De vez en cuando siento que mis piernas se doblegaran y se rendirán ante este mundo insensato, porque es lo único que puedo pensar en este instante mientras veo tu pálido cuerpo en esa cama de hospital, siendo asistido por médicos que intentan con esfuerzo que salgas adelante y retomes una nueva vida.

Los días transcurren rápido y yo quisiera con fervor poder atascarlos, que nada avance, solo tu recuperación. Pero me estoy sintiendo inservible, un pobre diablo como dirían mucho, rebasado por esta situación en la cual nada está en mis manos solo seguir pidiendo a algún Dios que escuche mis plegarias y ruego de que te pueda dar una nueva oportunidad. Sin embargo, sentado en esta silla, mientras las lágrimas escapan aprovechando la desolación de este cuarto, en que tu duermes, y el silencio apenas opacado por algún murmullo proveniente desde afuera, me hundo ante a ti viendo que ante tanto ruego nada sucede...

¿Es que nadie puede aceptarte cómo eres? ¿Nadie puede ver lo precioso que eres, tanto por fuera, como por dentro?

Se podría decir que estoy envuelto en ira, dolor y decepción... Puedo afirmar que me siento tan culpable como el resto que intento humillarte y te sucumbió a este estado. No te tendría que haber dejado ir, no tendría que haberme separado de ti... No tendría que haberme demora en llegar. No tendría que haber sido tan ingenuo de que esto no llegaría pasar.

Lo siento...

...
...

Nada ha cambiado, continúas en la misma postura, con sábanas blancas cubriendo tú desnudes, tus parpados cerrados y tu deseo inmenso de permanecer en ese sueño interminable. Me pregunto seguidamente que habrá de interesante en esa irrealidad que prefieres estar ahí, a regresar aquí. Luego sonrió cínicamente, porque posiblemente encuentres en ese mundo lo que aquí no hay... Amor.

Tal vez estén tus padres recibiéndote con una cena recién preparada, luego de que llegues de un arduo día de trabajo. Una plática banal mientras comes, compartiendo sonrisas, frases que demuestren cariño por parte de tu madre, y alguna muestra de afecto por parte de tu padre. Ya sabes, por ser el hombre de la casa no suelen ser abiertos con sus sentimientos. Pero es perfecto para ti. Te aceptan y te sientes bien. Es lo ideal.

Por el contrario en esta realidad, donde estoy viviendo, y deseo que sea una pesadilla más, somos tres desconocidos los que velan por tu recuperación. Mi madre que es la que tu más conoces, donde creo que el destino obra de maneras inentendibles... El mundo es un pañuelo, ciertamente. No hubiese esperado que tú fueses un colaborador en esa  fundación para niños huérfanos. Poco hablaste de ti, en tu viaje por Irlanda, pero tus ojos resultaban ser una gran puerta a tu alma. Negar que percibía demasiada agonía en tu mirar, no tenía sentido. La tristeza y la inseguridad se palpaban en todo tu ser. Aun así, fue irremediable para mí, verte en esa disco, bebiendo en solitario algún trago recién preparado, y no sentirme atraído por ti.

Es un recuerdo que me hace sonreír, porque actué como un acosador, persiguiéndote por donde ibas, ¿Que pensaras de mi cuando sepas esto? No tenía nada que hacer en Doolin, solo fue un viaje inesperado, persiguiendo a alguien que, lo diré aunque sea cursi y cliché, flecho mi corazón en un primer vistazo. No creo en el amor a primera vista, ya lo he dicho antes... Todo lo he dicho en las primeras páginas de este cuaderno, pero, vuelvo a repetirlo, movilizaste algo en mí.

¿Cuándo despertaras?

 A veces hago esa pregunta en voz alta, cuando estamos solos en este cuarto. Si hubiese llegado antes, si hubiese podido detener lo que querías hacer... WooHyun no quiero regresar a Irlanda, pero me encuentro en una encrucijada. Es necesario que este de nuevo allí. No tengo otra opción por el momento. No te diré el motivo, no por aquí... Tal vez cuando despiertes y al fin pueda ver vida en tus ojos te diré el por qué.

Mi vuelo salé en una hora y media. No quiero irme. Mi cuerpo se ira pero mi alma y todo mi ser estará en estas cuatros paredes, en cada rincón, esperando todo lo que haya que esperar. Ansiando lo que ansió. Quisiera que leyeras mis pensamientos, quisiera que compartiéramos mente. Sabrías de ante mano que hay quienes te esperan, incluso quien no te conoce. Seguro conocerás a Eun Ji en cuanto regreses. Eres especial WooHyun, incluso alguien que no ha llegado a entablar una conversación contigo te ha tomado cariño...

Tengo que irme. Lo hare en contra de mi voluntad, con lagrimas obstruidas y sensación de ahogo. No te abandono, no lo estoy haciendo. Eso estoy mentalizando a cada segundo. Es mi engaño. Perdón WooHyun, perdón porque no puedo brindar algo mejor para ti. Perdón porque no estuve para ti a pesar de conocernos prácticamente nada, y yo profeso amor por ti sin poder hacer mucho porque tu mundo cambie.

Mis últimas palabras, mas allá de repetir perdón, es que supera tus miedos, no temas y lucha y sin rendirte

...
...

No temas y lucha...

La frase resonó en su cabeza. Un eco con indicios de ser un consejo, una ayuda, una frase que lo apretaba tan fuerte como un abrazo, que lo reconfortaba. Brindaba calidez en tan solo escazas palabras escritas. Las subrayo como un notorio recuerdo, algo esencial para su vida. Lo repetía como un mantra, una oración, como si fuese el hilo de lo que pendía su vida.

Tenía efecto. Sonreía, sintiendo sus labios curvarse, sintiendo que plasmaba alivio, tranquilidad, y sosiego. Pero ser consciente de que tan reales era aquello, le había valido pasar por miles de cosas, superarse con mucho dolor de por medio, pero esta vez dejándose ayudar.

Las eternas cicatrices en sus muñecas serían su estigma, donde ese pasado no muy lejano quería representar el presente una vez más, pero esta vez sin efecto alguno sobre él. Los recuerdos venían de noche como también de día, de esa inseguridad, de ese miedo continuo, donde la desesperación, la soledad y dolor lo dominaron hasta carcomerlo casi completamente. El frio de la soledad lo había manipulado, perdiendo el sentido del camino que en ese momento, aparentaba retomar. En ocasiones la ansiedad lo invadía cuando su mente remontaba hacía un año atrás. El hecho que sucediera cuando iba a su cuarto, apagaba las luces, e intentaba conciliar el sueño, hacían que forzosamente tuviese que hurgar en el cajón de la mesita de noche, para retirar el frasco con pastillas que el médico le había recetado. Un modo de ayuda para dormir. Al menos podía decir, que de a poco las iba dejando, haciendo de su consumo menos necesario. Era un avance. Aun asistía a las sesiones con el psicoanalista y de vez en cuando se presentaba en el grupo de autoayuda para compartir, con varios más su situación.

Cerro la pequeña libreta y la guardo dentro del bolsillo de su chaqueta negra, tanteo el dije de una media luna, que colgaba de la cadena en su cuello. Un obsequio de Eun Ji. No sabía cómo llamarla, podría decirse que era lo más cercano a una abuela que él había llegado a tener. Servicial, amable, sobreprotectora. WooHyun lamentaba hacerla preocupar, haber hecho que viera una situación horrible, y que sin que lo conociese hubiese estado cuidándolo. Supo por parte de Min Ji que la mujer había sufrido una crisis de nervios cuando él logro despertar.

Esa noche en que, quizás tuvo el coraje, decidió despedirse de ese mundo que parecía estar poblado de nieve, y frio, arboles sin hojas y agua con tintes rojizos, lo poco que recordaba mientras había estado en coma, un pequeño movimiento de su cuerpo causo que algunos de los parches del electrocardiograma que estaban adheridos a su cuerpo se salieran, y otros comenzaron a recibir alteraciones por el brusco movimiento. Para él había sido como despertar de una pesadilla en la que estaba perdido. Eun Ji demasiado perturbada por el sonido que emitió el aparato, salió corriendo de la habitación sin tomar en cuenta que él había abandonado el coma, y regresaba a la vida real. Eun Ji siempre lo recuerda, diciendo que había estado muy metida en el libro que leía como en sus pensamientos, que al escuchar el electrocardiograma con su pitido, su cuerpo se puso en alerta prácticamente sin notar nada de lo que realmente sucedía. Aún más recuerda a Min Ji cuando llegaba al hospital, y ella afligida, con solo su mirar, había contagiado ese sentimiento a la mujer menor.

Por su parte, WooHyun lo lamentaba por las dos, el tenerlas que hacer preocupar y temer de lo que podía pasar en aquel entonces. Sin embargo el día en que despertó, confundido y agobiado, queriendo que ciertamente los médicos que ingresaban a la habitación le explicaran que ocurría y porque se encontraba ahí, debido a un corto lapso en que había perdido la memoria, su pecho se agitaba y su mente se veía envuelta en una laguna con la inefable sensación de abandono. Por un par de días ignoro todo a su alrededor y se sumergió en su burbuja. El personal de salud mental iba a ver su progreso cada mañana, realizaban preguntas, explicaban sin querer opinar, permanecían varios minutos sentados en la silla al lado de su cama, mientras que él no habría la boca más que para pedir que lo dejaran solo y no lo molestaran, luego de eso se retiraban. La situación se repetía igual para Min Ji y Eun Ji. Aun así nadie desistió, solo él. Una de esa noches Min Ji había ido a verlo como normalmente lo hacía, pero su visita apenas había durado unos 5 minutos. Ingreso, él permanecía acostado dando la espalda a la mujer. Sintió la caricia de Min Ji sobre sus cabellos, rostro, y su brazo izquierdo.

-Hoy no puedo quedarme mucho tiempo...- Le había dicho-. Solo venía a dejarte algo.

Él no volteo a ver a la mujer cuando se retiraba, si quiera había balbuceado algo, solo cuando escucho el clic al cerrarse la puerta, decidió levantarse de la cama, ir hasta el baño, lavarse la cara, preguntándose como se vería, no tenía espejo para saber en qué condiciones se encontraba, por motivos de seguridad. No le otorgarían el alta hasta que él no comenzara a responder positivamente delante de los psiquiatras. A veces comenzaba a dudar que lo suyo fuese solo depresión, tendía a reírse cuando se encontraba solo, pensando en la ironía de no salir jamás de ese hospital y terminar en un neuropsiquiatrico por esquizofrenia. Había regresado a su cama, las sábanas blancas siempre presentes; las enfermeras venían cada día a cambiarlas, en lo que él se ponía a un lado de la ventana y observaba hacia la calle. Había tomado asiento en la cama, recostando su espalda en la pared, con la almohada detrás. Sus piernas estiradas y sin querer taparse con la sabana. Observo la mesita a su lado. Un vaso de plástico con agua, un libro que leía regularmente durante la madrugada y esta vez había algo nuevo, una libreta.

Era bastante pequeña en cuanto al largo, pero abundante en hojas que a simple vista se podía saber que estaban escritas y muy usadas. Pensó que solo se trataba de algo más para ver si sus sentidos regresaban, algún método por parte de los psiquiatras utilizando la cercanía de Min Ji que tenía con él. Lo había tomado, y comenzado a leer mientras que por su mente solo pasaba la idea que las dos primeras páginas eran completa cursilería por parte de quien escribía en primera persona. No fue sino hasta que llego a la cuarta que todo el relato le parecía demasiado conocido, tal vez fuese un dejavu, sin embargo mencionaban Irlanda, Dublín, The Dragon el pub al que él había asistido, Phoenix Park durante el amanecer, el viaje hasta Doolin, Los acantilados de Moher, y un trébol de cuatro hojas que el escritor había obsequiado a otro muchacho.

Aquella noche no durmió, se desveló leyendo con su mundo nuevamente alborotado por preguntas y preguntas que surgían mientras más avanzaba. Hasta donde había leído no había nombre de quien había escrito aquello y proseguía con la lectura a esperas de que fuese develado en alguna página, sin embargo el amanecer llego, una hora después los médicos comenzaron a hacer la visita de control de cada mañana las enfermeras entraban y salían al igual que el personal de limpieza, se vio interrumpido constantemente y el bullicio de fuera incluso lo molestaba. Su psicoanalista apenas lo había regañado por no dormir, pero este recibió una sorpresa.

-Quiero ver a Min Ji, por favor.

WooHyun estaba pidiendo por alguien, abandonando su actitud hostil de todos esos días, y mostrando una pequeña llama de vivacidad en sus ojos enrojecidos por el cansancio.

- Hoy estas de muy buen humor, por lo visto- había dicho el hombre con bata blanca, cabellos canosos y unos lentes que le daban el aspecto de ser un sujeto serio, aun así, le devolvía cada palabra con una sonrisa al menor-. No sé quién vendrá a verte dentro de un momento, WooHyun. Tal vez sea Eun Ji, o tienes suerte, y venga Min Ji, por lo pronto te aconsejo que duermas un poco.

WooHyun no había tenido suerte. Esa mañana quien había llegado fue Eun Ji. La recibió como siempre, solo la interrogo en un solo momento mientras la mujer abría la ventana de la habitación para que entrara algo de aire.

-¿Por qué no viene Min Ji?

Eun Ji tuvo una reacción similar al médico. Lo observo con ojos bastante abiertos, una pequeña sonrisa que afloraba, y sorprendida.

-Vendrá mas tarde. Probablemente a la noche.

- ¿Y por qué no ahora?

Podía percibir el gran interés del muchacho por la madre de SungKyu, y esa pequeña actitud que había adoptado de un pequeño niño exigente. Podría jurar que estaba próximo a una rabieta si Min Ji no aparecía en ese momento, podía verlo en ese mohín en los labios de Nam. Eun Ji se acercó hasta la cama, la rodeo, y tomo asiento en la silla. Sabía que WooHyun no cambiaría tan pronto de actitud para con ella, pero tendría paciencia.

-Está ocupada con la fundación. A pesar de no estar en Seúl, tiene que hacer algunos trabajos.

WooHyun la miro con el entrecejo fruncido e hizo su última pregunta.

-¿Sabes quién escribió esto?-Dijo alzando la libreta hasta la altura de su cabeza.

-Se podría decir que sí. Pero las explicaciones te las dará Min Ji.

El joven prácticamente la asesino con la mirada, sin embargo Eun Ji solo sonrió complacida por ver otras reacciones en el menor. Curiosidad, enfado, emoción. Un tinte de vida en ese rostro a causa de los puchero que hacía y, por lo visto, Nam no percibía.

El resto de la tarde WooHyun la había ignorado, intentando leer la libreta, pero en un momento, y por más que luchara, el sueño lo venció. Sus parpados se habían cerrado, y permanecía solo con la ropa de cama. Eun Ji se dispuso a cubrirlo con una frazada y pudo ver que el joven apretaba fuertemente ese cuaderno entre sus brazos. No se lo retiro. La Luna comenzó a aparecer, cerro las ventanas y encendió la lámpara de noche que se encontraba a un lado de la cama. Era bueno verlo así, aunque ella no sabía decir cómo fue anteriormente aquel muchacho, pero podía percibir que era una persona agradable, Min Ji se lo había dicho, y SungKyu... y SungKyu no hablaba, demostraba. Con sus largas horas permaneciendo en el hospital, pese a que se retiraba bien entrada a la noche. El joven de pequeños ojos, como usualmente lo llamaba, ya estaba enterado de que WooHyun había recobrado el conocimiento, así mismo las preocupaciones de Kim no cedieron, aun temía por el estado depresivo del menor. Las llamadas desde Irlanda eran constantes en el departamento de Nam, donde se quedaba Min Ji, y ella generalmente se encontraba.

La puerta de la habitación se abrió lentamente, haciendo el menor ruido posible. Eun Ji volteo su cabeza.

-Permiso-Dijo la madre de SungKyu quitándose la campera que llevaba puesta y cerrando la puerta-. ¿Cómo está todo por acá?

-Tranquilo.-Dijo la mayor mientras se ponía de pie, saludaba y buscaba su saco antes de salir al frio de Buzan- Hoy pidió hablar contigo. Eso es un avance... Está durmiendo con la libreta entre brazos.

Platicaron unos cuantos minutos entre susurros, hasta que Eun Ji decidió que era tarde. Tenía que estar en casa, a pesar de vivir sola, sus nietos llegarían esa noche a cenar para hacerle algo de compañía.  Las mujeres se despidieron. Min Ji, luego de un momento, salió de la habitación para poder hablar con el médico de cabecera de WooHyun y al regresar, Nam estaba sentado al borde de la cama, con los cabellos hechos un revuelo, aun perezoso por el sueño.

-WooHyun...-Murmuro al entrar.

El joven levanto la vista de sus piernas al escucharla y por primera vez desde que había despertado del coma, la observaba con detenimiento. Se la notaba cansada, con unas cuantas canas de más, y los gestos de expresión mucho más marcados.

-¿Cómo te sientes?-Min Ji preguntaba al ver que Nam solo la miraba, pero el joven reacciono segundos después, sacudiendo su cabeza, y sacando la libreta debajo de la manta.

-¿Tu sabes a quien le pertenece esto?- Pregunto con seriedad y a la vez bastante inquieto.

-Si...

-Dime...  por favor.- Y para entonces WooHyun había desecho todas sus barreras, a la espera de escuchar la respuesta de Min Ji, rogando internamente a los cielos que se tratase de quien él creía.

-Es de mi hijo... SungKyu.

No es que no supusiera de quien se trataba, pero necesitaba la confirmación. Aquella revelación supuso el nuevo comienzo para WooHyun. Era regresar a vivir, no de la manera física porque estaba vivo, sino espiritualmente. La curiosidad en el menor se acrecentó en ese día y en los siguientes. No queriendo recordar el día en que casi pone fin a todo, sus preguntas giraban en torno a SungKyu. Desde su nacimiento, pasatiempos, e incluso, saber si el mayor seguía interesado en él.

Min Ji, Eun Ji y el grupo de psicoanalista que seguía el caso de Nam, se vieron emocionadamente sorprendidos. El avance, luego de esa libreta que el protegía como su mayor tesoro, había resultado imparable. Dos meses después WooHyun fue dado de alta, con la condición de asistir a las sesiones de psicoanálisis.

Quedo a cuidados de Eun Ji, cuando semanas después Min Ji creyó que podía retirarse y regresar a Seúl. La anciana, e incluso los nietos de esta, lo aceptaron abiertamente al grupo familiar. De sus padres no volvió .a saber más nada. En varia ocasiones tomo el teléfono con la necesidad de escuchar la voz de su madre por el otro lado de la línea, y al momento de marcar un solo número se arrepentía Esa parte de su vida requería de más tiempo, y por lo pronto dejaría que transcurrieran los meses o años… O lo que fuese necesario.

WooHyun se acomodó mejor en su asiento, palpo nuevamente la libreta en el bolsillo de su chaqueta y mientras continuaba su viaje en avión hasta llegar a destino, pensó:

“Regreso a tus brazos”

...

Sus dedos jugaron con el trébol en su mano, un trébol de cuatro hojas que había visto a simple vista al llegar al lugar. Suerte, esto significa suerte… Supuestamente, pensó con ironía en lo que continuaba esperando. Su ojos viajaron por todo ese manto de agua que permanecía sosegate e hipnotizaste… Hasta que su tranquilidad y letargo fueron interrumpidos.

-Hyung…-Fue un suave susurro que llego a sus oídos, mientras él observaba el sin fin de ese océano.

Su cuerpo sufrió una extraña tensión. Su corazón acelero su andar y su respiración le hizo pasar una pésima jugada, estaba sin aliento. No estaba ahí esperando por él, estaba ahí por su madre y la ocurrente idea de que llegaría durante la tarde a la ciudad de Doolin y pasaría por los acantilados y él debía esperarla…

No existió mundo en ese instante, no existió realidad ni tiempo… Solo el eco de tu voz acariciando mi cuerpo, mis pensamientos, mi ser…

La luna venia asomando desde el horizonte, como fuego, encendida en su anaranjado envolvente por la luz de sol, inmensa marcando presencia, sublime y rebosante de energía y vitalidad.

-Hyung…

Llamo de nuevo por él. Una brisa se alzó, agitando sus cabellos y el corto césped verde que abundaba en esa inmensa extensión de tierra. Las aguas del océano comenzaron con una inesperada danza y podía escucharse el choque de ellas contra el inmenso paredón rocoso.

-Hyung…

Todo a su alrededor cobraba vida y reaccionaba inesperadamente… Todo parecía tan predispuesto… Cosas del destino…

Sus pies tomaron la decisión de dar el primer paso, de girar lentamente sobre esa porción de espacio que ocupaba, y todo su cuerpo término por darle la espalda al espectacular paisaje que se despertaba ante ambos sujetos. SungKyu perdió el aliento una vez más, y algo dentro de él se acrecentó hasta lograr que sus pequeños ojos se pusieran acuosos, sin embargo no fue él en soltar la primera lágrima. El rostro del moreno, a pocos metros de distancia, se vio siendo ocupado por una tímida sonrisa y una cristalina gota de agua descendiendo por su mejilla.

-WooHyun…

Su cuerpo, su mente y la emoción se sincronizaron en un solo acto, correr hasta donde se encontraba aquel joven y envolverlo entre sus brazos. Lo tomo por la cintura, atrayéndolo, mientras que él menor hundía su rostro en el hueco del cuello del mayor, aferrándose a él como si la vida se le fuera en ello. Un abrazo eterno y fuertes sentimientos que salían a la luz luego de mucho tiempo.

Como si ese momento fuese acabar en algún momento y no volviera a suceder nunca más, SungKyu se aferró aún más, al cuerpo delgado de WooHyun, apretando entre sus manos la tela de la chaqueta de Nam, e intentando respirar a pesar de la dificultad que le creaban los sollozos que escapaban.

-Perdón… Perdón por causarte tanto…- La palabras del menor se encontraban apagadas y obstruidas por el llanto que no lograba cesar.

-No… No tienes que pedir perdón… Estas aquí y estas bien… Es lo único que me importa.

Es una grata sorpresa. Una liberadora sorpresa y tal vez gracias a mi madre pensó SungKyu. Ciertamente no esperaba encontrarse con WooHyun, al menos no hasta dentro de un año o más cuando el menor estuviese completamente seguro o preparado como le había comunicado su madre que el psicoanalista de WooHyun había creído correcto. Sin embargo Nam se adelantó a todo aquello, revelándose una vez más. No podía dejar pasar el tiempo y Min Ji lo había ayudado a planear ese encuentro sorpresivo.

SungKyu deshizo el abrazo solo para tomar el rostro de WooHyun  entre sus manos y observar esas mejillas empapadas  por las lágrimas, y ese par de ojos cafés desbordantes de fuerza, fortaleza y vigor.

-Te amo

Dos palabras mencionadas por ambas  bocas que al final fueron selladas por un beso. No hacía falta una eterna declaración de amor. Bastaba con el mirar de cada uno para conocer la sinceridad de aquel sentimiento. 

Te he visto sucumbir ante el supuesto final, te he visto lejos de este mundo, te he visto de mil maneras en pocas veces, he visto tus lágrimas, tu angustia, tu rostro rozando el color de la muerte. Te he visto entregado a mí…

Y hoy te he visto sonreírle a la vida por primera vez…




-----------------------------------------------------------------------------------------------



Final de esta historia!!!!!!!!!!! y que mal que me quedo, por cierto. Lo siento intente hacer lo mejor que pude. Estoy muy complicada con los tiempos. Tengo mucho para estudiar y una tonelada de examenes que no me daran vida dentro de poco. Hice un tiempo e intente escribir el final de este fic. Realmente sabía que intente lo que intente no me iba a salir algo decente. No sirvo para dar fin... ahhhh... bueno.

Gracias a todas las que me acompañaron hasta aquí. Las que comentaron y leyeron. 

Nos vemos pronto...


p/d: Estoy abierta a las criticas, sea cuales sean... y a hacer algo mas para que esto no quede tan... así. Si quieren...