viernes, 23 de enero de 2015

el idioma del amor capiulo 6

 capitulo 6

Sentada frente a mi, tan tranquila como siempre, sostenía una tasa blanca, bebía de ella, aquel contenido marrón, el cual se notaba que estaba caliente debido al vapor que dejaba salir por arriba, que se iba perdiendo en el aire.

Una pequeña ventisca se dejó correr dentro del lugar, tras ser la puerta abierta, las personas del lugar se removieron, por llegar a sentir el frío, que incluso nosotros dos también la llegamos a sentir. No había duda de que al invierno lo teníamos encima ,pues los climas fríos ya se estaban haciendo más comunes, dando lugar a que la gente comenzará a sacar los abrigos más gruesos, para protegerse del mismo.

Un par de minutos más lograron pasaron y ya terminaba por dar el último sorbo de mi café, te mire, estabas tranquila mirando afuera como la gente iba y venía, algunas a paso lento y otras tenían un paso acelerado,seguramente se les hacía tarde para algún tipo de reunión programáda o simplemente para ir a tomar el metro.

Te levantaste de tu respectivo asiento dejando ver tu figura, me miraste y sólo te limitaste a irte en dirección al baño.

Veía como la gente de a poco se iba y al cabo de unos minutos entraban otras, seguramente venían por algo caliente, por el frío. Seguramente esta noche nevaria.

Los minutos pasaron y tu te dignaste a aparecer, te paraste a un lado de tu respectivo asiento, tomaste tu saco y te lo pusiste, entendí debía hacer lo mismo, así que sólo me coloque la chaqueta y ambos salimos afuera.


-¿y ahora que?- preguntaste y una sonrisa por tu labios se dibujó.
-pues no los se-


Eran cerca de las once de la noche y ambos todavía seguíamos caminando hablando de cosas banales, riéndonos de estupideces, hoy estaba siendo unos de los mejores días, por así decirlo, no estaba de más decir que Reiko cada vez que me sentía mal me sacaba innumerables sonrisas, estaba más que obvio, que después de estar mucho tiempo juntos, nuestra relación de profesor y alumna se convirtió en algo más. Pues ahora éramos amigos.


...



Árboles , bancas de color blanco y algunas fuentes que no estaban en funcionamiento, era el paisaje que podía ver, esta era mi primera vez en ir a una plaza desde mi llegada a Corea, no había dudas de que era hermoso.

Caminamos un poco más y al cabo de un rato nos sentamos en una de aquellas bancas que estaban bajo un árbol, seguimos conversando durante un rato más, hasta que mi celular comenzó a sonar, lo saque del bolsillo de mi abrigo mire la pantalla, era una llamada de mi padre.


-Hola-
-hija, ya ven a casa que es muy tarde-
-ok-



Seung Ho me miro y al cabo de unos segundos se levantó, estiró su mano en dirección hacía mi, y no dude en tomarla, porqué aunque sea sólo para ayudarme a levantar, los momento en que mi piel rozaba con la de él, eran muy escasos.


-sé que tu padre te llamó, seguramente para que ya vuelvas a casa, porque es muy tarde- me miro y por sus labios circulo una sonrisas pequeña- vamos por mi moto, así te llevó-



Caminamos un rato más a paso lento, pues no quería que este momento terminara.

Unos minutos pasaron, hablamos de diferentes temas, pues no quedaba más que hacer cuando la mayoría de los locales sé encontraba cerrados.

Si, bien, llegar hasta donde se encontraba su moto, nos llevo casi media hora caminando, no podía negar que estar abrazada a él, se sentía grandioso, ahora en estos mismos momentos, me sentía embriagada por el olor de su perfume, era una sensación definitivamente hermosa. Mi cabeza apoyada en su espalda, mi mirada pérdida, no hacía más que ver como los autos quedaban atrás, debido a la velocidad a la que iba Seun Ho.

Parada en la entrada de mi casa, me mirabas con una sonrisa, me encantaba poder verte sonreír.

Paso unos segundos cuando las puertas se abrieron, fue en ese momento en el que el se colocó el casco y puso en marcha la moto.



-nos vemos-




Fue lo único que pude escuchar debido a que fue después de eso dicho en el momento en el arrancó y se marchó de mi vista.

Me quite los zapatos y me quede en calcetines, Para poder caminar un poco más tranquila.

Camine de puntitas para no hacer ruido, pero sin embargo, parecía que de todas formar lo habia hecho, ya que mi padre apareció detrás de mi.



-papá, ve a dormir- fue lo único que dije, para que, al cabo de unos segundos se retirase y volviera a su habitación.



Subí las escaleras y di un par de pasos más hasta llegar a mi cuarto.

Me quite la ropa, me di una ducha y me acosté, pues me sentía cansada de haber estado todo el día fuera de casa.



...



Una silueta se dejó ver desde la oscuridad,  apoyada sobre el marco de la puerta, miro un rato al hombre que se encontraba plácidamente durmiendo.

Camino por un momento, hasta que decidió por entrar en la cocina.

 Sentada, apoyo los codos sobre la mesa y llevó sus manos a su cabeza.

Miro hacia la puerta y por la cabeza de Rachel circularon infinidades de preguntas. " ¿como se lo voy a decir?" Se sentía culpable, por lo que iba a tener que hacer, después de todo Seung Ho era unos de sus mejores amigos.


-lo siento- fue lo único que logró decir después de soltar una lágrima.

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Perdón por la tardanza de publicar este capítulo, pues es que estaba muy ocupada y bueno pues mi lap se rompió.

Espero que les guste.

Gracias por leer.

Yukii







viernes, 16 de enero de 2015

El Trébol de la Luna. Cap 10 (Final)

Capítulo 10 (FINAL)

E visto este final, este trágico desencadenamiento de emociones al sentir en sueño que todo había acabado, que el último punto de esta historia se marcaba por si solo en el último renglón escrito. Mis parpados se abrieron entre la penumbra de la noche. Iluminado por los rayos de una luna que triste, sola, permanecía en ese infinito manto oscuro cubierto de estrellas que resaltaban inquietas de atención, pero alejadas de la luna.

La redondez plateada de está quizás creaba los celos de aquellas que se vislumbraban poco desde la tierra. Era la única manera, a mi entender, que veían en aquel satélite natural sin vida alguna, algo singular que lo diferenciaba de todas esas perlas grandes pero pequeñas al ojo humano... Quizás fuese diferente y única, quizás tenía algo especial que las demás no, posiblemente esa belleza que todos quieren explorar, pero que está al alcance de pocos... Quizás el misterio que guarda en su interior, los desconocido que oculta...

Secretos, infinidades de secretos enterrados tras millones de años en que nadie podía decir que de que se trataba aquella cosa que se encarga de dar a luz a las tinieblas de la noche.

¿Entiendes a lo que voy? ¿Comprendes a lo que me refiero?

La luna es como tú. Vaga sola, con las estrellas alejadas de ella quizás porque es diferente. Quizás porque es pequeña, carente de luz propia, golpeada por esos proyectiles espaciales que dejan las evidentes marcas sobre ese suelo rocoso... Quizás las estrellas no comprenden como es que aún perdura, resistente ante cada cataclismo, y a ojos de nosotros, aún más bella.

Nosotros, las personas, gran parte de la sociedad tenemos esta reacción ante lo desconocido, ante lo diferente e incomprensible. Tememos de aquello que por lógica no tiene sentido. Esto sucede contigo. Eres un ser magnifico, alguien distinto del resto, con tus secretos y verdades y esto asusta a muchos... ¿Quieres cambiar y acoplarte a lo "normal"? ¿Quieres pertenecer a ese lado donde la "moral" reyna en todos? o ¿Prefieres ser tú en toda tu escénica?

¿Comprendes ahora?

Sin embargo esta noche, apenas unas horas antes de que mi vuelo despegue desde Irlanda con destino a Corea del Sur, tengo este desasosiego en mi pecho de que tú no elegirás ni por una ni por la otra... Ninguna de las opciones válidas para quien que está demasiado lejos pueda poner un alto a cualquier locura que tu mente engañosa pudiese interpretar como correcta, como lo más acertado. Como el mejor escape al caos...

Espérame un poco más, espérame...

...
...

Tengo un gran agotamiento físico y mental. De vez en cuando siento que mis piernas se doblegaran y se rendirán ante este mundo insensato, porque es lo único que puedo pensar en este instante mientras veo tu pálido cuerpo en esa cama de hospital, siendo asistido por médicos que intentan con esfuerzo que salgas adelante y retomes una nueva vida.

Los días transcurren rápido y yo quisiera con fervor poder atascarlos, que nada avance, solo tu recuperación. Pero me estoy sintiendo inservible, un pobre diablo como dirían mucho, rebasado por esta situación en la cual nada está en mis manos solo seguir pidiendo a algún Dios que escuche mis plegarias y ruego de que te pueda dar una nueva oportunidad. Sin embargo, sentado en esta silla, mientras las lágrimas escapan aprovechando la desolación de este cuarto, en que tu duermes, y el silencio apenas opacado por algún murmullo proveniente desde afuera, me hundo ante a ti viendo que ante tanto ruego nada sucede...

¿Es que nadie puede aceptarte cómo eres? ¿Nadie puede ver lo precioso que eres, tanto por fuera, como por dentro?

Se podría decir que estoy envuelto en ira, dolor y decepción... Puedo afirmar que me siento tan culpable como el resto que intento humillarte y te sucumbió a este estado. No te tendría que haber dejado ir, no tendría que haberme separado de ti... No tendría que haberme demora en llegar. No tendría que haber sido tan ingenuo de que esto no llegaría pasar.

Lo siento...

...
...

Nada ha cambiado, continúas en la misma postura, con sábanas blancas cubriendo tú desnudes, tus parpados cerrados y tu deseo inmenso de permanecer en ese sueño interminable. Me pregunto seguidamente que habrá de interesante en esa irrealidad que prefieres estar ahí, a regresar aquí. Luego sonrió cínicamente, porque posiblemente encuentres en ese mundo lo que aquí no hay... Amor.

Tal vez estén tus padres recibiéndote con una cena recién preparada, luego de que llegues de un arduo día de trabajo. Una plática banal mientras comes, compartiendo sonrisas, frases que demuestren cariño por parte de tu madre, y alguna muestra de afecto por parte de tu padre. Ya sabes, por ser el hombre de la casa no suelen ser abiertos con sus sentimientos. Pero es perfecto para ti. Te aceptan y te sientes bien. Es lo ideal.

Por el contrario en esta realidad, donde estoy viviendo, y deseo que sea una pesadilla más, somos tres desconocidos los que velan por tu recuperación. Mi madre que es la que tu más conoces, donde creo que el destino obra de maneras inentendibles... El mundo es un pañuelo, ciertamente. No hubiese esperado que tú fueses un colaborador en esa  fundación para niños huérfanos. Poco hablaste de ti, en tu viaje por Irlanda, pero tus ojos resultaban ser una gran puerta a tu alma. Negar que percibía demasiada agonía en tu mirar, no tenía sentido. La tristeza y la inseguridad se palpaban en todo tu ser. Aun así, fue irremediable para mí, verte en esa disco, bebiendo en solitario algún trago recién preparado, y no sentirme atraído por ti.

Es un recuerdo que me hace sonreír, porque actué como un acosador, persiguiéndote por donde ibas, ¿Que pensaras de mi cuando sepas esto? No tenía nada que hacer en Doolin, solo fue un viaje inesperado, persiguiendo a alguien que, lo diré aunque sea cursi y cliché, flecho mi corazón en un primer vistazo. No creo en el amor a primera vista, ya lo he dicho antes... Todo lo he dicho en las primeras páginas de este cuaderno, pero, vuelvo a repetirlo, movilizaste algo en mí.

¿Cuándo despertaras?

 A veces hago esa pregunta en voz alta, cuando estamos solos en este cuarto. Si hubiese llegado antes, si hubiese podido detener lo que querías hacer... WooHyun no quiero regresar a Irlanda, pero me encuentro en una encrucijada. Es necesario que este de nuevo allí. No tengo otra opción por el momento. No te diré el motivo, no por aquí... Tal vez cuando despiertes y al fin pueda ver vida en tus ojos te diré el por qué.

Mi vuelo salé en una hora y media. No quiero irme. Mi cuerpo se ira pero mi alma y todo mi ser estará en estas cuatros paredes, en cada rincón, esperando todo lo que haya que esperar. Ansiando lo que ansió. Quisiera que leyeras mis pensamientos, quisiera que compartiéramos mente. Sabrías de ante mano que hay quienes te esperan, incluso quien no te conoce. Seguro conocerás a Eun Ji en cuanto regreses. Eres especial WooHyun, incluso alguien que no ha llegado a entablar una conversación contigo te ha tomado cariño...

Tengo que irme. Lo hare en contra de mi voluntad, con lagrimas obstruidas y sensación de ahogo. No te abandono, no lo estoy haciendo. Eso estoy mentalizando a cada segundo. Es mi engaño. Perdón WooHyun, perdón porque no puedo brindar algo mejor para ti. Perdón porque no estuve para ti a pesar de conocernos prácticamente nada, y yo profeso amor por ti sin poder hacer mucho porque tu mundo cambie.

Mis últimas palabras, mas allá de repetir perdón, es que supera tus miedos, no temas y lucha y sin rendirte

...
...

No temas y lucha...

La frase resonó en su cabeza. Un eco con indicios de ser un consejo, una ayuda, una frase que lo apretaba tan fuerte como un abrazo, que lo reconfortaba. Brindaba calidez en tan solo escazas palabras escritas. Las subrayo como un notorio recuerdo, algo esencial para su vida. Lo repetía como un mantra, una oración, como si fuese el hilo de lo que pendía su vida.

Tenía efecto. Sonreía, sintiendo sus labios curvarse, sintiendo que plasmaba alivio, tranquilidad, y sosiego. Pero ser consciente de que tan reales era aquello, le había valido pasar por miles de cosas, superarse con mucho dolor de por medio, pero esta vez dejándose ayudar.

Las eternas cicatrices en sus muñecas serían su estigma, donde ese pasado no muy lejano quería representar el presente una vez más, pero esta vez sin efecto alguno sobre él. Los recuerdos venían de noche como también de día, de esa inseguridad, de ese miedo continuo, donde la desesperación, la soledad y dolor lo dominaron hasta carcomerlo casi completamente. El frio de la soledad lo había manipulado, perdiendo el sentido del camino que en ese momento, aparentaba retomar. En ocasiones la ansiedad lo invadía cuando su mente remontaba hacía un año atrás. El hecho que sucediera cuando iba a su cuarto, apagaba las luces, e intentaba conciliar el sueño, hacían que forzosamente tuviese que hurgar en el cajón de la mesita de noche, para retirar el frasco con pastillas que el médico le había recetado. Un modo de ayuda para dormir. Al menos podía decir, que de a poco las iba dejando, haciendo de su consumo menos necesario. Era un avance. Aun asistía a las sesiones con el psicoanalista y de vez en cuando se presentaba en el grupo de autoayuda para compartir, con varios más su situación.

Cerro la pequeña libreta y la guardo dentro del bolsillo de su chaqueta negra, tanteo el dije de una media luna, que colgaba de la cadena en su cuello. Un obsequio de Eun Ji. No sabía cómo llamarla, podría decirse que era lo más cercano a una abuela que él había llegado a tener. Servicial, amable, sobreprotectora. WooHyun lamentaba hacerla preocupar, haber hecho que viera una situación horrible, y que sin que lo conociese hubiese estado cuidándolo. Supo por parte de Min Ji que la mujer había sufrido una crisis de nervios cuando él logro despertar.

Esa noche en que, quizás tuvo el coraje, decidió despedirse de ese mundo que parecía estar poblado de nieve, y frio, arboles sin hojas y agua con tintes rojizos, lo poco que recordaba mientras había estado en coma, un pequeño movimiento de su cuerpo causo que algunos de los parches del electrocardiograma que estaban adheridos a su cuerpo se salieran, y otros comenzaron a recibir alteraciones por el brusco movimiento. Para él había sido como despertar de una pesadilla en la que estaba perdido. Eun Ji demasiado perturbada por el sonido que emitió el aparato, salió corriendo de la habitación sin tomar en cuenta que él había abandonado el coma, y regresaba a la vida real. Eun Ji siempre lo recuerda, diciendo que había estado muy metida en el libro que leía como en sus pensamientos, que al escuchar el electrocardiograma con su pitido, su cuerpo se puso en alerta prácticamente sin notar nada de lo que realmente sucedía. Aún más recuerda a Min Ji cuando llegaba al hospital, y ella afligida, con solo su mirar, había contagiado ese sentimiento a la mujer menor.

Por su parte, WooHyun lo lamentaba por las dos, el tenerlas que hacer preocupar y temer de lo que podía pasar en aquel entonces. Sin embargo el día en que despertó, confundido y agobiado, queriendo que ciertamente los médicos que ingresaban a la habitación le explicaran que ocurría y porque se encontraba ahí, debido a un corto lapso en que había perdido la memoria, su pecho se agitaba y su mente se veía envuelta en una laguna con la inefable sensación de abandono. Por un par de días ignoro todo a su alrededor y se sumergió en su burbuja. El personal de salud mental iba a ver su progreso cada mañana, realizaban preguntas, explicaban sin querer opinar, permanecían varios minutos sentados en la silla al lado de su cama, mientras que él no habría la boca más que para pedir que lo dejaran solo y no lo molestaran, luego de eso se retiraban. La situación se repetía igual para Min Ji y Eun Ji. Aun así nadie desistió, solo él. Una de esa noches Min Ji había ido a verlo como normalmente lo hacía, pero su visita apenas había durado unos 5 minutos. Ingreso, él permanecía acostado dando la espalda a la mujer. Sintió la caricia de Min Ji sobre sus cabellos, rostro, y su brazo izquierdo.

-Hoy no puedo quedarme mucho tiempo...- Le había dicho-. Solo venía a dejarte algo.

Él no volteo a ver a la mujer cuando se retiraba, si quiera había balbuceado algo, solo cuando escucho el clic al cerrarse la puerta, decidió levantarse de la cama, ir hasta el baño, lavarse la cara, preguntándose como se vería, no tenía espejo para saber en qué condiciones se encontraba, por motivos de seguridad. No le otorgarían el alta hasta que él no comenzara a responder positivamente delante de los psiquiatras. A veces comenzaba a dudar que lo suyo fuese solo depresión, tendía a reírse cuando se encontraba solo, pensando en la ironía de no salir jamás de ese hospital y terminar en un neuropsiquiatrico por esquizofrenia. Había regresado a su cama, las sábanas blancas siempre presentes; las enfermeras venían cada día a cambiarlas, en lo que él se ponía a un lado de la ventana y observaba hacia la calle. Había tomado asiento en la cama, recostando su espalda en la pared, con la almohada detrás. Sus piernas estiradas y sin querer taparse con la sabana. Observo la mesita a su lado. Un vaso de plástico con agua, un libro que leía regularmente durante la madrugada y esta vez había algo nuevo, una libreta.

Era bastante pequeña en cuanto al largo, pero abundante en hojas que a simple vista se podía saber que estaban escritas y muy usadas. Pensó que solo se trataba de algo más para ver si sus sentidos regresaban, algún método por parte de los psiquiatras utilizando la cercanía de Min Ji que tenía con él. Lo había tomado, y comenzado a leer mientras que por su mente solo pasaba la idea que las dos primeras páginas eran completa cursilería por parte de quien escribía en primera persona. No fue sino hasta que llego a la cuarta que todo el relato le parecía demasiado conocido, tal vez fuese un dejavu, sin embargo mencionaban Irlanda, Dublín, The Dragon el pub al que él había asistido, Phoenix Park durante el amanecer, el viaje hasta Doolin, Los acantilados de Moher, y un trébol de cuatro hojas que el escritor había obsequiado a otro muchacho.

Aquella noche no durmió, se desveló leyendo con su mundo nuevamente alborotado por preguntas y preguntas que surgían mientras más avanzaba. Hasta donde había leído no había nombre de quien había escrito aquello y proseguía con la lectura a esperas de que fuese develado en alguna página, sin embargo el amanecer llego, una hora después los médicos comenzaron a hacer la visita de control de cada mañana las enfermeras entraban y salían al igual que el personal de limpieza, se vio interrumpido constantemente y el bullicio de fuera incluso lo molestaba. Su psicoanalista apenas lo había regañado por no dormir, pero este recibió una sorpresa.

-Quiero ver a Min Ji, por favor.

WooHyun estaba pidiendo por alguien, abandonando su actitud hostil de todos esos días, y mostrando una pequeña llama de vivacidad en sus ojos enrojecidos por el cansancio.

- Hoy estas de muy buen humor, por lo visto- había dicho el hombre con bata blanca, cabellos canosos y unos lentes que le daban el aspecto de ser un sujeto serio, aun así, le devolvía cada palabra con una sonrisa al menor-. No sé quién vendrá a verte dentro de un momento, WooHyun. Tal vez sea Eun Ji, o tienes suerte, y venga Min Ji, por lo pronto te aconsejo que duermas un poco.

WooHyun no había tenido suerte. Esa mañana quien había llegado fue Eun Ji. La recibió como siempre, solo la interrogo en un solo momento mientras la mujer abría la ventana de la habitación para que entrara algo de aire.

-¿Por qué no viene Min Ji?

Eun Ji tuvo una reacción similar al médico. Lo observo con ojos bastante abiertos, una pequeña sonrisa que afloraba, y sorprendida.

-Vendrá mas tarde. Probablemente a la noche.

- ¿Y por qué no ahora?

Podía percibir el gran interés del muchacho por la madre de SungKyu, y esa pequeña actitud que había adoptado de un pequeño niño exigente. Podría jurar que estaba próximo a una rabieta si Min Ji no aparecía en ese momento, podía verlo en ese mohín en los labios de Nam. Eun Ji se acercó hasta la cama, la rodeo, y tomo asiento en la silla. Sabía que WooHyun no cambiaría tan pronto de actitud para con ella, pero tendría paciencia.

-Está ocupada con la fundación. A pesar de no estar en Seúl, tiene que hacer algunos trabajos.

WooHyun la miro con el entrecejo fruncido e hizo su última pregunta.

-¿Sabes quién escribió esto?-Dijo alzando la libreta hasta la altura de su cabeza.

-Se podría decir que sí. Pero las explicaciones te las dará Min Ji.

El joven prácticamente la asesino con la mirada, sin embargo Eun Ji solo sonrió complacida por ver otras reacciones en el menor. Curiosidad, enfado, emoción. Un tinte de vida en ese rostro a causa de los puchero que hacía y, por lo visto, Nam no percibía.

El resto de la tarde WooHyun la había ignorado, intentando leer la libreta, pero en un momento, y por más que luchara, el sueño lo venció. Sus parpados se habían cerrado, y permanecía solo con la ropa de cama. Eun Ji se dispuso a cubrirlo con una frazada y pudo ver que el joven apretaba fuertemente ese cuaderno entre sus brazos. No se lo retiro. La Luna comenzó a aparecer, cerro las ventanas y encendió la lámpara de noche que se encontraba a un lado de la cama. Era bueno verlo así, aunque ella no sabía decir cómo fue anteriormente aquel muchacho, pero podía percibir que era una persona agradable, Min Ji se lo había dicho, y SungKyu... y SungKyu no hablaba, demostraba. Con sus largas horas permaneciendo en el hospital, pese a que se retiraba bien entrada a la noche. El joven de pequeños ojos, como usualmente lo llamaba, ya estaba enterado de que WooHyun había recobrado el conocimiento, así mismo las preocupaciones de Kim no cedieron, aun temía por el estado depresivo del menor. Las llamadas desde Irlanda eran constantes en el departamento de Nam, donde se quedaba Min Ji, y ella generalmente se encontraba.

La puerta de la habitación se abrió lentamente, haciendo el menor ruido posible. Eun Ji volteo su cabeza.

-Permiso-Dijo la madre de SungKyu quitándose la campera que llevaba puesta y cerrando la puerta-. ¿Cómo está todo por acá?

-Tranquilo.-Dijo la mayor mientras se ponía de pie, saludaba y buscaba su saco antes de salir al frio de Buzan- Hoy pidió hablar contigo. Eso es un avance... Está durmiendo con la libreta entre brazos.

Platicaron unos cuantos minutos entre susurros, hasta que Eun Ji decidió que era tarde. Tenía que estar en casa, a pesar de vivir sola, sus nietos llegarían esa noche a cenar para hacerle algo de compañía.  Las mujeres se despidieron. Min Ji, luego de un momento, salió de la habitación para poder hablar con el médico de cabecera de WooHyun y al regresar, Nam estaba sentado al borde de la cama, con los cabellos hechos un revuelo, aun perezoso por el sueño.

-WooHyun...-Murmuro al entrar.

El joven levanto la vista de sus piernas al escucharla y por primera vez desde que había despertado del coma, la observaba con detenimiento. Se la notaba cansada, con unas cuantas canas de más, y los gestos de expresión mucho más marcados.

-¿Cómo te sientes?-Min Ji preguntaba al ver que Nam solo la miraba, pero el joven reacciono segundos después, sacudiendo su cabeza, y sacando la libreta debajo de la manta.

-¿Tu sabes a quien le pertenece esto?- Pregunto con seriedad y a la vez bastante inquieto.

-Si...

-Dime...  por favor.- Y para entonces WooHyun había desecho todas sus barreras, a la espera de escuchar la respuesta de Min Ji, rogando internamente a los cielos que se tratase de quien él creía.

-Es de mi hijo... SungKyu.

No es que no supusiera de quien se trataba, pero necesitaba la confirmación. Aquella revelación supuso el nuevo comienzo para WooHyun. Era regresar a vivir, no de la manera física porque estaba vivo, sino espiritualmente. La curiosidad en el menor se acrecentó en ese día y en los siguientes. No queriendo recordar el día en que casi pone fin a todo, sus preguntas giraban en torno a SungKyu. Desde su nacimiento, pasatiempos, e incluso, saber si el mayor seguía interesado en él.

Min Ji, Eun Ji y el grupo de psicoanalista que seguía el caso de Nam, se vieron emocionadamente sorprendidos. El avance, luego de esa libreta que el protegía como su mayor tesoro, había resultado imparable. Dos meses después WooHyun fue dado de alta, con la condición de asistir a las sesiones de psicoanálisis.

Quedo a cuidados de Eun Ji, cuando semanas después Min Ji creyó que podía retirarse y regresar a Seúl. La anciana, e incluso los nietos de esta, lo aceptaron abiertamente al grupo familiar. De sus padres no volvió .a saber más nada. En varia ocasiones tomo el teléfono con la necesidad de escuchar la voz de su madre por el otro lado de la línea, y al momento de marcar un solo número se arrepentía Esa parte de su vida requería de más tiempo, y por lo pronto dejaría que transcurrieran los meses o años… O lo que fuese necesario.

WooHyun se acomodó mejor en su asiento, palpo nuevamente la libreta en el bolsillo de su chaqueta y mientras continuaba su viaje en avión hasta llegar a destino, pensó:

“Regreso a tus brazos”

...

Sus dedos jugaron con el trébol en su mano, un trébol de cuatro hojas que había visto a simple vista al llegar al lugar. Suerte, esto significa suerte… Supuestamente, pensó con ironía en lo que continuaba esperando. Su ojos viajaron por todo ese manto de agua que permanecía sosegate e hipnotizaste… Hasta que su tranquilidad y letargo fueron interrumpidos.

-Hyung…-Fue un suave susurro que llego a sus oídos, mientras él observaba el sin fin de ese océano.

Su cuerpo sufrió una extraña tensión. Su corazón acelero su andar y su respiración le hizo pasar una pésima jugada, estaba sin aliento. No estaba ahí esperando por él, estaba ahí por su madre y la ocurrente idea de que llegaría durante la tarde a la ciudad de Doolin y pasaría por los acantilados y él debía esperarla…

No existió mundo en ese instante, no existió realidad ni tiempo… Solo el eco de tu voz acariciando mi cuerpo, mis pensamientos, mi ser…

La luna venia asomando desde el horizonte, como fuego, encendida en su anaranjado envolvente por la luz de sol, inmensa marcando presencia, sublime y rebosante de energía y vitalidad.

-Hyung…

Llamo de nuevo por él. Una brisa se alzó, agitando sus cabellos y el corto césped verde que abundaba en esa inmensa extensión de tierra. Las aguas del océano comenzaron con una inesperada danza y podía escucharse el choque de ellas contra el inmenso paredón rocoso.

-Hyung…

Todo a su alrededor cobraba vida y reaccionaba inesperadamente… Todo parecía tan predispuesto… Cosas del destino…

Sus pies tomaron la decisión de dar el primer paso, de girar lentamente sobre esa porción de espacio que ocupaba, y todo su cuerpo término por darle la espalda al espectacular paisaje que se despertaba ante ambos sujetos. SungKyu perdió el aliento una vez más, y algo dentro de él se acrecentó hasta lograr que sus pequeños ojos se pusieran acuosos, sin embargo no fue él en soltar la primera lágrima. El rostro del moreno, a pocos metros de distancia, se vio siendo ocupado por una tímida sonrisa y una cristalina gota de agua descendiendo por su mejilla.

-WooHyun…

Su cuerpo, su mente y la emoción se sincronizaron en un solo acto, correr hasta donde se encontraba aquel joven y envolverlo entre sus brazos. Lo tomo por la cintura, atrayéndolo, mientras que él menor hundía su rostro en el hueco del cuello del mayor, aferrándose a él como si la vida se le fuera en ello. Un abrazo eterno y fuertes sentimientos que salían a la luz luego de mucho tiempo.

Como si ese momento fuese acabar en algún momento y no volviera a suceder nunca más, SungKyu se aferró aún más, al cuerpo delgado de WooHyun, apretando entre sus manos la tela de la chaqueta de Nam, e intentando respirar a pesar de la dificultad que le creaban los sollozos que escapaban.

-Perdón… Perdón por causarte tanto…- La palabras del menor se encontraban apagadas y obstruidas por el llanto que no lograba cesar.

-No… No tienes que pedir perdón… Estas aquí y estas bien… Es lo único que me importa.

Es una grata sorpresa. Una liberadora sorpresa y tal vez gracias a mi madre pensó SungKyu. Ciertamente no esperaba encontrarse con WooHyun, al menos no hasta dentro de un año o más cuando el menor estuviese completamente seguro o preparado como le había comunicado su madre que el psicoanalista de WooHyun había creído correcto. Sin embargo Nam se adelantó a todo aquello, revelándose una vez más. No podía dejar pasar el tiempo y Min Ji lo había ayudado a planear ese encuentro sorpresivo.

SungKyu deshizo el abrazo solo para tomar el rostro de WooHyun  entre sus manos y observar esas mejillas empapadas  por las lágrimas, y ese par de ojos cafés desbordantes de fuerza, fortaleza y vigor.

-Te amo

Dos palabras mencionadas por ambas  bocas que al final fueron selladas por un beso. No hacía falta una eterna declaración de amor. Bastaba con el mirar de cada uno para conocer la sinceridad de aquel sentimiento. 

Te he visto sucumbir ante el supuesto final, te he visto lejos de este mundo, te he visto de mil maneras en pocas veces, he visto tus lágrimas, tu angustia, tu rostro rozando el color de la muerte. Te he visto entregado a mí…

Y hoy te he visto sonreírle a la vida por primera vez…




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Final de esta historia!!!!!!!!!!! y que mal que me quedo, por cierto. Lo siento intente hacer lo mejor que pude. Estoy muy complicada con los tiempos. Tengo mucho para estudiar y una tonelada de examenes que no me daran vida dentro de poco. Hice un tiempo e intente escribir el final de este fic. Realmente sabía que intente lo que intente no me iba a salir algo decente. No sirvo para dar fin... ahhhh... bueno.

Gracias a todas las que me acompañaron hasta aquí. Las que comentaron y leyeron. 

Nos vemos pronto...


p/d: Estoy abierta a las criticas, sea cuales sean... y a hacer algo mas para que esto no quede tan... así. Si quieren...


lunes, 12 de enero de 2015

Cielo de Verano








Cielo de Verano.
Asfalto caliente, viento cálido, nubes esponjosas.
Los días se vuelven eternos y las noches cortas. Las madrugadas se acompañan de dulces melodías y carcajadas, el aire en lo alto del cielo se mezcla con el aroma del cigarro recién encendido.
Una nueva historia comienza con la llamada del sol de verano...




...
...



 El verano se respiraba. El asfalto caliente, regalaba su vapor al correr de los autos en la carretera. Los pájaros cantaban descoordinados, el sol brillaba en su totalidad. La tarde caliente, como típica en verano.
Fuera en las calles, jóvenes disfrutaban del calor, carcajadas se oían, bullicio invadía la ciudad.
En lo alto de un edificio, un joven se encontraba sentado en el ventanal de su habitación, mirando al vacío por momentos. Una guitarra en su regazo, su voz invadía la altura.
Cantaba con el corazón, su voz una melodía inigualable y envidiable. Digno de ser escuchado.

La tarde paso, él aún seguía en el mismo lugar, abrazado por la brisa nocturna.
Las estrellas brillaban en lo alto del cielo.
Con un cuaderno en su regazo, una lapicera en mano, escribía sin levantar la vista.
Un muchacho del edificio de frente, lo observaba desde horas atrás. Se había perdido en la belleza de su rostro, de su perfil.
La piel blanquecina brillaba como las estrellas, su cabello rubio y corto danzaba con la corriente de aire cálido. Una sonrisa se escapó de aquel que escribía sin parar.
Las horas siguieron transcurriendo, el calor se intensifico. Ambos jóvenes descansando en la comodidad de sus ventanas. Uno de ellos sentados en ella, el otro descansando solo sus brazos y cabeza en ella.
Una caja de cigarros fue sacada del bolsillo delantero de su pantalón. El de cabellos rubios dio una fuerte calada, cuando logro encenderlo. El otro sujeto lo miro.
Ambos muchachos cruzaron sus miradas en algún momento de la noche. Una sonrisa se ilustro en el rostro de los dos... "Qué bello es"...

La madrugada avanzo, el sábado llego. El sol se avecinaba en el horizonte.
Los rayos ingresaron por su ventana, iluminando su recamara.
Las sabanas esparcidas por el piso, al igual que la ropa. Su entrecejo se frunció, de sus labios escapo un fuerte suspiro. Abrió despacio sus ojos, miro el reloj en su mesita de noche, cinco y cuarenta de la madrugada no había podido dormir nada. Su intento de dormir se había basado en girar de un lado a otro en su cama, dar vueltas por cada centímetro de esta. El calor no ayudaba y sus deseo de volver a verlo menos.
Hacía tiempo que había notado su presencia, desde que se mudó a aquel nuevo departamento, que pudo sentir la mirada del contrario inspeccionando su cuerpo, llegando a ver hasta lo más profundo de su ser.
Ya llevaba más de un año viviendo allí, más de un año enamorado de aquel sujeto. Pudo saber por su propia cuenta, que el joven era demasiado ruidoso y torpe, que estudiaba en la universidad y que era un año mayor que él. Como logro saber aquello, pues gracias a un pastel de cumpleaños que un muchacho de aspecto femenino le había regalado. Sonrió cuando logro saber su nombre "SungYeol", Aquel nombre danzo en sus labios durante días y noches seguidas.
Jamás logro hablar con él, jamás pudo conectar su mirada con él. Por eso aquella madrugada cuando logro ver que su sonrisa se la dedicaba nada más que a él, no logro dormir en lo que quedaba de la noche.
Se levantó de su cama, cansado de seguir acostado en ella. Acomodo solo un poco su remera blanca, que descubría su vientre, y camino al baño. No dirigió su mirada a la ventana, suponía que SungYeol dormía.
Cepillo sus dientes y lavo su rostro, pero no acomodo su cabello. Camino a la cocina, busco algo que beber, Jugo de frutas tropicales, lo sirvió en un vaso y regreso a su recamara.
Se ubicó delante de su escritorio, y comenzó a rescribir aquello que estaba en su cuaderno, a su ordenador.
Cuando el reloj marco siete y treinta, y un despertador sonó despego su mirada de su laptop. Busco con la vista de dónde provenía el molesto sonido, suyo no era.
Camino apresurado en su habitación, necesitaba encontrar de dónde provenía el ensordecedor sonido, nada, en su habitación no estaba. Por acto inconsciente, camino hasta su ventana, allí lo vio, el muchacho del edificio de frente, corría de un lado a otro, llevándose por delante hasta los muebles.
Una pequeña carcajada escapo de sus labios. Gracioso y tierno, así lo veía...
Volvió a su escritorio y continúo escribiendo, con una sonrisa adornando su rostro.


Las horas transcurrieron, ya era mediodía, no había nada que comer. Decidió ir a comprar algo en alguna tienda.
El sol iluminaba su recorrido, una pequeña gota de sudor descendió por su rostro.
Entro a la tienda más cercana, cogió algunos alimentos y jugos, y pago por ellos.
Al salir fuera, los rayos de sol iluminaron sus ojos, incomodo por ellos, tropezó... "Mierda"... Se había llevado por delante a alguien.
Con torpeza se levantó del piso, sin despegar su mirada de él, avergonzado pidió disculpas, y comenzó a caminar. El joven con el que había chocado lo detuvo, MyungSoo le miro, se sorprendió al notar de quien se trataba.
Recordaba perfectamente aquel rostro, el niño con aspecto femenino, el amigo de SungYeol.
-Oye tu bolsa se ha roto- Señalo- Deja que pida otra o perderás todo por el camino.
No es como si al haber hablado con aquel jovencito él hubiera dado un paso adelante, o como si ello equivaliera a conocer más a SungYeol, pero de alguna forma MyungSoo así lo sentía.


Como era normal en él, desde el momento en que lo conoció, se sentó en la ventana de su habitación. Para él se trataba de una cita, que solo él sabía. Se trataba de su refugio, de su momento para poder verlo y que lo viera.
Con una botella de agua entre sus piernas y el típico cigarro entre sus dedos, tarareo una canción... "Ship And The Globe" de Kae sun...
SungYeol llamado por la melodía se acercó a su ventana… Sonrió...

El cielo turbio, un marrón rebosante lo cubría... Faltante de estrellas y de la luna, la brisa cálida corría. Las luces de las calles iluminaban el vacío de una muerte penosa.
MyungSoo seguía tarareando la melodía, por momentos algunas cortas frases se escapan de sus labios. Una corta calada y termina por apagar el cigarro en el marco de su ventana, tira lo colilla de este al vacío... Ríe repentinamente, al imaginar cómo su cigarro, que ahora cae rápido, puede caer sobre alguien y quemarlo.
SungYeol cree que es la risa más bella jamás oída...


Nuevamente las horas transcurren, sin temor a ser una molestia, el de cabellos rubios se atreve a tocar su guitarra, recitando "Creep" de Radiohead...
Perfecto. Su voz resonó en los oídos del de cabellos castaños, concentrado en su canto, no se percató de como MyungSoo volteo a verlo.
Cada frase recitada, cada estrofa interpretada, dedicada a aquel. Sonrió en algún momento de la melodía. Sus ojos en contacto con los del contrario. Sin apartar su vista de él sin dejar de mirarlo, continúo.

La piel del más alto se erizo, no se apartó de la mirada del otro, pero pudo sentir una corriente de calor invadir su cuerpo, una calidez recorrer cada centímetro de él.
El aire se tornó liviano, frio para ambos.

Cuando todo acabo SungYeol se alejó de su ventana y se adentró a su habitación, como queriendo ocultarse del muchacho, corrió hasta la habitación contigua... Tomo una gran bocanada de aire, respiro agitado, con pesadez... "¿Que había sido todo aquello?"


Durante el trascurso de la noche y las horas... MyungSoo regreso a la calidez de su hogar, busco en su refrigerador, agua fría y algo que comer. Tomo su laptop de su escritorio y nuevamente subió a su ventana. SungYeol no había vuelto a salir.

Luego de un tiempo y de haber regresado todo a su lugar, incluso el volver a su lugar habitual, la ventana, había decidido cerrar sus ojos, entregarse a los brazos de Morfeo.


En aquel momento Lee regreso, miro al muchacho, su perfil, su blanca piel en contraste con la tenue luz que llegaba de su habitación, sus ojos cerrado y su boca entre abierta. Lo más hermoso, que jamás había visto.
Dejo fluir un suspiro, cuando percibió una sonrisa en los labios del contrario.
SungYeol admitía que aquel joven movía algo en su interior, un sentimiento que aún no quería poner nombre, ni reconocer. Pero a base de las palabras de sus amigos, podía tener una palabra para llamarlo... Amor...
Cuando le había contado a ellos acerca de él, después de una larga charla y una corta discusión, ambos muchachos dedujeron que su amigo se estaba enamorando de su vecino.

Atrapado en sus recuerdos, alejado de la realidad, no logro notar que el de piel blanca se había marchado, o tal vez había caído.
Un sonido estridente, invadió la habitación del de cabellos rubios. SungYeol llevo su vista al frente. Una sonora carcajada se escuchó, proveniente de ambos.
MyungSoo se levantaba del piso y SungYeol lo seguía con la mirada.


Kim miro divertido a Lee, un sonrojo bañaba las mejillas del contrario. Una lágrima corría por el rostro de MyungSoo.
Decidió jamás volver a dormir en aquel lugar. Ya sin ánimos de dormir, lleno de entusiasmo e hiperactividad, subió de un salto a su ventana, su risa seguía oyéndose, un golpeteo de manos lo acompañaba.

Las horas transcurren, las aves no cantan, el sol no ilumina. El cielo cubierto de esponjosas nubes grises y blancas. Las gotas de lluvia descienden rápidamente, golpeando con fuerzas al caer.
Los vidrios cerrados empañados, con una fina capa de vapor. El ambiente es caliente, el sudor corre por su frente. Por más lluvia la temperatura no disminuye, perdura.
Toma su guitarra y sentado en el sofá de la sala principal intenta tocar alguna nueva melodía...El silencio no ayuda.

Cando la lluvia logra cesar, abre cada una de las ventanas de su departamento, el aire húmedo ingresa, invade su residencia.
Prende un nuevo cigarro, deja caer las cenizas en el piso, el aroma a tabaco baña sus pulmones. Un resoplido. SungYeol no ha salido hoy.
Escapa entre las puertas que dan al balcón, se afirma en las barandas, cuelga su torso en ellas, sus piernas tocan el piso, sus brazos suspendidos en el aire. Balancea su cabeza de aquí para allá, en un movimiento de afirmación. El aire golpea su rostro, siente arder cada partícula de él. Su cabello danza con la brisa.


SungYeol despierta luego de un largo descansó, no había logrado conciliar el sueño durante la noche. Toma el desayuno, observa las paredes blancas, opacas, sin ningún accesorio, o manchas de humedad que la decore... Deja su taza de café en el lavabo, lava su cara y camina a su habitación.
Ordena su cama y curioso por saber que estará haciendo el rubio, se acerca a su ventana, el muchacho no está sentado como de costumbre en su ventana, nota algunas gotas descender, desde lo alto del edificio de en frente, baja su mirar y nota las calles mojadas. "Ha llovido".
Sus ojos recorren lo que sería el departamento de MyungSoo, se sorprende al notar el cuerpo del muchacho colgado del barandal del balcón. El aliento se pierde, el aire no ingresa en sus pulmones... Siente desespero...
Quiere gritar porque el muchacho deje de hacer eso, quiero decirle que no lo haga, pero sus palabras no salen de su boca.

...

MyungSoo ríe, su carcajada es oída solo por él. Levanta su abdomen y su cabeza, esta mareado. Apoya sus manos con fuerza en las barandas de metal.
Su mirada encuentra el cuerpo de SungYeol. Lo observa... Los ojos del de cabellos castaños, están abierto a tal magnitud que provoca a MyungSoo gracia, pero no ríe. Nota como el contrario lo mira, sus ojos acuosos, una lágrima se pierde en su mejilla derecha.
Se promete jamás volver a hacer algo como aquello...


La lluvia por la tarde volvió a caer, ligera y fría. El tiempo cambio, al fin la temperatura disminuyo. El calor se esfumo y en su lugar un fuerte viento azoto la ciudad.
Un suéter tejido y liviano, cubría su cuerpo, la capucha negra cubría sus cabellos rubios. Parado a las afueras de su departamento en el balcón húmedo, disfrutaba del tan esperado frio. El aliento cálido, con un ligero olor a tabaco, se escapa de entre sus delgados labios.

Por la noche la lluvia ceso y las estrellas en lo alto iluminaban el firmamento... El canto de los grillos se escuchaba y las luciérnagas bailaban en el cielo...

...

SungYeol veía desde su balcón al joven de cabellos rubios, caminar de un lado a otro, como siempre con un cigarrillo entre sus dedos. Se preguntaba cuánto fumaria al día.


MyungSoo daba pasos intranquilos en la entrada del edificio donde residía. "Ir o no ir a la tienda" Todo un dilema o al menos así lo era para MyungSoo... "Puedo no comer esta noche, pero tengo hambre" Ni siquiera el sabia el porqué de su dilema... Suspiro.
Tiro el cigarro al piso y lo piso con fuerzas. Comenzó a caminar, decidió ir a comprar.


Una y treinta de la madrugada... Subió el volumen de la música, la pantalla de su teléfono brillaba entre tanta oscuridad, en ella se podía leer el nombre de la canción escuchada " Wonderwall" de Oasis.


Desde el otro lado, desde el edificio de enfrente, SungYeol se acercaba a la ventana de su cuarto, miro al departamento del de cabellos rubios. Lee podía oír la voz de MyungSoo cantar con fuerzas, reír a carcajadas. "Tan ruidoso".
Miro al cielo recordando el día que aquel sujeto llego al edificio. Desde ese día que su vista cruzo con el cuerpo de aquel, que en ese tiempo llevaba su cabello castaño oscuro, supo que no era un joven como los demás.
En sus primeros días presento un aspecto frio y sombrío, pero acorde el tiempo pasaba y cuanta más confianza tomaba con el vecindario, y los vecinos que allí vivían, dejaba más a la luz su verdadero ser.

Se preguntó si tal vez en los momentos que el dejaba volar su mente, fluir los recuerdos, si cada vez que él viajaba lejos de la realidad aquel joven decidía golpearse o hacer algo para traerlo a la realidad.
Un golpe y el empujón de un mueble se escucharon. Risas, carcajadas... La luz se encendió de repente, y un cuerpo correr a toda velocidad, hasta la ventana, se vio. El cabello rubio se agito con el viento, que su propio cuerpo provocaba. Aun riendo y por momentos maldiciendo.
-Mierda- Río otra vez. SungYeol se sobresaltó. El rubio lo miro, con un brillo de alegría en sus ojos.- Me he caído, culpa de ese estúpido mueble.
Ciertamente SungYeol nunca pudo ver el "Estúpido mueble", su vista jamás lo pudo visualizar porque simplemente SungYeol no veía nada. Una fina capa de oscuro los cubría.


A la mañana siguiente, el sol volvió a brillar en el cielo. Gran cantidad de rayos golpearon el cansado rostro de MyungSoo "Malditos rayos". Se incorporó en su cama, revolvió su cabello y quejoso se guio hasta el baño.
Nueve y treinta de la mañana, su rutina como típico día de verano comenzaba. Un vaso de jugo en la mesa de la cocina, una tostada recién preparada. Bebió tranquilo.
Tomo su teléfono celular, el cual tenía una quebradura en la pantalla a causa del golpe de la noche anterior, conecto sus audífonos, saco una botella de agua fría del refrigerador y vestido con una bermuda y sudadera a juego salió.
Camino tranquilo hasta llegar a un parque en el que solía ir a correr. Su día había comenzado.


Por otro lado SungYeol, hacía tiempo que había despertado. Caminaba por las calles de la ciudad, con dos bolsas llenas de víveres en ambas manos, a su lado su amigo SungJong lo acompañaba, el muchachito había decidido ir a desayunar a casa del mayor.
SungJong hablaba de la irrelevancia de su vida, cuando se detuvo frente a un parque, SungYeol guio su mirada donde el jovencito observaba. En un principio no distinguió la figura del joven, pero cuando el muchacho vestido, con un conjunto deportivo negro paso delante de él, comprendió de quien se trataba. No comprendió porque Jongie lo seguía con la vista.

-El otro día me cruce con él- Dijo el menor- Choco accidentalmente conmigo y cayó al piso.-Rio como si recordarlo le fuera gracioso.
"No sabía que se conocían"
-Es amigable, ¿sabes? Incluso se dónde vive... Lo acompañe a su casa- Murmuro lo último.
SungYeol se perdió en su imaginación, una imaginación que solo provoco dolor y angustia.
-Pero no sucedió nada- Aclaro- Solo... Nos hicimos amigos, incluso pedí su número de teléfono.

Lee quedo sorprendido, el llevaba más de un año que lo conocía y aun no había podido siquiera interactuar con él, porque simplemente no podía hablarle. Claro que el día de ayer no cuenta, perdió su oportunidad penosamente...
-Ya veo...


Durante las horas que transcurrieron, y luego de que su amigo regresara a su hogar, SungYeol no había hecho más que pensar que tal vez podría perder su oportunidad.



Una canción agradable se escuchó, MyungSoo bailaba al ritmo de esta. Cantaba en un perfecto inglés y acompañaba con golpes de manos la melodía. Trataba de limpiar su departamento, pero algo en su interior le decía que al paso que iba no llegaría a ningún lado. Repaso los muebles de todas y cada una de las habitaciones; cambio las sabanas de su cama y lavo el baño. Barrió el polvo del piso y recogió los papeles.
Su última tarea era dar una buena limpieza al balcón y los vidrios de las ventanas.
Comenzó limpiando los cristales y termino por levantar el polvo del balcón. En lo que hacia esa tarea, pudo ver asomarse a SungYeol, sus labios se curvaron en una sonrisa.
Rego las plantas, que tenía como decorativo en su terraza y termino por limpiar las barras de metal.
Cuando finalizo, como si su tarea hubiese sido lo más agotador del mundo, se tumbó en el frio y limpio piso de su balcón.
-Estoy agotado...


Yeol miro el cuerpo del joven, sus piernas flexionadas y sus brazos extendidos. Percibió el suspiro que escapo de los labios del muchacho. Río...

-No es correcto que te rías de mi- Grito el de cabellos rubios. SungYeol quedo estático, acaso lo había escuchado...-Sabes estoy cansado y no merezco que te burles de mi.
Un tono juguetón, una risa y llevo su mano derecha cerca de su rostro, Yeol lo miro.
-¿Sabes?
"¿Acaso le habla a su mano?" El joven demostraba ser un muchacho extraño, algo no estaba bien... Tal vez el tabaco había quemado sus neuronas...
Suspiro aliviado, al menos no le reclamaba a él...


Por supuesto que MyungSoo no era un loco, claro que no. No hablaba con su mano y mucho menos con seres que no existían, simplemente dejo ir sus palabras. Había podido escuchar a SungYeol reír, que mejor idea que reclamarle. Por supuesto de una forma indirecta y quedando de alguna manera como un idiota, pero pudo reclamarle.
Quedo un tiempo recostado en la dureza del piso, viendo el cielo despejado. El sol iluminaba, las nubes blancas se colaban entre los rayos. Pájaros volaban, en bandadas... Sonrió...


Como típica tarde de verano, la humedad se hacía sentir, insoportable de estar dentro de una habitación, a menos claro que tengas un aire acondicionado.
Seis y cuarto de la tarde. MyungSoo salió de su departamento con una botella de agua fría, un cuaderno universitario, lapicera y su teléfono celular.
Caminaba por las calles de la ciudad, el vapor quemaba su cuerpo. Sorbió de su botella, el frio del agua recorrió su garganta. Llego a su punto deseado, el parque donde iba a correr, un lugar tranquilo, poca gente en él.
Busco la sombra de un árbol y se sentó debajo.
Con la tranquilidad de la música que oía, y con el poco viento que soplaba, comenzó a relatar algo; nada increíble, solo frases y palabreríos que cruzaban por su cabeza... Imágenes transformadas en cortos relatos, recuerdos escritos y plasmados... Todo sobre una única persona "SungYeol". No es que aquel cuaderno fuera su diario íntimo o mucho menos un lugar donde relatar su día; pues no, cada tanto y escribía algo en él. Abecés pequeñas canciones o poemas, alguna frase creativa, otras un intento de relato "especial", nada en particular...
Levanto su vista de la hoja cuando su inspiración se agotó, vio los árboles, las calles y el cielo anaranjado casi en su totalidad. Su mirada se perdió cuando visualizo el cuerpo de su vecino, buscando algún lugar donde descansar. La poca sombra que había, estaba ocupada, los bancos de madera bajo la luz del sol.
Noto el resoplido del joven...


Hace tiempo que SungYeol busca un lugar donde sentarse, hace mucho más que noto la presencia de MyungSoo...
Dio media vuelta dispuesto a irse, regresar al encierro de su hogar, ver algo de televisión o usar su ordenador, no estaría mal. Pero antes de siquiera poder considerarlo, un golpecito en su brazo, llamaba su atención, y una risa única despertaba sus sentidos...
-Oye... ¿Quieres sentarte conmigo?- SungYeol lo miro y se preguntó porque demonios el joven gritaba, tiempo más tarde descubrió que llevaba sus audífonos...


Luego de haber transcurrido una larga y entretenida hora, en la cual la presentación no falto y aún menos las risas, el sol se ocultó.
SungYeol observaba el cielo, MyungSoo lo miraba a él...
Prendió un cigarro, el aroma a tabaco ingreso a los pulmones de ambos, SungYeol lo miro...
-No te molesta, ¿No?
El alto negó con la cabeza, perdido en sus pensamientos, en sus reclamaciones de no haber contado cuantos cigarros llevaba fumando el muchacho.
El silencio los envolvió, ya no había risas, ni charlatanería. Ambos jóvenes miraban a la nada, cada quien perdido en su mundo.
MyungSoo pensó que tal vez esa noche seria como las ultimas, feliz e incapaz de poder cerrar sus ojos. Hoy no sería el día ideal para dormir.


Cuando la pequeña cita, como Kim decidió llamar, termino ya era pasada las diez de la noche...
Ambos jóvenes caminaban con tranquilidad, sin apuros, dejándose llevar por la paz y la soledad de la ciudad. Las calles iluminadas con un tenue color blanco, la mayoría de las tiendas cerrada, sin muchos peatones circulando.
MyungSoo tarareaba, SungYeol lo escuchaba. Una sonrisa decoraba el rostro de los dos jóvenes...

Muy contrario a como lo pensó Kim, esa noche si había podido dormir, luego de haber visto por última vez a su vecino desde su ventana y saludarse con un simple pero cálido "Adiós"...


Los días que le siguieron no fueron interesantes, ni mucho menos llamativos. MyungSoo había regresado a su trabajo, se dijo que las cuentas no se pagarían por si solas, luego de ello pasaba sus horas componiendo letras sin sentidos.
Por su parte SungYeol se concentró en sus estudios y en terminar una de las muchas redacciones que había dejado en el abandono junto a su ordenador.
Los días simplemente no habían sido buenos, no para ellos, mucho que hacer y poco tiempo. Por las noches MyungSoo ya no se sentaba en su ventana a admirar la ciudad, ni cantar... SungYeol solo podía oír sus composiciones en la lejanía...

Una semana paso, el fin de semana llego. Sábado por la noche, nueve y treinta, MyungSoo recibía una llamada a su celular... Minutos más tarde se asomaba a su ventana a ver al joven que vivían en el edificio de frente.

-Oye...- Que impulsivo podía resultar ser abecés... No lo pensó ni un minuto.-¿Quieres ir al cine?

SungYeol sintió algo incómodo en su interior, algo revolotear en su vientre, un cosquilleo en sus mejillas... "¿Qué demonios?" Sonrojado, hasta los cabellos y con un tartamudeo respondió- ¿A qué hora?

Técnicamente esto sería lo que se llama cita....

Luego de una hora en lo que SungYeol termino de arreglarse ambos jóvenes caminaba hasta la parada del bus. Media hora transcurrió hasta que este llego, y otra media hora más en lo que llegaron al cine. Allí los amigos de MyungSoo lo esperaban.
Un saludo cortes por parte de SungYeol, una risa y un golpe por parte de los dos muchachos y Lee ya era integrado al grupo de amigos.
Las risas sobraron durante la película, ganándose que fueran retirados de la sala. SungYeol creyó saber porque su vecino era como era. Ni el ser corridos de las sala logro callar al cuarteto de jóvenes, muy por el contrario provoco muchas más, los amigos de MyungSoo, incluido él, explicaron que no era la primera vez que algo como eso sucedía, es más siempre pasaba...
Luego de una hora de dar vueltas por la ciudad, los muchachos SungKyu y WooHyun se marcharon, no sin antes recibir unas palabras por parte del rubio. "Solo digo que usen protección" dejando así perplejos a los presentes...
-¿Y ahora qué?- Pregunto SungYeol.
MyungSoo pareció pensar antes de responder.-Vamos a comer algo, muero de hambre.

Como era de esperar la noche no acabo ahí, SungYeol no tenía ganas de volver al encierro de su hogar y mucho menos MyungSoo.
Caminar bajo la luz de las farolas fluorescentes, de las estrellas que brillan en el cielo y de los arboles era la viva imagen del romanticismo. Sin contacto de cuerpos, sin tomarse de las manos o mirase siquiera, SungYeol y MyungSoo caminaban sonrientes.
Durante la noche se puede decir que algunas indirectas fueron dichas y más de una directa. Pero como si fueran niños y en el momento más especial, se tornaban vergonzosos y tímidos.
No se miraban pero ambos sabían a ciencia cierta cómo era que se sentía el otro, ambos sabía el color de las mejillas del contrario o el brillo especial que iluminaban sus ojos... Una leve risa escapo de los labios de MyungSoo.

-Vamos, Hyung di algo, esto se está volviendo extraño.

Y sí que tenía razón, cuanto más silencio había más extraño e incómodo se volvía el aire que respiraba, la situación que los envolvía...
-¿Qué quieres que diga?
-No sé solo di algo.

Técnicamente ninguno fue capaz de decir algo, pero eso no llevo al final de su cita... Cuando ambos decidieron volver a casa, fue difícil decir adiós, entre dubitaciones y tartamudeos, SungYeol se atrevió a hablar.
-¿Quieres venir a casa a tomar algo?

¿Rápido? Pues no a los ojos de MyungSoo, especial o tierno sonaría mejor.

Las mejillas teñidas de rojo, los ojos acuosos y el mordisqueo constante de labios, fue la mejor parte de la noche... Todo acabo en ello...

Al amanecer MyungSoo despertó en su cama, el sol del mediodía día iluminaba su habitación. Un bostezo y un grito de sorpresa se escuchó... "Que mierda es esto, esta no es mi habitación".
Se levantó de un salto de la cama, tiro las sabanas en el camino, miro su alrededor. A menos que él hubiera decidido redecorar su habitación en un ataque de sonambulismo, todo indicaba que no estaba en su recamara. Sus pasos torpes lo dirigieron a la ventana, ¿Porque veía su habitación desde ella?
Pasos tranquilos desde el pasillo, la puerta se abrió, SungYeol se asomó por ella...
-Buenos días...
MyungSoo creyó entender lo que sucedía.


-En realidad no entiendo nada- Dijo entre suspiros…
Su pensamiento fue más que erróneo, según las palabras del mayor… MyungSoo había ingresado al departamento de Lee, hablaron hasta que el té estuvo listo y cuando SungYeol volvía con las tazas de té y algunos embutidos dulces para acompañar, se encontró con un MyungSoo dormido en las mesa de la cocina y volteando babas.
Patético”… Sinceramente MyungSoo creyó que por la noche se había emborrachado y había dormido con SungYeol, pero todo termino penosamente. “Patético”…


Cuando regreso a su departamento, una hora más tarde de haber despertado, golpeo su cabeza con la puerta de su habitación. Se sentía decepcionado y a la vez orgulloso de sí mismo.

Las horas corren, domingo por la tarde, el sol iluminando en todo su resplandor, una fina capa de brisa lo envuelve, el humo del cigarro se disipa en el aire… Un corto suspiro cálido, la melodía resuena en sus oídos, aturdidos, canta despacio.

Perdido en la comodidad de la tarde, de la calidez que el sol brinda, en la comodidad de su balcón, escucha los suaves tonos de voz de su vecino, la respiración acompasada. Da leves golpes en sus piernas al ritmo de la melodía, sacude su cabeza de izquierda a derecha….

Las semanas corren, el verano avanza, las cortas vacaciones que MyungSoo tenía en su trabajo comienzan, las de SungYeol aún no acaban.
Un típico lunes, luego de regresar de correr, recibe el mensaje de WooHyun, planean ir a cenar esa noche… Esta invitado…
Como aquella vez, solo que ahora con unas horas de anticipación MyungSoo, camina a su ventana, grita el nombre de su vecino. Las ventanas contrarias se abren, una figura esbelta y delgada se asoma, cabello castaño oscuro, casi negro, ojos grandes, rasgos faciales como los de una niña. MyungSoo lo conoce…

-Ohh…-Escapo de los labios del joven.
MyungSoo no sabía que ahora se saludaba con un “Ohh”, sonrió.
-Hola- Kim hablo y agito su mano- ¿Esta SungYeol?
El mencionado asomo su cabeza, como si hubiera estado escuchando, miro a MyungSoo y sonrió…
-Allí estas… ¿Quieres ir a cenar esta noche conmigo?

Ante la respuesta nula de SungYeol, SungJong debió darle un fuerte golpe con su codo, en el brazo. Sonrojado y con una sonrisa estúpida en sus labios Lee decidió asentir rápido con su cabeza.
-Le encantaría…


MyungSoo durante la tarde recibió más de un mensaje del pequeño amigo de Yeol, el muchachito era agradable y a la vez molesto…
La noche llego, la luna estaba ausente pero las estrellas brillaban en su ausencia…
Caminando como tortugas, con más pereza de lo habitual iban SungYeol y MyungSoo una al lado del otro, esperaban encontrarse por alguna casualidad con los amigos del menor, que mágicamente luego de que MyungSoo diera aviso de que su vecino lo acompañaría, desaparecieron de la faz de la tierra, no respondieron a su mensaje, aun así el rubio confiado de que la cena seguía en pie decidió ir.
Ahora se los podía ver a ambos caminando sin rumbo y perezosos, mirando de un lado a otro, mientras eran empujados por los peatones que caminaban con apuro.
Realmente la noche era maravillosa, y ciertamente todo había sido planeado. No por MyungSoo, sino por sus amorosos amigos, que mejor idea que dejarlos solos, el amor que existía entre el par de jóvenes se respiraba en el aire…

-Creo que no vendrán.
MyungSoo río- ¡No me digas! – Y el sarcasmo se percibió y disgusto en sus palabras.

Más de media hora paso y MyungSoo no detuvo en ningún momento su caminar, hasta que por arte de magia o mejor dicho por la acción malvada de SungYeol cayó al piso. El pie derecho de Lee fue puesto delante de los de MyungSoo, y este inevitablemente cayó al piso, de rodillas.
Las personas a su alrededor miraban desaprobatoriamente la actitud del joven, que no paraba de reír por su estupidez y la vergüenza. SungYeol por otro lado reía estrepitoso, orgulloso de lo que hizo.
Que magnifica noche”…
Como venganza, MyungSoo en algún momento de la carcajada imparable de SungYeol, lo tomo de la mano y lo tiro a su lado, el mayor cayó de cara al piso.

Su mejilla dolía, estaba un poco roja por el golpe, pero no sangraba…Chillo cuando sintió el pavimento contra su rostro. Grito aún más a la hora de maldecir a su compañero.

-HEY! Maldito desgraciado.
Frase de telenovela” Así lo escucho y pensó MyungSoo, que no paraba de reír como loco.
La gente a su alrededor se dispersó, ahora los peatones los ignoraban. “Mucho mejor”.

Si bien nunca en la bendecida noche fueron a cenar, muy al contrario terminaron dentro de un bar ruidoso, con ebrios que gritaban estupideces y damas que técnicamente no vestían algo decente.
Un vaso de Whisky y un Vodka se situaba delante de cada uno. Se retaron a beber rápido su bebida, sin parar a tomar aire…
En lo que duro la noche, se la pasaron riendo junto a un par de extrañas que llegaron a ellos en busca de diversión. Todos saben de qué tipo de diversión hablamos, pero lo que en realidad encontraron fue un par de idiotas, borrachos, y enamorados el uno del otro.
Risas, caídas y abrazos, acompaño su regreso a casa.

-Por Dios tío, ellas creían que podrían con nosotros- MyungSoo reía.
Sus palabras sin gracia, provocaron una sonora carcajada en el alto.
-Pues estaban muy equivocadas... Nadie puede contra… contra nosotros…- Técnicamente no sabían de qué demonios hablaban, ni a que se referían… Soltaban palabras por gana.

En el trayecto a subir los escalones al departamento de MyungSoo, SungYeol cayó del tercer escalón hasta volver al descanso. Uno se pregunta ¿Por qué demonios no fueron por el ascensor? Simple, según MyungSoo la caja mágica llevaba al infierno “Es mejor no tomarla…Esta maldita… Y algo más ¿Por qué SungYeol iba al departamento del menor? Algo mucho más fácil de responder, el joven perdió sus llaves en algún lugar oscuro, del profundo bolsillo de su pantalón.
Al llegar al ya mencionado departamento SungYeol golpeo su cuerpo con la pared y MyungSoo se enredó con sus pies, quedando así en el piso…
Las horas transcurrieron, el calor ardía en el cuerpo, sudor, gotas de transpiración corrían por los torsos desnudos. Un golpe y con el enredo de sabanas termino a un lado de la cama…
Un grito agudo, quejidos incontrolables y una palmada se escucharon.
SungYeol abrió sus ojos, dejando salir un suspiro cansado de sus labios, miro de un costado al otro, repaso cada sector de la habitación y minutos más tarde reparo en el cuerpo que yacía en el piso. Asustado se levantó de la cama y toco el cuerpo. “Esta frio”. Gracias al sueño en ningún momento noto la respiración agitada y la calidez del cuerpo del menor.

-MyungSoo, MyungSoo… Despierta… ¡Oye despierta!- Sacudió una y otra vez el cuerpo, incluso le dio una leve patada.- ¡Despierta mierda!...
Tres minutos más tarde el joven de cabellos rubios daba señales de vida. Su brazo se agito en el aire, y termino en la cara del mayor. Un golpe en la mejilla de SungYeol.

-Puta madre- De un salto Kim se levantaba del piso y miraba a su vecino. Furia, ira, enojo se refleja en el rostro de SungYeol- Mierda! Yo no quise…
Un puño fue a parar en el rostro del más bajo…
-Ya todo está resuelto…

Como era de esperarse la resaca ataco con todas sus fuerzas, dolores insufribles de cabeza sentían ambos jóvenes…
SungYeol no regreso a casa, estuvo hasta tarde en el hogar de MyungSoo, siendo atendido por este, sus palabras fueron simples al momento de recibir una queja del menor “Tú me llevaste a ese lugar.. Es tu culpa que ahora me encuentre en este estado”.
Cuando el dolor disminuyo el mayor se marchó a su casa y MyungSoo se propuso tomar una ducha fría.
Por la noche nada sucedió, MyungSoo no se sentía con ánimos de hacer algo y menos SungYeol.

Si las mañanas siempre fueran así, MyungSoo siempre despertaría de buen ánimo. El sol dejaba entrar pocos rayos por su ventana, sin calor ni humedad, una brisa veraniega fresca, nubes blancas cubriendo el calor enviado de la estrella de fuego, las aves no cantaban, solo volaban alegres en el cielo…
Estiro sus brazos y piernas, rodo a un lado de la cama y antes de caer de ella, retrocedió. Las sabanas descendieron por su torso, hasta llegar a la cintura. Revolvió su cabello, alcanzo el celular en la mesa de noche y visualizo la hora 10:00 hs. Que podía hacer tan temprano un día de semana y en vacaciones “Dormir”, pero lamentablemente MyungSoo ya no tenía ganas de seguir en su cama. Perezoso y arrastrando los pies llego al baño. Media hora más tarde salía de este con un exquisito aroma a flores y frescura que bañaba el ambiente.
Saco jugo de naranja y sirvió en un vaso, de un sorbo termino de tomarlo… “A correr”…

Los días de vacaciones se habían hecho para descansar, dormir hasta tarde y despertar cuando el sol estuviera poniéndose, pero eso era lo que menos hacia SungYeol. Sin ánimos de dormir a las 9:30 ya había despertado y para las 10:30 terminaba de limpiar su departamento.
Jeans negro, zapatillas deportivas y una sudadera blanca, lo vestían esa mañana, el cabello castaño se movía con el viento, despeinándolo.
El parque invadido de jóvenes que no tenían nada mejor que hacer, una ola de brisa fresca golpeo su cara. Busco el mejor lugar donde sentarse, abrió su laptop y comenzó a escribir.
Las horas siguieron pasando mientras SungYeol permanecía en su mundo de fantasías y sueños, el mediodía llego y con él la hora del almuerzo. Perdido en su mundo, no noto cuando un joven con gorra negra, se acercaba a su lado.
SungYeol levanto su vista y lo noto. Una radiante sonrisa dibujada en su rostro, sus ojos en medias lunas, su mano se agita en un saludo, la otra llevaba dos helados.
-Hola-Murmura- ¿Quieres sentarte?

Durante el trascurso del tiempo, el día comienza a acalorarse, el aire caliente recorre la ciudad y mueve con alegría las hojas de los árboles. MyungSoo le cuenta a su vecino que llevaba casi toda su mañana observándolo.
-Como no vi que tuvieras intenciones de regresar a casa a almorzar decidí comprar algo- Sonrió.
-Gracias.

El ambiente no era incomodo, la tranquilidad se respiraba por doquier. SungYeol seguía escribiendo en su ordenador, mientras tanto MyungSoo jugaba con su teléfono celular o por momentos decidía molestar al mayor.
Como la tarde llego y ninguno de los jóvenes daba señal de querer regresar a su hogar, y como Kim no había vuelto a dormir desde la mañana, se recostó en el césped y cerró sus ojos. Los rayos de sol iluminando su rostro.
-¿Quieres dormir?- La voz profunda de SungYeol se escuchó…
Un simple asentimiento de cabeza y suave si dado como respuesta.
SungYeol sonrió y dejo su laptop a un lado de su cuerpo e imito a su acompañante. Su rostro se giró en dirección al cuerpo de MyungSoo, suspiro…
-¿Tú también quieres dormir?- Un susurro casi inaudible, dicho solo para ellos…
-Tal vez…
Un simple acercamiento de cuerpo entre ambos, MyungSoo mucho más cerca de Yeol, Lee levanto su cabeza y la acomodo en el pecho del menor. Sus respiraciones se hicieron una, el latido tranquilo del corazón, sin nervios, sin vergüenzas…
-Duerme…

En el trascurso de las horas nada cambia, siguen en el mismo parque recostados en el césped, el aire cálido sigue allí, solo que ahora el sol se oculta de a poco y SungYeol duerme…
Un corto suspiro escapa de los labios del menor. Podía sentir el aroma dulce que desprendía el cuerpo de SungYeol, las palpitaciones tranquilas de su corazón, el cálido aliento golpear su pecho… Y aún más los brazos del joven rodear su cuerpo…


Al abrir sus ojos, el cielo estaba oscuro, luces de tonos amarillos alumbraban el sitio, las hojas del árbol más oscuras de lo normal. Mueve su mano, la textura fresca y suave. Incorpora su cuerpo hasta quedar sentado, mira hacia un costado, encuentra lo que estaba buscando.
-Sabes duermes mucho- Simple palabras y su corazón palpita alegre- Nueve y cuarenta.
SungYeol sonríe, no es una persona que le guste dormir demasiado, pero tal vez su cuerpo se relajó lo suficiente como para dormir tantas horas…
-Tengo hambre, vamos a comer algo…
Las luces coloridas del puesto de comida llamaron su atención, el pequeño restorán se encontraba en su totalidad vacío, unos pocos clientes se situaban en las mesas del final. Una melodía primaveral para los muchachos se escuchaba… MyungSoo la tarareaba, conocía esa canción perfectamente “Sunboat” de Little Suns, SungYeol reía cuando el contrario se equivocaba…
Dos hamburguesas, una botella de Coca-Cola y dos vasos, se ubicaron en las mesas que estaban cerca de la salida y frente al gran ventanal. Una cena tranquila sin inconvenientes, ni problemas. Bromearon y hablaron, cantaron por momentos canciones que podían llegar a conocer y contaron más acerca de sus vidas…
En la entrada del local, cuando ya estaban por marcharse, encontraron a los amigos de SungYeol. Un joven de cabellos castaños y sonrisa divertida se acercó a ellos, se presentó ante MyungSoo como DongWoo el mejor amigo de SungYeol, por detrás de este aparición el ya tan conocido SungJong…

MyungSoo pudo regresar a su departamento a las dos de la mañana, cansado porque bien sabemos su día fue largo, y feliz. Las cosas parecían ir demasiado bien….

Los siguientes despertares resultaron ser maravillosos. Las mañanas frescas, la melodía dulce del cantar de las aves, el sol invadiendo territorio ajeno, nubes esponjosas…

Despierta quejumbroso, despeinado y envuelto en sábanas blancas, con aroma a humedad. Suspira y mueve su cuerpo fuera de la cama, arrastra los pies por el liso piso, camina al baño, lava su rostro y termina por ducharse. Camina por su habitación con el torso desnudo y un pantalón negro que caían en sus delgadas caderas. Abre las ventanas, el sol ilumina su blanquecina piel.
Un zumo de naranja y una tostada sobre la mesa. Tranquilo sentado en el sofá veía la televisión y desayuna… El día de hoy será aburrido.


Perezoso pero entusiasmado esperaba su café. Un periódico en la mesa, unas cuantas galletas y pasteles en un plato. Leía con tranquilidad un mensaje que le fue enviado.
¿Dónde estás?”
En el café que esta frente al parque en el que corres” Preciso, sin información de más, pero la justa y necesaria.
20 minutos después del mensaje, un joven con jeans negros y remera blanca se acercaba a su mesa, tomo asiento.
-Buen día~ -Hablo cantando.
-Buenos días- Devolvió el saludo- ¿Quieres que pida algo para ti?
El muchacho negó leve y alegre- No, desayune en casa.

Los días que le siguieron a su encuentro casual en el parque, fueron iguales, alegres y llenos de buenos momentos. Siempre que MyungSoo despertaba enviaba un mensaje a su vecino preguntándole que hacía o donde estaba, siempre que podía o quería lo acompañaba…
Por las tardes salían o bien se quedaban en sus casa a descansar, por las noches simplemente desde la ventana de sus habitaciones se hablaban o mejor dicho gritaban… En ocasiones MyungSoo le dedicaba alguna canción que se le ocurría en el momento, otras SungYeol se atrevía a leerle alguno de sus relatos o como él llamaba “Novelas Cortas”, MyungSoo creía que eran los mejores relatos que alguna vez escucho…

Esa noche tal vez fue distinta, como de costumbre ambos jóvenes descansaban en sus respectivas ventanas, MyungSoo como siempre sentado en el marco de esta, recargando su espalda en la pared, SungYeol por su parte colgaba los brazos de esta y miraba al vacío. En silencio, sin decirse nada, sin pronunciar palabras, perdidos en su mundo…
Las estrellas rebosaban el cielo de luz, las calles iluminadas por colores blancos, los peatones circulaban tranquilos.
El aroma del cigarro encendido trajo al mundo a SungYeol. Miro detalladamente al menor, unas pocas gotas de sudor recorrían su mejilla derecha, el humo del cigarrillo se escaba de sus labios, sus ojos se cerraban en cada calada, el cabello levemente despeinado pero aun así con estilo, las piernas flexionadas, una de sus manos sosteniéndolas… Perdido en el esbelto cuerpo del joven, una sonrisa se formó en sus labios, sus ojos brillaron, vagando en el pensamiento de sentir el contacto de la suave piel del rubio entorno a la suya.
Un suspiro silencioso, un suave mordisco de labios… Debía de pasar algo más entre ellos…




Mira de reojo al muchacho que pierde su mirar en el cielo, observa cada suspiro que escapa de sus labios, cada abrir y cerrar de ojos, parece querer decir algo por momentos pero se arrepiente… Piensa en la perfección, en lo perfecto que se ve… La luna brilla en su rostro, sus pupilas se iluminan con ella.
Un corto suspiro, una nueva absorbida a su cigarro y todo parece terminar…


La lluvia caía, las gotas golpeteaban fuerte el aguado piso, el cielo cubierto de nubes grisáceas, una corriente de aire frio recorría la ciudad.
Las ventanas abiertas de par en par, el fresco viento invadiendo la habitación, en la sala contigua las puertas del balcón abiertas.
Con una taza de café en sus manos y un suéter, a rayas, abrigándolos, ambos muchachos miraban las gotitas descender hasta llegar al piso del balcón.

-Perfecto clima-Suspiro.
La taza humeaba, el vapor se esparcía por el salón.
-Demasiado perfecto.

Eran primeras horas de la mañana de un día miércoles.
SungYeol la noche anterior había invadido la casa de MyungSoo, con la excusa de que la luz se fue en su edificio, gracias a la intensa lluvia, y él necesita cargar su laptop y teléfono móvil, el menor con alegría lo recibió.
Durante la noche hablaron y escucharon música, y cuando la luz decidió abandonar el departamento del menor y solo ser alumbrado por los constantes relámpagos, que encandilaban el cielo, fueron a dormir. Porque MyungSoo no quería dormir en el sofá y SungYeol como invitado que era no debía descansar en otro lugar que no fuera una acogedora cama; durmieron juntos. Al final de la noche, llegando a la madrugada los dos jóvenes se encontraban envueltos en sábanas rosas y abrazos cálidos.

Ahora, allí estaban despeinados, con el piyama puesto y un simple suéter cubriéndolos del frio, sentados en el sofá uno al lado del otro, sus piernas rozándose y por momentos sus manos se encontraban…
Un ligero movimiento de cabeza de SungYeol y esta terminaba depositada en el hombro del rubio. Un movimiento de brazos ligero y el brazo izquierdo de MyungSoo terminaban detrás de la espalda del mayor.

El sonido tranquilo de la lluvia sonaba como acordes de violines en sus oídos, pacífico y armonioso. El cielo se ilumino unos cortos segundos, un débil trueno se escuchó en la lejanía…
Las tazas ahora en el frio piso. Los brazos envueltos en un fuerte abrazo, una caricia leve, provocada por la respiración en el cuello del menor. Un pequeño e inaudible susurro en sus oídos… Un “Te quiero” resonando… Un apretón mucho más fuerte entre ambos cuerpos y miradas simultaneas.
El acercamiento infrenable de rostros, una leve caricia regalado por los labios deseosos por más contacto… Un profundo beso entre ambos… El contacto se intensifica con los segundos que restan para que la hora cambie.
Una ráfaga de viento frio los envuelve. El mayor recostado con delicadeza sobre el sofá, el cuerpo del menor sobre el suyo.
Una risa tranquila escapando de los jóvenes…




La noche de viernes ha llegado, el cielo con turbias nubes amarronadas, faltante de color y brillos. El aroma a humedad penetrando en la ciudad. Aire refrescante ingresando por la ventana, las cortinas blancas, transparentes, se agitan con el viento.
Recostados en una cama, se encuentran dos muchachos, aniquilando sus propios alientos con besos.
Manos agiles ascienden por el cuerpo sudoroso del mayor, la ropa queda tirada en el piso. Con movimientos rápidos MyungSoo queda sobre SungYeol, sus brazos a cada lado de la cabeza de este, sus piernas a los costados de la cintura del de cabellos castaños.
Reparte besos en el torso desnudo del más alto, sube hasta su cuello, muerde gran parte de la piel de este, relame la mandíbula del joven…
Un gemido agudo escapa de sus labios…
La mano derecha del menor se posa con delicadeza en la hombría del mayor, otro corto gemido y unas palabras dedicadas solo para el… “Esta noche serás mío”…



La mañana siguiente despierta, con el aliento cálido de SungYeol en su pecho y marcas rojizas repartidas en su pecho.
Un suspiro escapa de sus labios, con cuidado de no despertar al muchacho incorpora su cuerpo y termina por levantarse.
Se coloca su ropa e indeciso camina hasta el baño, lava su cara y arregla su cabello. Minutos más tarde regresa a la habitación, SungYeol se encuentra sentado en la cama, observando las paredes pintadas de blanco.
Se acerca despacio hasta la cama y toma asiento detrás del joven, que divagaba en sus pensamientos.

-Buenos días- Susurra cerca del oído del mayor.
Un escalofrió recorre su cuerpo y sonríe como idiota al instante- Pensé que te habías ido.

Claramente no era el deseo de MyungSoo de marcharse, no luego de haber pasado la mejor noche de su vida.
Acerca un poco más su cuerpo y rodea con sus brazos el cuerpo de SungYeol.
Las cortas vacaciones de verano están llegando a su final, solo unos días quedan para que deban volver a su tediosa rutina…
Una noche con amigos no es mala idea. MyungSoo arregla su vestuario antes de abrir la puerta de su departamento y encontrar a sus amigos que lo saludan con una enorme sonrisa en sus rostros. Susurra, tan despacio que es imperceptible, un “Estúpidos” y cierra la puerta de su departamento.
Al bajar a la recepción se encuentra con cuatro jóvenes que parlotean entre ellos, reconoce a tres, el cuarto le resulta un completo desconocido. Perezoso camina hasta ellos y rodea con sus brazos a uno de los cuatro en un abrazo amistoso.
-Buenas noche- Saluda…
Los tres jóvenes que son ignorados por MyungSoo lo miran y el más pequeño de todos habla- Buenas noches para ti también. ¿Que como he despertado? pues… muy bien y ¿tú que tal?...
-¿Nunca nadie te ha dicho que eres muy fastidioso?
SungJong se carcajeo- Yo también te quiero.

Durante los últimos días y desde que pudo conocer al pequeño su amistad tal vez se acrecentó, los mensajes eran diarios y ni hablar de las llamadas telefónicas…
MyungSoo rio…


En el transcurso de la noche pudo conocer algo más que el nombre del nuevo sujeto que acompañaba a SungYeol y los amigos de este.
Lee Howon, novio de DongWoo y estudiante universitario. Un muchacho algo presumido en su aspecto exterior, demasiado divertido y cariñoso cuando tomaba confianza a las personas de su entorno. Bailarín de hip-hop y rapero.
Una vida interesante” pensó MyungSoo.

Reunidos en un club el cual Kim no recordaba el nombre, con aroma a alcohol y cigarro, luces de diferentes colores daban de lleno en sus ojos. De un respingo se levantó de su asiento y camino hasta la barra en busca de WooHyun y SungKyu quienes fueron encargados de traer las bebidas, al llegar se encontró con la pareja metiéndose manos hasta donde se les permitía llegar. Tubo ganas de vomitar.
-Agg… Por Dios es lo más asqueroso que alguna vez he visto.-Grito.
La pareja le dirijo la mirada, antes de proseguir.
MyungSoo los detuvo- Se enteraron de que existen los moteles ¿Verdad?
WooHyun volteo a verlo- Claro que si Myung, por algún motivo te los he recomendado más de una vez.
Suspiro cansado- ¿Dónde están las cervezas?
Con un movimiento de cabezas SungKyu dio señal de las botellas detrás de él, en la barra. Las tomo y se las llevo.

-Definitivamente hoy no hubiéramos bebido nada, de no ser por mí- Dijo al llegar- Aquel par de idiotas estaban…
Sus palabras quedaron atascadas en su garganta, no tenía sentido seguir hablando. “¿Dios mío que he hecho para merecer esto?” En realidad hoy no era su día, hasta cuando debería ver parejas… “DongWoo y Howon no son de ayuda”. Sin darle vueltas al asunto, dejo las botellas de cervezas en la mesa, llevándose consigo una antes de tomar marcha e irse. En el camino se encontró a un SungJong alegre que bailaba con una muchacha de cuerpo delgado y curvas acentuadas, el jovencito le sonrió, MyungSoo lo paso por alto.
Siguió su camino hasta toparse con SungYeol, que le quito la botella de las manos y tomo un poco de ella.
-¡Ahh!… Esto sabe horrible.
Kim río- ¿Para qué lo bebes?
-Debía detenerte…


De camino al apartamento del menor SungYeol tomo de la remera a MyungSoo, atrayéndolo a él y plantando de lleno un beso en los labios del rubio. El menor río en el proceso de agarrarlo de la cintura y abrazarlo para profundizar el contacto.
Su cuerpo choco con la superficie dura de la puerta, con apuros metió la llave en la cerradura y la abrió. Una vez dentro el beso se profundizo y la vestimenta comenzó a caer al suelo. Un gemido grave escapo de los labios del rubio, estrello al más alto contra la pared, descendiendo por el torso desnudo de este, dejando caminos de saliva en él. Su cuerpo fue dejando caer su peso en las piernas, terminando por quedar arrodillado y con una sonrisa satisfactoria en sus labios al mirar lo que había delante de él.
SungYeol se sobresaltó al contacto de las manos frías del contrario con su cuerpo. Kim bajo apresurado los pantalones del mayor y junto con ellos la ropa interior.
-Ahh… Myung por favor- Era mucho más que obvio que Lee se sentía avergonzado y de alguna manera humillado, nunca antes le había hecho lo que en este momento estaban por hacerle.
-Te gustara, créeme.
Sin más que decir, las acciones comenzaron. MyungSoo comenzó por pasear su lengua por la base del miembro del mayor, degustando el sabor, continuo por posar besos intranquilos en la punta de la erección y termino por engullirlo.
SungYeol se iba en gemidos entrecortados y agudos, MyungSoo mantenía su respiración y por momentos jadeaba…
-Agg…Myung esto es… como tocar… el cielo.
Como MyungSoo lo predijo a SungYeol le encantaría. El más alto tiro de su cabello, empujando la cabeza del mayor hasta llegar a la punta de su miembro y luego con rapidez y brutalidad lo volvió hasta la base. Continuo con ello marcando su propio ritmo.
MyungSoo ascendió su mano por la pierna derecha del mayor, recorrió la cara interna de su muslo y llego hasta los testículos del joven dio un pequeño tirón en ellos, y Lee se desasió en gemidos. Dejo escapar el miembro del joven de sus labios y ahora lo masturbo con su mano libre, su lengua se deslizo por su abdomen, incorporando despacio su cuerpo. Llego al rostro cansado y lujurioso de su hyung y repartió besos en él.
-Te he dicho que te gustaría ¿Verdad?
Más sumiso de lo que jamás en su vida lo había sido, asintió repetidas veces con su cabeza aun perdido en los descarados movimientos de la mano del menor sobre su miembro.
-¿Y te gusto?-Susurro en su oído, dejando besos en su cuello.
Nuevamente volvió a asentir ido de la realidad, sumergido en la pasión y la lujuria…
MyungSoo cernió sus dedos en la punta de la erección, que palpitaba en su mano, cuando percibió el agitamiento de placer en el cuerpo de SungYeol, solo un poco más y el joven se correría allí mismo.
-Solo espera un poco más…
Como si las palaras del rubio activaron algo en los sentidos del mayor, el muchacho termino por soltar un gemido agudo y fuerte antes de dar un respiro profundo y derramar su esencia en su vientre y el de su vecino…
Eso fue más de lo que podía soportar…


La noche se convirtió en calurosa, divertida, agitada y ruidosa. Con cuerpos que experimentaban cosas nuevas y revivían otras ya conocidas, y gritos de placer…
MyungSoo en el transcurso de ella descubrió lo provocador que podía resultar su hyung y lo mucho que le gustaba el sabor de la piel del joven.
Por otro lado SungYeol reconoció ser un adicto al contacto del cuerpo del menor al suyo y admitió gustarle cada una de las humillaciones que MyungSoo le hizo pasar.



Tres días después del suceso candente y de .los gritos por parte de sus amigos por no coger el teléfono y dar aviso de su huida, MyungSoo volvía recostar su espalda en el incómodo marco de su ventana disfrutando del aire recorriendo su cuerpo y de la tranquilidad. Recorriendo por momentos el edificio de SungYeol, admirando por otros la altura en la que se encontraba.
La noche estaba particularmente estrellada, con un clima templado. La ciudad parecía de alguna manera abandonada sin peatones ajetreados que circularan en ella, sin coches ruidosos y sin sonidos molestos.
Con una botella de cerveza en mano, y una melodía pegadiza sonando en su cabeza bajo de la ventana. Los últimos días fueron interesantes, desde encuentros con sus amigos, hasta repetidas salidas o “citas” con SungYeol o repentinas visitas por parte de ambos muchachos a sus departamentos.
Ahora dentro de su departamento, camina hasta la mesa de noche, las luces apagadas en la habitación, la respiración tranquila mezclada con la suya. Desde hace una hora que un esbelto cuerpo descansa en su cama, cubierto con una fina sabana de seda blanca. Observa al joven de cabellos castaños, sus labios se entreabren molestos, su entrecejo se frunce… MyungSoo piensa que está teniendo un mal sueño.
Tal vez aún no han concretado una relación pero desde su primer encuentro hasta este día su cercanía se afino mucho más. Sus amigos juraban que entre ellos había algo más que una relación de amigos, o amantes de “Cama” porque sencillamente entre ellos se podía respirar, sin sonar demasiado cursis, el amor. Ya no era como antes, sus noches no eran solo sexo, ahora se concentraban en hablar y conocer más el uno del otro, su tiempo se ocupaba en conversaciones que se extendían hasta altas horas de la madrugada o en largas tardes que se convertían en noches.
Tal vez ya era hora de cambiar su situación...


Si el tiempo no avanzara con tanta rapidez, o si el sol no abandonará con tanta ligereza la ciudad, aun permanecerían en vacaciones y más que nada continuarían en un acalorado verano. Muy por el contrario el tiempo continuo a su ritmo, el sol desapareció entre las nubes anaranjadas y rojizas, el verano termino por marchitarse y acabar en otoño.
Con un recorrido de hojas anaranjadas y amarillas que crujían bajo sus pies, arboles sucumbidos en sus escases de brillo y perdidos en la nostalgia, el cielo radiante con un molesto sol que brillaba en lo más alto del cielo. MyungSoo recorre un último tramo antes de llegar a su apartamento y perderse en la soledad de su encuentro.

Como en aquellas noches de verano, como en aquellos días calurosos, MyungSoo deja caer su cuerpo en el frio piso de su balcón, sentado con sus piernas flexionadas contra su pecho sus brazos rodeando cada una de ellas, recuesta su cabeza en sus rodillas. Con sus ojos cerrados y sus labios entre abiertos inhala el aire frio, la brisa mezclada con aroma a pavimento y contaminado por el humo de los autos. Su cabello, de un tono chocolate se arremolina con la suave y fresca brisa que recorre cada poro de su piel. Un pequeño suspiro fluye de su boca, una diminuta sonrisa se curva en sus labios y la estridente carcajada estalla en el aire.



Con sus audífonos emitiendo a todo volumen una melodía tranquila, se pierde en el cielo azul, en el brillar de las estrellas, queda cautivado en los recuerdos de un amor de verano.

Tal vez su historia acabo sin comenzar, tal vez él mal interpreto la situación. Desde que MyungSoo decidió dar un paso adelante y convertir lo que no había en algo más, toda la magia se esfumo y desapareció igual o más rápido de lo que llego.
Sumido en el deseo de cambiar el destino y de su alegría por afrontar la situación y pensar como adulto que es, se acercó al mayor, con confianza y algo nervioso. Sus palabras no fluyeron como el agua, sus nervios se centraron en querer arruinar todo. Las mejillas ardían, sus brazos temblaban y su voz se escabullía con la brisa caliente de un verano pesado.
Como niño de secundaría, como una maldita adolescente enamorada dejo salir una cortas e inaudibles palabras que marcarían su presente y quien sabe tal vez su futuro.
-¿Quieres… ser mi novio?
Los segundos que le siguieron, y los minutos de silencio que continuaron dieron la respuesta a la pregunta retórica.
Aun navegando en aquel recuerdo, sumergido en lo que creyó perfecto, dejo caer su cuerpo en lo profundo de un sueño abrazador y del frio de la noche otoñal…
Su cuerpo extendido en el duro piso de su balcón, la botella de cervezas a su lado, la colilla de cigarro, aun emanando su tedioso aroma, a unos escasos centímetros de su fino cuerpo.


Suspirando y viendo desde su ventana la escena, perdió el ritmo del tiempo y de su respiración. Con disimulo y casi oculto observaba a su joven vecino dormir en su balcón. Poso sus brazos en el marco de su ventana, su cabeza se recostó sobre ellas y cerro sus ojos.
Sintiendo algo arremolinarse dentro de su ser, con un sentimiento anhelante viajando en su interior, volvió a abrir sus ojos y a mirar a MyungSoo. Su sorpresa no fue para menos al encontrar al muchacho observando con cuidado su rostro, sin formar sonrisas o agitar su mano como saludo, solo observándolo desde lejos. El contacto no duro lo suficiente, la mirada del joven viajo a lo alto y descendió poco después…


Durante la madrugada de un sábado invernal y frio, la nieve cayo por primera vez en el mes de diciembre, bañando con su pintoresco blanco los edificios, árboles y calles. Cubierto por su sudadera negra y su jean gris salió al frio. Su cabello se tiño de un fino blanco, sus palmas se aferraron al congelado barandal de metal, las luces coloridas que lo adornaban se habían apagado hace unos minutos atrás, solo dentro en su departamento brillaba el pino navideño.
Suspiro y el vaho formo una nube nítida que se esfumo con la corriente de aire que avanzo, contemplo los copos de nieve caer y perderse en el vacío de la ciudad…


El nuevo año llego y con ello los días nuevos avanzaron con rapidez, incluso los meses, el atormentante invierno se esfumo y los arboles volvieron a brillar con su mágico esplendor natural.
Decoro el interior de su hogar con flores de colores y pequeñas plantas verdes. La sala principal pasó a ser de blanco a color durazno claro, su habitación se combinó con un color pastel. Durante el tiempo que fue avanzando quiso dar un cambio a su vida y para ello comenzaría con su hogar.


Desde el comienzo de primavera hasta el día de hoy, mediados de mayo, comenzó a redecorar su balcón con árboles pequeños que brillaban a la luz del sol con sus distintos tonos de verde. El interior de su hogar resplandecía como nunca antes, no solo por su limpieza sino que por los colores que adornaban los muebles en tonos negros y marrones, con jarrones de flores artificiales, rosas en su mayoría, portarretratos con imágenes de su infancia y grandes murales en las paredes.

Corrió las cortinas de su habitación y dejo entrar la luz del sol, sus ojos se entrecerraron a causa de esto y su ceño se contrajo. Abrió la ventana el cristal reflejo su rostro. La imagen que le fue regalado lo asusto y al cabo de unos segundo sonreír. Alborotado como solo él podía llevar su cabello chocolate, camino con cuidado hasta el baño y se ducho.
Poco tiempo después salió arreglado, con una remera blanca holgada, que mostraba su hombro blanco, jean azul oscuro y converse negra. Camino por el apartamento en busca de dinero, él sabía que por algún lugar había dejado unos billetes. Minutos después salía del edificio y caminaba por las calles invadidas de peatones ajetreados, él se sumó a uno más de ellos. Camino a su trabajo compro un café para llevar y un muffins de chocolate para acompañar.


Luego de un día largo y exhaustivo regreso a su departamento, alrededor de las siete u ocho de la noche. Cansado dejo caer todo su peso en el sofá, relajo su cuerpo y al cabo de uno minutos quedo sumido en el mundo de los sueños. Tres horas más tarde despertó por el sonido ensordecedor de alguien llamar a su puerta, camino perezoso hasta ella y al abrir encontró dos rostros sonrientes saludándolo.
-Agg… ¡Qué asco de vida! – Pronuncio molesto.
-Yo sé que nos amas tanto como yo amo a SungKyu.
MyungSoo rodo sus ojos al escuchar semejante cursilería y fingió tener arcadas, gracias a sus actos recibió un golpe en su cabeza de parte de Kim, lo fulmino con la mirada.
-¿Qué los trae por aquí?
-Vamos a salir a beber unas copas.
Luego de unos minutos en lo que tardaron el par de jóvenes alegres en convencer al menor de salir y en lo que MyungSoo demoro en alistarse ya había pasado una hora.
Cerro con llave la puerta de su departamento y se encamino con sus amigos al elevador, al llegar a recepción se encontró con un mocoso de aspecto feliz. MyungSoo no pudo ocultar su disgusto. No significa que odie al jovencito, ni mucho menos no lo considere su amigo solo que el día de hoy su humor no es bueno y podría matar a quien se le cruce por su camino. SungJong camino hasta él y con una sonrisa de oreja a oreja pronuncio entre dientes “No creas que me alegro de estar aquí. Ese par de idiotas me obligaron a venir”. Sin entender la razón de los actos de sus amigos, sin siquiera tener motivos de hacerlo, se volteo a mirarlos la sonrisa jamás desapareció de sus rostros.
En el transcurso de las horas y por arte de magia de apoco iba encontrando en su salida a nueva gente. No, no se trataba de los simples peatones que recorrían la ciudad a esas horas de la madrugada, sino a aquellos jóvenes que en el verano pasado logro conocer gracias a su vecino. Cundo ingresaron a un restorán que se encontraba abierto pudo visualizar el rostro de DongWoo que justo como sus amigos tenia dibuja una sonrisa idiota en su rostro, al poco tiempo de ocupar asiento en la mesa del muchacho de amplia sonrisa, su novio había llegado y justo como lo imagino el bailarín también sonreía. Creyó que todo aquello era un plan creado por los cinco muchachos que lo acompañaban, pero sin tener muestras que comprobaran aquello lo dejo en el abandono.
Ahora tal vez volvía a retomar esa idea, porque no era una simple coincidencia encontrar a SungYeol solo en una discoteca, menos luego de que todos sus compañeros desaparecieran de la faz de la tierra sin dejar rastro. Suspiro pesadamente, desde aquel acontecimiento en el que su actitud se transformó a la de una niña enamora e idiota no volvió a hablar con el joven a unos escasos pasos de él. Sencillamente su relación se quebró y dejo de ser lo que era para convertirse en la “nada”.
Con un vaso de cervezas en su mano y con la mirada perdida en aquellos ojos que lo veían sin disimulo, dio media vuelta y cambio su rumbo. Tomo de un sorbo el contenido del vaso y cuando hubo acabado lo dejo en una de las mesas que se cruzaron en su camino. Sin mirar atrás y sin perder tiempo se escabullo entre la multitud de gente que se aglomeraba en la pista, hasta encontrar la salida. “Que mierda” sin mucho por hacer comenzó a caminar decidido a regresar por donde había venido.
Su recorrido fue lento y con un inmenso pesar, los pasos de alguien detrás de él lo aturdían. Sus pensamientos se vieron bloqueados por el constante palpitar que aturdía su mente. Al llegar a la entrada de su edificio se detuvo, su teléfono vibro en el bolsillo trasero de su pantalón, al sacarlo y prender la pantalla se encontró con un mensaje de texto de su amigo Kim SungKyu.
Veo que te has ido… ¿Por qué lo has hecho? ¿Con quién?”
Al poco tiempo recibió una llamada, las sonoras carcajadas hicieron que apartara el teléfono de su oreja.
.-Ehh~ MyungSoo- La voz borracha y estridente voz de WooHyun se escuchó por el auricular- ¿Ya te has arreglado con SungYeol? ¿Qué están haciendo ahora? Ehh… Ya lo sé…- MyungSoo pensó que el joven no estaban en sus mejores condiciones- Están en su mejor momento verdad… Agradécemelo luego…
Al poco tiempo la llamada finalizo con un estridente grito y un “Serás gilipollas” de parte de Kim SungKyu, supuso que el mayor había golpeado a su novio. Sin más que hacer abrió la puerta del edificio dispuesto a entrar y acabar con esa tediosa noche de una vez. Pero como sus últimas horas parecían no estar a su favor, o tal vez si quien sabe, las cálidas manos de SungYeol se posaron en su muñeca de un tirón lo volvió hacia él.
MyungSoo grito furioso- Mierda es que hoy en día uno no puede andar tranquilo. Suéltame quieres…
Empujo con su mano libre al mayor y al notar que no aflojaba su agarre, le dio un golpe con su pierna en su bajo vientre, al poco tiempo SungYeol lo soltó y chillo.
-Mierda MyungSoo…. ¿Qué demonios sucede contigo?
-No te me acerques… Quiero dormir ¿bien?
Giro sobre sus pies y abrió ligero y con furia la puerta del edificio, de no ser porque las puertas tenían cierto límite para abrirse, estaba más que seguro hubiera roto los cristales de esta. El recepcionista lo miro dubitativo e intrigado, MyungSoo le dedico una mirada de mala ostia y continúo.
Al llegar a su departamento, tal vez la culpa lo carcomió en su interior porque bien sabia debía hablar con su vecino y lo mejor sería aclarar cada duda, porque él quería volver a hablar con él y aunque fuera ser su amigo.


Al despertar, luego de unas largas y exitosas horas de sueño su humor cambio, ahora se paseaba por la sala con una botella de jugo en su mano, despacio se acercó al balcón donde hacía unos minutos había estado sentado, el libro aún permanecía en su lugar solo que ahora abierto, su celular a un lado de este. Se sentó en su antiguo lugar cerca de las barras de metal, su vista perdiéndose en la lejanía de la altura en la que se encontraba.
El sol brillaba con alegría, nubes blancas se paseaban por el cielo, por momentos ocultando la estrella, los pájaros piaban y sobrevolaban las estructuras, la brisa fresca movía las hojas de los árboles.
Flexiono sus piernas hasta su pecho y descanso su cabeza en ellas, arremolinado por el sentimiento de culpa e inestabilidad, cerro sus ojos, no sabía que pensar, que hacer.


Llevaba gran parte de su mañana caminando por las calles de la ciudad, inundado por los colores llamativos y vivos, una bolsa de plástico se extendía en sus manos, dentro llevaba algunas galletas y dos trozos de pastel.
Se detuvo delante de su edificio, suspiro y giro, dudoso se acercó al edificio de Kim, vacilante llamo por el intercomunicador al departamento del joven, los segundos transcurrieron antes de escuchar la voz del menor.
-“Hola”
-¿Puedo subir?
Sin más palabras dichas por el mayor, entro al edificio, subió intranquilo por el elevador pensando en que podría decir, que debía hacer. Cuando el elevador se detuvo y luego de caminar unos pocos, pero largos pasos, llego al departamento indicado. Sin siquiera golpear la puerta, esta se abrió. La luz proveniente de dentro llego a su rostro, empujo con su mano la estructura de madera e ingreso. Busco con su mirada al menor, se adentró a la sala y desde donde estaba de pie pudo ver al muchacho descansar sobre el frío piso del balcón. Silencioso sin hacer ruido, camino hasta él y se sentó a su lado.
Observando la perfección de su rostro, la tranquilidad y algún sentimiento que extrañaba lo lleno desde lo más profundo de su ser. Sonrío para sí mismo.
-Abecés creo… Soy demasiado idiota.- Dejo ir de sus labios.

Como cada día y desde el comienzo de la primavera, se dijo a si mismo que cambiaría su vida… Eso es lo que estaba tratando de hacer.

-Ya lo he notado- Un susurro inaudible y la sonrisa formada en los labios de ambos demostró que algo cambiaria.


No era de esperar que ambos volvieran a compartir tiempos juntos y que tal vez se volviera a experimentar cada sentimiento del pasado… Tal vez jamás dejaron de sentirlos.
Como cada día y desde que todo volvió a iniciar, sus mañanas se acompañaban de despertares sonrientes y brisas cálidas, con melodías pacíficas y cantares de aves molestas.
Camino por su habitación, dudoso y avergonzado, hasta llegar a su ventana. Como un niño pequeño, o como adolescente enamorada, con un brillo inconfundible en sus ojos corrió la cortina y miro hacia fuera. Al instante su mirada perdiéndose en el fino cuerpo que se paseaba en el departamento de frente, con una remera blanca cubriendo su torso, pero siendo demasiado grande para su cuerpo y dejando ver parte de sus hombros. Una sonrisa pícara se dibujó en su rostro.
Admitía que se arrepiente de no haber respondido en aquel momento a la pregunta que tanto anhelaba escuchar también asume ser un idiota porque ahora quiere volver el tiempo atrás y poder volver a oír aquellas palabras… Pero ahora el deberá ser quien diga aquello y en todo caso si la respuesta fuera negativa, el deberá afrontar en sufrimiento.


En ocasiones el clima simplemente parece adecuarse acorde la música, o los sentimientos que se viven...
La noche dedicaba una melodía de sonoros truenos y luces provocadas por los constantes relámpagos, desde las nubes grisáceas o amarronadas descendían constantes gotas frías, el viento soplaba con fuerzas...
En su cabeza resonaba la melodía deprimente de Everybody Hurts, descansaba en su habitación acompañado de su vecino.
-Sabes... siempre he querido pasar una noche bajo la lluvia- Murmuro de repente MyungSoo, tumbado en la cama de SungYeol.- Ya sabes empapar mi cuerpo hasta lo más profundo con las lágrimas del cielo.
SungYeol lo observo atento. Desde el primer día que conoció a aquel muchacho jamás lo escucho hablar de forma seria, pues simplemente su apariencia no regalaba una imagen seria, sino más bien amigable.
-No sé porque estoy diciendo esto, pero quiero decir... sería bueno poder disfrutar de una noche bajo la lluvia. ¿No lo crees?
El mayor solo asintió ante la pregunta del menor.


En algún momento de la noche MyungSoo cayó en los brazos de Morfeo, o más bien en los brazos de SungYeol, el mayor en el trascurso de los minutos se encontró observando con admiración el rostro del menor y sonriendo para sí mismo ante los constantes quejidos que este producía. Al poco tiempo él también se rindió...

La mañana siguiente, luego de despertar con un brazo sobre su cintura y el aliento cálido del más alto sobre su cuello, decidió que ya debía regresar a su hogar.
Al llegar a él lo único que pudo pensar fue en la noche anterior.

El tiempo continúo avanzando, el clima cambio nuevamente para comenzar un acalorado verano y más tarde en un torrencial y frio otoño.
Su balcón se vio teñido de colores artificiales, luces de muchos colores lo adornaban, además de un perfecto blanco que todo lo teñía, el interior de su hogar se revistió de adornos navideños y muchos regalos. Aquella noche buena tendría invitados.
La cena estaba lista y solo necesitaba preparar la mesa, y alistarse a sí mismo. Llevo las copas de cristal, platos de cerámica y utensilios de plata. Tendió el mantel blanco y luego acomodo la bajilla sobre la mesa. Coloco algunas rodajas de pan y por último la botella de champán. Sonrió complacido con su logro. Miro la hora del reloj y comprobó que se le hacía tarde, sus invitados no tardarían mucho en llegar.

Salió del baño con sus cabellos aun mojados, su pantalón mal acomodado y colocando su suéter blanco como mejor podía. El golpeteo insistente en la puerta solo indicaba una cosa, sus amigos habían llegado. Como pudo termino de ordenar su atuendo y seco con rapidez su cabello, sin peinarse corrió hasta la puerta a recibir a los seis muchachos que pasarían aquella noche con él.

-Buenas noches MyungSoo- SungKyu le tendió su regalo e ingreso al departamento, seguido de un WooHyun sonriente y alegre que ni se molestó en saludar.
-Buenas noches- Lee Howon saludo y la estridente carcajada de DongWoo lo acompaño.
-Merry Christmas hyung- SungJong lo abrazo y coloco un gorro de navidad en su cabello- Oh... Miren Santa Claus ha llegado.
Por ultimo SungYeol apareció con una sonrisa en su rostro- Hola MyungSoo...
No está de más decir que entre ambos se respiraba un poco de tensión e incomodad.
-Hola Yeol...

Durante el transcurso de la velada las bromas fueron y vinieron, las carcajadas opacaron la suave melodía, escogida con tiempo por MyungSoo, y el aburrimiento nunca llego. A la hora del brindis todos los muchachos se encontraron en el balcón respirando el frio invernal, llenando de ilusiones sus miradas y tiñendo sus mejillas de rojo.
-Feliz Navidad- El coro se dejó oír y los abrazos fluyeron entre todos.
Como un equipo de futbol, a la hora de salir al campo de juego, se reunieron en una ronda para así, quizá, regalarse un abrazo grupal.
Aun con copas en mano y con gran cantidad de champán en ellas, las extendieron en lo alto y chocaron unas con otras...
Al acabar su celebración y luego de abrir sus regalos, cada uno decidió que era hora de regresar a sus hogares o ir a saludar a su familia.

-Que tengas una buena noche MyungSoo.
Así acaba aquella noche...

...
...

Al siguiente día MyungSoo despertó acobijado por un par de brazos y envuelto por un aliento cálido en su cuerpo...
Sonrió con alegría al recordar de quien se trataba y aún más al poder rememorar por qué se encontraba allí.
"Al finalizar la velada y luego de que sus amigos se fueran, subió a su departamento. Ordeno la sala principal y lavo la bajilla.
Camino a través de la sala sin saber qué hacer, no estaba cansado y no quería dormir, pero no sabía qué hacer. Desfundo su guitarra y la llevo consigo al sofá, donde termino por tomar asiento. Canto algunas suaves melodías, hasta que recibió un mensaje. -Si aún no duermes me gustaría poder encontrarme contigo.-
Lo próximo que hizo fue responder el mensaje y abrir la puerta de entrada. Los pasos de alguien en el pasillo del edificio le indicaron que se aproximaba, dudoso y nervioso se encamino al balcón. La nieve le tiño su cabello de blanco. Respiro pausado al contacto de unas manos frías rodeando su cuerpo, más tarde sonrió como niño.
-Primero que nada, advierto que no soy nada bueno para decir algo como esto y espero no te decepciones con mis palabras- MyungSoo río-Pero quiero decirte que me gustas y que...llevo tiempo sintiendo como algo se arremolina en mi interior al mirarte. No preguntes porque no te lo he dicho antes porque ni yo mismo lo sé, pero lo que si he logrado saber, gracias al paso del tiempo y a todo lo que nos ha sucedido en los últimos años, es que me he enamorado de ti Kim MyungSoo. No pido que me aceptes y no me molestaría por el hecho de que me rechaces porque... yo te he rechazado antes y simplemente me lo merezco, pero quiero dejar en claro que me gustas y me gusta estar a tu lado.
-Ya he notado que no eres la mejor persona para expresar ningún tipo de sentimiento, pero es lo que eres.-SungYeol se carcajeo avergonzado.- Y si debo decir algo positivo a tus palabras es que.... me gustas Lee SungYeol, y me vale una mierda lo que sucedió antes...

...
...

Su historia no termino con una relación amorosa, porque no, claro que no, ninguno deseaba acabar en una relación cliché con un nombre. No ellos acabaron en lo inconcreto y lo más bello ante sus ojos. 

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Hola… Emm, no sé qué tal ha quedado esto, ni que les pareció. Fue un impulso escribirlo y comenzó con la idea de ser drabble, pero pronto descubrí que no podía hacer algo tan pequeño.
Espero poder recibir cualquier tipo de crítica que me ayude a mejorar mis próximos proyectos y que puedan darme su apoyo.

Muchas gracias a aquellos que leyeron.