Capítulo 4
Sus ojos se
centraron en el pequeño niño que jugaba solo en el salón, principal del
edificio, con sus piernecitas cruzada, al estilo indio, y unos cubos plásticos
de varios colores. Tenía un mandil celeste, con cuello azul a cuadrille, el
uniforme de los más pequeños de la fundación. Woohyun se enterneció con el
pequeño. ¿Cuantos años tenía? Supuso que no superaba los tres años de edad. La
sonrisa en sus labios, se difumino. Contrariado, por no saber si sonreír con la
astucia del menor, al armar un torre con los cubos, acomodándolos desde abajo
hacia arriba, de mayor a menor tamaño, o plantearse que la tristeza lo
consumiera, porque ese niño había sido abandonado.
Se afirmó
en el resquicio de la puerta de la cocina, cruzando sus brazos, y dejo que su
mente divagara lejos. ¿Era consiente, aquel pequeño de que sus padres, o solo
su madre, o quien fuese que lo tuviese a cargo, lo había abandonado? Su mente
viajo un poco mas ¿Se identificaba con el menor? ¿Se sentía abandonado? El niño
sonrió mientras se ponía de pie, e iba en busca de más juguetes en la caja que
se encontraba en un rincón del salón.
<<Demasiado
joven para entender, demasiado inocente para perturbarse con sentimientos
negativos>>
-Esta aquí,
desde que es un bebé.-Dijo Min Ji, en susurro.
Woohyun
miro hacia un costado. No había notado la presencia de la mujer en el salón,
mucho menos de que estuviera tan cerca. Una avenía como saludo por parte de él,
y la mayor sonrió, sin despegar la vista del niño. El par de ojos rasgados, despedían
una luz, un brillo de anhelo en Min Ji, y su mundo sufrió un dejavu, como un
momento ya vivido, como si hubiese visto es destello en alguien más.
-El piensa
que su familia, somos todos. Cuando dibuja siempre es el que más demora en
entregar, porque se detiene en hacer a cada uno de la fundación, desde los
niños hasta los encargados. Incluso en uno de los últimos trabajos que
estuvimos haciendo, te dibujo a ti.- Él la observo sorprendido, pero con
demasiada curiosidad.- Tienes tres dedos en una mano, y cinco en la otra.
Una corta
risa, compartida entre ambos, y Min Ji, esta vez se concentró en él.
-¿Cómo están
tus cosas, Woohyun?-Pregunto
Esta vez
sus manos se escondieron, en el interior de los bolsillos delanteros de su pantalón,
y como si fuese nada, solo se encogió de hombros.
-Supongo
que... estable. Sin cambios. Hoy tuve, mi primera cirugía.
-Y ¿Cómo te
fue con eso?
-No muy
bien, que digamos.- Su sonrisa se esfumo, y la mujer lo miro preocupado,
mientras bebía un sorbo de té de la taza de porcelana blanca.- No por mí. Lo
que pensamos que sería solo una cirugía de cálculos en la vesícula, resulto ser
algo más... Y tal parecía ya había echo metástasis en otros órganos. Aun así,
se extrajo algo para una biopsia. Solo para estar seguros, aunque no caben
dudas, es terminal.-Sentencio.
-Lo
siento...
-No se
preocupe. En esta profesión, es algo que debe suceder muy a menudo. Yo, recién
comienzo, pero con seguridad sé que no será la primera vez que me topé con algo
así.
- Y… ¿ahora
que queda por hacer con el paciente?
-
Quimioterapia, solo para mantenerlo. Y calidad de vida.- Necesitaba cambiar de
tema, porque recordar que había tenido que anunciar a una persona, que
posiblemente le quedaba menos de un año de vida, ciertamente lo cargaba de
angustia.- ¿Usted, como esta?
Hacia unos
días atrás, y sin intención alguna, había sido testigo de una discusión entre
Min Ji, y quien parecía ser su marido, o tal vez su ex marido. Un planteo del
hombre a la mujer, por unos papeles de divorcio que le habían llegado al
trabajo, por parte del abogado. Las quejas del sujeto, se habían escuchado
hasta fuera de la oficina, y llegaron, incluso, a oídos de los menores, que a
altas horas de la noche, fueron despiertos de sus sueños. Él, se estaba
marchando de la fundación, cuando los escucho, y prefirió permanecer unos
minutos más, por si las dudas, ya que el hombre parecía sacado de sus cabales.
- Bien.-Respondió
con sequedad, y desviando la mirada de nuevo al pequeño que era levantado, por
una joven, y entre risas, por las cosquillas propinadas, se iba a su
habitación.- Cruzando un divorcio, como todos ya saben en este lugar... Pero
aliviada.-Guardo silencio por unos segundos, y retomo la charla- Hoy hable con
mi hijo. Se siente culpable de lo que está
sucediendo, pero no tiene nada que ver. Yo no le daré la espalda, si es eso lo
que espera mi esposo.
-Es usted,
una excelente persona.-Comento, y ella le dedico una sonrisa, mientras
ingresaba al interior de la cocina, para dejar
la taza dentro del lavado.
-Gracias.
Pero creo que es lo que haría toda madre. Apoyarlo a seguir adelante, y que sea
feliz, sea al lado de quien sea.-Soltó un suspiro, comenzó a lavar la taza- Y
sabes, creo que está enamorado... ¿Alguna vez te enamoraste, Woohyun?
Y no respondió.
Sin embargo bajo del umbral de la puerta, solo pudo observar algún punto invisible,
en la pared al final de la cocina, y como si fuese una pantalla de cine, los
recuerdos junto a Sungkyu, se corrieron como una película. Lo extrañaba, sin
duda lo hacía. Fue un tiempo relativamente corto al lado de Kim, pero el
suficiente, para que crecieran sentimientos por el mayor.
-Me parece
que si.- Agrego Min Ji con total picardía.
Otra vez se
encogió de hombros, pero sus labios esbozaron una sincera sonrisa.
-Puede
ser...
No transcurrió
demasiado tiempo conversando, en que Woohyun se percató de la hora, y que ya
era demasiado tarde para seguir permaneciendo en la fundación. Busco su bolso,
dentro del cuarto donde se encontraban los casilleros de los que trabajan en el
lugar. Se despidió de Min Ji, con beso en la mejilla, tal cual hacía tiempo atrás
con su madre.
La luna
llena en un firmamento oscuro, pero alumbrado por los pequeños puntos
brillantes y centelleantes. La noche fría, y nostálgica. Resguardo sus manos
del frio, hundiéndolas en los bolsillos de su abrigo, y desplazo su mirada, por
la infinita calle que tenía delante. Su casa estaba a unas veinte cuadras, de
la fundación y él prefería hacerlas caminando. Un pequeño lapso de quietud en
su vida, antes de llegar a su hogar.
Pudo ver
las la luces encendidas en el porche de su casa, mientras se acercaba cada vez más.
Subió los primeros escalones, y antes de poder abrir la puerta, esta se abrió
sola. Su padre apareció desde el interior, con un rictus en su rostro, tan
severo que le erizo la piel.
-Entra
dentro, tenemos que hablar.-Dijo el mayor.
Y el solo obedeció,
a pesar que su corazón se estrujaba por dentro, pidiendo a gritos, porque se
largara de ese lugar.
...
...
Dublin,
Irlanda.
Mojo su
cara con agua bastante fría, y observo su reflejo en el espejo, del sanitario
para hombres de la editorial. Unas muy
bien marcadas ojeras se acentuaban en su rostro níveo. La presencia de la falta
de sueño, notándose en cada uno de sus rasgos faciales. Seco su cara con las
toallas de papel, que colgaban en el pequeño objeto pegado a la pared, y luego
lo desecho en el canasto de basura que estaba junto al lavado.
Regreso a su oficina, sin percibir que por
detrás de él era perseguido por alguien más. Cerró la puerta, sin embargo no la
escucho cerrarse y entonces volteo a ver.
-¿Qué te
sucede?- Pregunto Alana. La joven termino por ingresar y cerrar. Observo con determinación
a Sungkyu y frunció el entrecejo.-Estas demacrado, muchacho.
-Gracias.
No lo había notado- Dijo con un deje notable de sarcasmo, y se acomodó en su
silla.
La
pelirroja extrajo una pequeña banqueta, que tenía Kim en un rincón, y la dejo
delante del escritorio. Tomo asiento.
Los cabellos cobrizos, caían por sus amplios hombros cubiertos de pecas,
resaltando sobre la piel blanca. Los grandes ojos turquesas, destacando dentro
de las cuencas, que hasta hacían doler la vista. Con un pantalón ancho y largo,
y una camiseta al estilo hindú, Alana abrió sus piernas tal cual lo hacía un
hombre al sentarse.
Sungkyu, se
recargo en el respaldo, y la observo con una de sus cejas elevadas.
-¿De verdad
no eres lesbiana?
-No, no lo
soy… Que yo sepa.
-Pero
pareces.
Ella solo hizo
una mueca en el rostro, dejando entrever que le daba igual si parecía o no ser
homosexual.
-Dime que
te sucede. Porque te veo desencajado de la realidad.
Alana,
escudriño con su mirada al menor. No era un genio en descubrir sentimientos
ocultos en las personas, pero Sungkyu era de los que no camuflaban sus estados
de ánimos. Si estaba alegre, su rostro se encargaba de hacerlo saber a medio
mundo, y si estaba triste, confundido, o lo que le estuviese sucediendo era como si lo gritara a los cuatros vientos.
Y ese día el joven, ingreso a la editorial, con un aura desestabilizada, y
perturbantemente aturdida. Sin contar que tanto la remera gris, y el pantalón
que llevaba puesto, ni por broma habían tocado la plancha caliente.
-¿Es por el
chico?- Indago, curiosa.
-¿Que
chico?
-¿Como que,
que chico? El de los acantilados...
-Sí.
-Lo sabía-Dijo
con efusividad, chasqueando sus dedos en el acto- Sabia que tenía que...
No era su
mente consumida por los estragos de escribir un libro, no era la falta de
sueño, no era hablar hasta tarde con su madre, sin embargo todo tenía que ver,
todo se encerraban en un solo motivo, por el cual hasta perdía la coordinación
de respirar.
Un profundo
suspiro se escapó de su cuerpo, y desvió
sus ojos cansados a la ventana de su oficina.
-Debo
regresa a Corea.-Espeto de repente, sin importar lo que decía su amiga.
¿Podía ser
tan pequeño el mundo? ¿Qué tan posible era que su madre conociera al mismo Nam
Woohyun, que él? De alguna manera, parecía ser posible, pero no totalmente convincente.
Estaba encerrado en un destino, sumamente sucio y perverso, por lo propicio a
jugar con sus sentimientos, como también tan descabelladamente inverosímil e irrealista
de que las coincidencias sucedieran. Min Ji, había sido clara. <<Su
nombre es Nam Woohyun...>> Ni si quiera escucho lo siguiente que dijo
su madre, salvo la parte en que la mujer aseguraba que el menor estaba
sufriendo demasiado.
No había
podido continuar conversando con su madre. Concentrarse en formular palabras,
sin tartamudear le era inútil, así que sin más se había despedido, y finalizado
la llamada. Se había amanecido, sentado en la silla del despacho de su
apartamento, observando el librero, si mirarlo. Tratando de procesar, todo “eso” que causaba un caos en su cabeza.
-¿qué
demonios dices? ¿Te quieres ir?- Incrédula, interrogo. El asintió, sin quitar
la vista, de la imagen del árbol frondoso, que se vislumbraba a través del
cristal.- ¿Y el trabajo? ¿Cómo harás?
-Estoy a un
mes de mis vacaciones, Alana. Solo pediré que me adelanten una semana. Con una
semana me alcanza.
Se iba a arriesgar,
aunque nada fuese seguro. Probablemente no tenía sentido, pero si era Nam
Woohyun, el que trabajaba en la fundación, no perdería la oportunidad. Era una
locura, porque tal vez el menor, no quisiera saber nada de él, pero presentía
que alguna huella había dejado en el muchacho. Algo tenía que haber creado.
-Creo que
lo encontré, Alana. E iré a por él...
-Dios...
Un simple
susurro de asombro, que apenas lograron mover los labios finos y rojizos de la
Noruega, y a sus 29 años recién podía aseverar y palpar lo que quizás era el
verdadero amor, y de lo que uno podía llegar hacer por él.
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Ta chan,chan, chan jajajaja
Cualquiera XD
Como estan?? Pues yo... con sueño son las cinco de la mdrugada, y yo aqui obsesionada con publicar el cap...
Lamento demoras, de verdad. Y tambien me disculpo por lo corto que son los caps. Trato de hacerlos largos, pero me quedan asi.
Bueno se que tenia miles de cosas para decir, pero me quede en blanco. Creo que es el sueño jejeje...
Asi que solo me despido. Tengan buen fin de semana.
Se cuidan
Y gracias por leer...
Kiss