martes, 22 de abril de 2014

El Trébol de la Luna. Cap 6


Capítulo 6

Ni si quiera podía llegar a decir que había llegado tarde. ¿Cuánto había sido la diferencia? Cinco minutos, tal vez 10, o más. Probablemente hasta que su madre le comento como algo casual y aun así como si fuese de importancia, que acababa de despedir al menor que tomaba nuevo rumbo hacia Busan, había transcurrido media hora, suficiente para ya no alcanzarlo. Se recrimino por no salir detrás de WooHyun, pero sencillamente tampoco podía llegar, ilusionar a su madre por sorpresiva visita, y largarse con apenas minutos de verla.

Su madre acento una taza de café delante de él. El líquido humeante, acoplándose al clima frio de fuera. Distinto, pero perfecto para lo que era esa tarde.  La mujer alboroto los cabellos del menor con una mano y tomo asiento al lado del muchacho.

-¿Piensas decirme, cual es el motivo real de tu visita Corea?- Pregunto con una apacible sonrisa en sus labios.

Min Ji bebió un sorbo de su te. No negaría que la presencia de su único hijo, en esa inmensa casa no le era sumamente, sino hasta, excesivamente agradable y complaciente para opacar un poco los silencios de recuerdos de tiempos atrás. Pero no creía que Sungkyu fuese de los que acostumbraban a dar sorpresas, y sin duda, la corazonada en su pecho de que su hijo tenía otros planes al llegar al país, era fervientemente palpitante, sobre todo al ver un atisbo, poco notable, pero en fin perceptible para ella, de desilusión, o tristeza en el muchacho.

-Vine a verte a ti, mamá.-Respondió, intentado plasmar un poco de credulidad en su rostro, sin embargo la mujer no se convenció.

-Pero solo has estado adentrado en tu ordenador, y ese libro.- Min Ji cerro el ordenador de Sungkyu, pese a que este le dirigió una mirada, no severa, pero de  advertencia a que no lo hiciese.

Sentado ambos delante del escritorio de la habitación de su hijo. La decoración perdurando desde la última vez en que el menor había estado en la casa. La cama tendida con el edredón azul que ella misma se había encargado de regalarle al joven cuando cumplió los 17 años, los posters de bandas de rock pegados en la pared celeste, incluso el guarda ropas de Sungkyu, aunque dentro no quedaba mucho, ya que viendo que el tiempo pasaba, Sungkyu crecía, se volvía un adulto, y las prendas de un adolecente quedaban en el olvido, termino por llevarlas a la fundación. La mujer bebió un sorbo de su té y luego dejo la taza sobre el escritorio, escrutando con sus ojos el rostro del menor.

-Sabes una cosa, SungKyu, cuando tú nos dijiste a mí y a tu padre de tu sexualidad, para mí no fue sorpresa. Quizás pude haberme mostrado impactada en el momento, o con el transcurso de los días, pero internamente, era algo que ya sabía, o suponía, solo que no quería aceptarlo y… Detente ahí, déjame terminar de hablar, luego puedes dar tus argumentos.- Dijo, imponiendo, aunque fuese raro, su autoridad ante su hijo, que comenzaba a confundirse sin saber a dónde quería llegar su madre.- Ya sabes, una madre, generalmente espera ver a sus hijos recibidos, trabajando, contrayendo matrimonio, creando su propia familia, y brindando nietos para malcriar a cada momento. Eso es lo que esperaba de ti, sin embargo algo me decía que las cosas no irían por ese camino, no contigo, mucho menos tal cual como te lo acabo de decir. Quien te viera no supondría jamás que te gustan los hombres, pero yo si lo supuse, sobre todo porque nunca comentabas nada acerca de si te atraía alguna chica del instituto. Lo sé no era motivo suficiente, pero lo intuí, más aun cuando demostraste ser más sensible, y comenzaste a alejarte de tus amistades. Y no me quiero  ir más lejos del tema; a lo que voy, es que no me engañas, sé que tu no estas aquí por mí, al menos no es el motivo principal, y no me molesta que sea así, pero...-tomo de una de las manos del muchacho, entre las suyas. Estaban un poco frías.- Sincérate conmigo.

La vacilación, la duda, y la incredulidad de que su madre fuese tan perceptible, lo dejaron anonadado. No podía formar palabras para responder, más aun, se encontraba en la encrucijada de contar o no, que Woohyun era el impulsador a viajar de un continente a otro. Incluso, llego a sentirse culpable de poner a su madre en segundo lugar, y que esta reaccionara tan bien, desmesuradamente compresible, cuando el debería ser el apoyo que la mujer necesitaba a causa de la ruptura del matrimonio, en el que él se atribuía toda la culpa. Tampoco es que podía dar tanto merodeo; ya habían pasado un día y medio, y en secreto ya tenía el pasaje a Busan para la mañana siguiente. Hoy en día Internet más una tarjeta de crédito o débito y, casi tenías todo servido a los pies y al instante.

La taza de porcelana blanca seguía humeando a un lado de su laptop. SungKyu miro ese vapor que se disipaba en cuanto más alto ascendía. No hubo sonido escapando de sus labios, solo la respiración parsimoniosa. Su madre a un lado atenta y paciente por una respuesta.

-Estoy aquí por WooHyun, Mamá-Dijo sin titubear y, firme de lo que quería.

 Y ahora había algo más que agregar y, que a Kim SungKyu le daba la seguridad de que iba por ver buen camino; ver ese dije en forma de trébol, colgando de la cadena en el cuello de su madre y, que recuerda bien que el menor compro en el día en que por primera vez se vieron.


La tarde le sabia fría. Los últimos rayos de luz natural del día ingresaron por la ventana de cada habitación, alumbrando nítidamente cada rincón. Un vacío funesto que atosigaba a su mente con ideas que el necesitaba eliminar. Alejado de todo. Comenzando de cero. Eso pensó. Le acudió la nostalgia de recuerdos de su niñez, la extrañeza de estar en un lugar desconocido, de sentir que hubo un cambio, pero que aún permanecía de pie sin moverse.

Woohyun apoyo sus manos sobre el lado posterior de la biblioteca, ejerció fuerza sobre la madera, mientras sus pies cubiertos por los calcetines negros, pisaban con dureza sobre el parque del suelo. Una habitación, el cuarto de baño, la cocina y, una sala de estar medianamente grande, que en ese instante se estaba ocupando en transformarla en lugar de trabajo. Una pequeña oficina. La paredes pintada de un color durazno claro y el parque del piso de un marrón oscuro y opaco.  El cuarto piso de un edificio del centro de Busan. Un apartamento sencillo y, suficiente para sí mismo.

Dejo de empujar un momento y seco, con el dorso de su mano, la gota de sudor que había segregado la piel de su frente, a causa del esfuerzo. Nam recorrió el espacio de la sala con sus ojos y aspiro una bocanada de aire. Los muebles no estaban acomodados. Si bien al rentar la vivienda, está ya venía amoblada y en orden, el suplicio y la aflicción, que no menguaban, se tornaban como una amenaza a volverse real y, lastimar en carne propia. Por ende, buscaba la manera de mantenerse ocupado, de erradicar esos pensamientos furtivos, que carcomían su nueva tranquilidad.

¿Qué es lo que sucedía? ¿No es que ya dejaba todo atrás y ahora, si, comenzaba una nueva vida? ¿Había alguien que pudiera aparecer y comenzar a atormentarlo una vez más? No tenía calma. Esa era la verdad. No la tendría porque no podía olvidar. Porque es asimilar que ahora, ya no solo eran palabras, que es un hecho de que ha quedado solo y sin nada a que aferrarse, si quiera las esperanzas. De que el niño pequeño, de un pasado, jugando en medio del patio trasero de la casa, cayendo sobre el pastizal, raspando sus rodillas, lloriqueando por el dolor y escozor del golpe, y tranquilizándose ante las caricias de su madre sobre la piel lastimada, sirviendo como la mejor cura, ya no existía más. Pertenece al pasado. El niño se volvió adulto, la caricia se convirtió en bofetada,  las palabras de "Estarás bien cariño" se esfumaron, solo para dar lugar a unas de desprecio. Y el amor de una familia, rompiéndose como un espejo, en mil pedazos.

<<Solo>> Se escuchaba como eco dentro de su cabeza. Pero ¿No era eso lo que buscaba? ¿Apartarse de lo que hasta entonces había hecho de él y de su vida un suplicio? WooHyun abandono la sala de estar, dejando para después la tarea de reorganizar los muebles del lugar. Cruzo el pasillo que daba a la cocina, hasta llegar al final de este y abrir la puerta blanca. Su habitación lo recibió, con las dos maletas, aun armadas, sobre la cama de dos plazas, tendida con el edredón de rayas verticales gris y negro. Las mesitas de noche de roble a cada lado de la cama, cada una con un velador de aspecto bastante moderno. Se deslizo por el interior del cuarto, hasta llegar donde se encontraba el perchero adherido a la pared. Retiro su bolso de trabajo, que colgaba en uno de los ganchitos de madera, y comenzó a buscar, casi con desespero, en los pequeños bolsillos.

Las yemas de sus dedos rozaron con el frio metal de algo que aguardaba en el fondo de la bolsa. Sin pensarlo lo tomo en su mano y, lo extrajo con avidez. E l mundo pareció ralentizar a su alrededor. El sonido de las agujas del reloj, proveniente de la cocina, parecía  haberse detenido. No escuchaba el tic tac por marcar cada segundo que transcurría. Solo era consciente de la pesadez de su respiración y, de ese repentino ardor en su palma. Woohyun abrió su mano.

<<Una sola vez... Solo una>> Pensó al contemplar con ojos perdido la pequeña hoja de afeitar, y el fino hilillo carmín que comenzaba a hacer presencia sobre la piel de su palma. <<Sabes que lo necesitas. Sabes que debes descargar es cumulo de emociones encerradas, o estallaras>> ¿Esa era la manera? ¿Realmente debería? El silencio lo hundió en lo más profundo de sus entrañas. Lo sumergió en la letal oscuridad de la soledad, allí donde ya no encuentras sentido a nada, donde la vida puede resultar tan insignificante como que se rompa un vaso de cristal, pero que resulta tan irrelevante ya que posees más del mismo.

Su mano se cernió con fuerza en la hoja de afeitar, sintiendo el filo de los laterales rasgar con intensidad su piel. Hecho su cabeza hacia atrás y, mordiendo su labio inferior, para soportar el dolor, hizo acopio de sus nervios y desesperación, y apretó aún más.

Y en ese momento fue capaz de apreciar con tristeza del error que había cometido en irse de Seúl. Porque ahora no había nadie a su alcance, no había nadie medianamente cerca, que lo pudiera socorrer si la locura que pasaba por su mente lo superaba y, él se decantara por, incluso, menospreciar su vida, más de lo que lo había hecho hasta entonces.

WooHyun sintió que una vez más retrocedía miles de pasos hacia atrás y, que sus pies tocaban el borde de un acantilado, y presenciaba, en su imaginación, su cuerpo cayendo a un abismo sin fin.





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Hiiii ... Eh regresado ... Cuantas con ganas de matarme, Aparte de yo misma? Jajajaja XD


Pido disculpa por desaparecer... La verdad no tengo excusas, solo la falta de inspiracion y falta de tiempo... Jajaja Eso se nota, ya que el cap me salio hiper corto. Por mas que intente no me queda largo. Peor aun es que si los calculos no me fallan, y las ideas, solo quedan cuatro cap para que llegue el final de esta historia, con epilogo inclusive... Ashh, es que tampoco puedo darle tanta vuelta a esto no??? 

 Bueno no se que mas decir, a sí... Que e puesto musica en el blog. Si no les gusta avisen, ya que solo lo estoy probando... jejeje Lo elimino jaja aunque internamente lamentaria eliminar a Nell. Casi me eh vuelto fan de esta banda... Les comparto el nuevo tema... lo ame. Sus canciones siempre me llegan. Y hace poco que he comenzado a escucharlos...






Genial, verdad?? Es distinto, creo que se aleja del k-pop comercial, sin animos de ofender. Yahh no me hagan caso. Disfruten de la cancion.

Bueno no digo mas nada... Espero que el cap gustase... Siento por lo corto que es...


Bueno se cuidan...

 P/D: Aun no eh terminado el cap de Culpa de una Fujoshi, se ha vuelto eternamente largo... pero queda poco. Si no me surge nada de nada en los proximos dias, para el fin de semana estare actualizando.

P/D: WOOGYU ES REAL!!! de verdad, estoy segura jajaja