Capítulo 5
Jamás había
llegado a considerarse una persona adicta al trabajo, que tras un minuto de
estar desocupado, buscase algo más que hacer para entretenerse, sin embargo, y más
por obligación, se encontraba ante su
laptop, y un libro escrito en inglés sobre el regazo de sus piernas, Traducir
cada palabra al idioma Irlandés, tomaba su tiempo, generalmente. Pero esta vez había
prometido tener listo el segundo tomo de esa saga, en cinco días.
Extra-limitado. ¿Quién podría ser tan
audaz y ágil de terminar un libro de poco más de 300 páginas, en menos de una
semana? No lo sabía, pero el podría ser
el primero. Aunque no tenía idea alguna de cómo hacer, cuando su cabeza solo se permitía pensar en una
persona, y en su propio libro. Quien diría que ser escritor, era consumidor de
tu vida. Tal vez no en toda la totalidad de la frase, pero a veces uno
terminaba encerrado en un mundo de ideas ajenas de la realidad, un mundo
inventado, tantas horas que perdía contacto con el resto de lo que lo rodeaba
solo por no perder esa chispa de inspiración que se genera. Pero aún más, es
que esa chispa podía llegar en cual momento del día.
Sungkyu
miro hacia el pasillo que había entre medio de los asientos del avión. La
azafata con el típico traje azul, compuesto por la pollera y el chaleco del
mismo color, salvo por la camisa blanca de mangas largas que se encontraba
debajo del chaleco., se acercaba con un pequeño carrito a ruedas, con aperitivos para quien lo desease. La
observo unos micro segundos, luego regreso la vista a la pantalla de su
ordenador. No tenía ganas de seguir escribiendo, tipiar letra por letra. Debía
concentrarse, más bien, en qué hacer cuando al fin estuviera delante de Woohyun
¿Qué haría? ¿Qué le diría? y ¿Cómo hacer para volver a estar juntos? De por si
el menor se había marchado de su vida, con intenciones o la suposición de no
volverse a ver jamás. Quizás Nam no había
tenido en cuenta lo que sin querer género en él. Ese sentimiento de necesidad,
de ver ese rostro cada amanecer como lo
hicieron en Doolin...
<<Simplemente
perfecto>>
Su madre no
era consciente de que iba a camino a Corea, nadie salvo sus amigos de la
editorial, que junto a él, tuvieron que exigir demasiado para que se le otorgasen
esos escasos días. Esperaba siete, pero su jefe no accedió a "tanto".
Solo a cinco y con la condición de tener ese libro completamente traducido,
hasta los agradecimientos del autor. Cerró la laptop, y luego hizo lo mismo con
el libro dejándolo arriba del ordenador que reposaba sobre ese intento de mesa.
Sus ojos viraron hacia un lado, donde se encontraba la ventanilla. El cielo comenzaba a tomar
un color anaranjado entre mezclándose con el blanco esponjoso de las
nubes. Algunos rayos del sol intentando
subsistir en el firmamento, pero la luna venia asomando sobre el este, con
calma pero igual acechante. Faltaba
poco, y suponía que llegaría a Seúl cerca de las ocho de la noche.
Min Ji
comento, que Woohyun sola quedarse hasta las 11 pm, suficiente tiempo para
descender del avión y correr en busca de un taxi para que lo llevase hasta la
fundación, antes de que el menor se marchase a su hogar. Claro que también existía
el riesgo de que o no se encontrarse, o bien, no se tratase de "su" Nam Woohyun. Si, incluso
se había mentalizado en que podía llegar a suceder aquello último. ¿Qué pasaba
si era así?
-Seguiré
buscando- murmuro anhelante, para sí mismo.
Así era. Su
paso por corea no sería en vano. Estaría con su madre, pero la idea siempre
seria encontrar al joven. Si tenía que dejar su trabajo como un pendiente para después
lo haría, y si debía amanecer ante el ordenador, transcribiendo esa historia
locamente exagerada de amor entre vampiros y humanos, lo haría, pero no se marcharía del país hasta que no encontrase a
Woohyun, y le diera la posibilidad de expresar sus sentimientos. Incluso de
dejar sus propios escritos en manos del
menor, y que el decidiese hacer con ese documento, de pura sinceridad, que
reflejaba cada emoción vivida desde que lo conoció, lo que le viniese en ganas.
Sungkyu transcurrió
esa larga hora, meditando e imaginando, con los nervios a flor de piel. Casi
percibiendo a través del cristal, el futuro encuentro, si es que se daba.
Rememorando recuerdos y sensaciones, de los labios de Nam sobre los suyos,
hasta el momento en que lo hicieron, en que se volvieron uno y en que se encontró
perdido en un limbo llamado Woohyun.
Desorientado
en sus pensamientos, no capto que el ocaso había desaparecido completamente, y
que ahora se avistaba una enorme y platinada luna rodeada de estrellas, hasta
que la voz elegante de una mujer se escuchó por el alta voz de la primera sala.
-Señores pasajeros, le recomendamos abrocharse los
cinturones. Estamos por descender a nuestro destino...
Escucho el
nombre del aeropuerto internacional, un par de indicaciones más, y se finalizó
el comunicado. El barullo de los pasajeros se alzó en el aire. Sus manos
viajaron solas en busca del cinturón, sin una orden impuesta por parte de él, y
su mente no podía más que cavilar un torrente de imágenes, sin si quiera poder
controlar el paso acelerado de su corazón.
...
...
-Esto no
puede seguir así. Debes tomar medidas acerca de lo que te sucede.
-¿A qué te
refieres? ¿Qué medidas? Si a mí no me sucede nada.
-¡Tienes
que ver un psiquiatra, carajo!
Woohyun frunció
el entre cejo. Vacilante ante si contestar o no, con el coraje creciente de que
lo tratasen como si fuese un loco. Los
tres en medio de la sala de la casa. Su padre a una lado de la chimenea con sus
brazos cruzados, la mirada impaciente, e imperturbable. Su madre, diferente a
ellos que estaban de pie, permanecía en el sofá con sus piernas una encima de
la otra, callada, pero manteniendo el miso rictus que su padre.
Era solo
para eso que lo había hecho ingresar con tanta urgencia. Para humillarlo una
vez más y tratarlo como si padeciese una enfermedad mental. Apretó sus puños con fuerza, a los costados
de su cuerpo. Hiriente, y ellos lo sabían, de tal modo que Woohyun sabía que no
se iban a detener.
-¿Que no te
das cuenta, Woohyun? ¿Que lo que tienes es una enfermedad? ¿Que debes ser
tratado de alguna manera hasta que "eso" se te quite?
-¿Eso?- La ironía
comenzaba a marcar presencia en sus palabras, y su rostro ya no hallaba maneras
de contener la impotencia y la indignación, que sentía en aquel momento.- ¿Que
es "eso" papá? Dímelo ¿Cuál es la enfermedad que tengo y que yo aún
no me he enterado?
La piel
blanca de quien fuese el jefe de familia, se tornó carmín, encolerizado a causa
de la actitud de su hijo, de que su propia descendencia fuese una perversión,
una degeneración o malformación de la naturaleza. Eso no podía ser su hijo.
- ¡Que eres
un andrógeno asexuado! ¡Sufres de esa cosa, de homosexualidad! ¡¿Cómo puede ser
que te atraigan los hombres?! ¡¿Cómo mierda es posible que te atraiga alguien
de tu mismo sexo?!
-Demonios...
¿Otra vez con esto? ¿Qué pretendes? ¿Qué es lo que quieres? ¿Que viva la vida
entera bajo tus prejuicios? ¿Echándome culpas porque no fui lo que tú
esperaste? ¿Qué es lo que quieren? ¿Quieren que caiga a un poso depresivo, para
que estén felices de que opto a la homosexualidad como algo está mal, que estoy
mal? ¡¿Ah?!
Y ahora
hasta su pulso y respiración desataban
una batalla que él no podía dominar. Sus manos ejerciendo cada vez más presión
en esos puños, al punto que sus nudillos empalidecían por la fuerza impuesta,
tratando de mitigar ese temblor repentino de sus dedos.
-¡Contesten,
carajo!-Grito salido de sus cabales.
-¡Woohyun!-
Y esta vez en alzar la voz fue su madre, poniéndose de pies de un salto, y
moviendo sus manos abiertas, exasperada y tratando de hacer entender algo, que
para el joven le parecía puramente ignorancia.- Estas enfermo, entiéndelo.
Estas mal hijo. Es insano, es perjudicial lo que padeces. Necesitas ver un
especialista. Debes curarte. Hazlo por tu familia.- El tono a suplica, lo quebró.
-¿Que
dices, mujer?- y ya no era su madre.- ¿A qué llamas familia? ¿A esto? ¿Hace cuánto
que no me hablan? ¡Dilo! Hace un año que les dije que era homosexual, un
enfermo, anti-natural, un andrógeno como me llaman, como tú me llamas
papá.-Señalo al hombre. Los gritos de Woohyun fueron entre lastimeros y
cubiertos por la perplejidad del fastidio. Ya había guardado silencio por mucho
tiempo, ya se había dejado mancillar ante palabras e insultos de miles
<<No más... No más>>- Luego de que me repudiaron, y me hicieron
bajar la cabeza avergonzándome de mi mismo, no me dirigieron la palabra ni una
vez, ni una. ¡¿De qué familia me hablas?!
-¡Calla
mocoso insolente!- Su padre se acercó con grandes zancadas, y una mano en alto,
atentando con golpear sobre la mejilla del menor.
-¡Pégame
papá, pégame!-Se pegó a sí mismo, en su
pecho, con fuerte golpes de su puño- ¿Te crees que porque soy gay no me puedo
defender? ¿Crees que me callare y me ocultare como mujer golpeada? Soy
homosexual, no un estúpido, no un cobarde. Y no pretendan que ahora guarde
silencio, porque estoy cansado. No me ven la cara en todo el día, no los molesto. Prácticamente
es como si no estuviese aquí...
-¡Pero lo
estas! Estas aquí, y tu presencia se siente... y si.- Su madre camino con
ligereza hacia a él-¡Si molestas!- El rostro de Woohyun se movió apenas un poco
ante la inesperada bofetada por parte de la mujer pequeña delante de él.-
Maldito degenerado. Tú no puedes haber salido de mí.
Sus labios
se encargaron de dibujar una sonrisa sínica, mientras una de sus manos se
posaba sobre su mejilla enrojecida. Dio media vuelta, encaminándose hacia las
escaleras, cargando aun el bolso de la universidad, donde también guardaba la
ropa del trabajo. Con el esfuerzo desmedido de no mostrar debilidad ante
aquellos sujetos.
-Disculpen-Dijo
con un pie sobre el primer escalón.-Debo buscar unas cosas arriba y largarme de aquí.
Y esta vez
no se detuvo, ascendió rápido por las escaleras, encerrándose en su cuarto, con
un portazo, que retumbo en toda la casa, y media horas después otro portazo
pero esta vez fue de la puerta de salida a la calle.
La mujer y
el hombre, corrieron un poco la cortina borravino gruesa de la ventana de la
sala, y captaron la imagen de quien había sido su hijo hasta ese día. Con dos
maletas a sus costados, sostenidas por sus manos y el bolso de siempre, cruzado
sobre su torso, se lo vio caminando con firmeza hasta el final de la cuadra, y
desapareciendo a la vista de sus padres, luego de doblar en la esquina, hacia
la derecha.
...
...
Min Ji
observo el pequeño dije que colgaba de la cadena de plata. Un tallo pequeño
plateado. Cuatro hojas de esmeralda en forma de corazón que se desplegaban del centro
circular del mismo color. <<Un trébol de cuatro hojas>> Lo
sostuvo y admiro un tiempo más, luego lo
regreso al interior de la cajita de terciopelo azul, y la cerro.
-¿Estás
seguro?- Pregunto al levantar la vista, y enfocar sentado al otro lado de su
escritorio, al muchacho de cabellos castaño oscuro.
-Si.- Respondió
sin vacilación, y ella noto la seguridad en el menor.
-Entonces está
todo dicho, Woohyun. Te iras.
Seis días había
transcurrido desde que había dejado su casa. Desde el momento en que vio que ya
no pertenecía a aquél lugar, ni ese intento de familia. Cuando tomo la decisión
que nadie más le haría bajar la cabeza como si se tratase de poca cosa. No mentiría.
Cada palabra dicha por sus padres había dolido, hasta corromper la minúscula calidez
que resguardaba dentro de él. Se había revelado, pero no diría que gano. No
cuando ha sido él, el que se tuvo que atenerse a los cambios, y dejar todo un
pasado atrás, como si nunca existiese. No eran solo sus progenitores, era toda
una vida.
Esa misma
noche en que se fue, busco la habitación de un hotel para quedarse, y hasta ese
día había estado hospedando ahí. Ajetreando su rutina hasta no dar abasto.
Intentando no sucumbir ante las lágrimas que se burlaban de él y jugaban a caer
sin que lo percibiese. Fue estudiar, y presentar exámenes. Sus últimos exámenes, rendidos con éxito.
Buscando un nuevo lugar en donde vivir cuando se mudase de ciudad. En el
hospital público, pidiendo al director que llenase la carta de recomendación
para presentar en una clínica privada de Busan, trabajo que, para su suerte, consiguió,
sin mayores problemas. Y ahora quedaba, a una semana, la ceremonia de
graduación, a la cual no sabía si asistir. Tal vez no, no había nada para
festejar, tampoco con quien compartir su logro. Estaba solo.
Y por último,
y como sabrán por serlo no significa el menos importante, despedirse de quienes
lo acogieron sin restricciones, sin prejuicios, ni discriminación de por medio.
Irse de la fundación era lo que más le costaba. Alejarse del único lugar que le
abrió las puertas sin preámbulos, de los pequeños, con su inocencia y la
muestra exagerada de cariño, no solo hacia él, sino a todo el entorno que los
rodeaba. Aún más le resultaba despedirse de Min Ji. Su acercamiento podría
hacer de hace poco, pero le dio el cariño y las fuerzas que su madre no le dio.
La mujer había ocupado un lugar prominente sobre el terreno de su corazón, un
lugar que le servía como bálsamo de disgustos tal cual lo había echo Sungkyu
tiempo atrás.
Woohyun le
dedico una dulce sonrisa a la mayor, y comenzó a moverse sobre su silla para
ponerse de pie.
-Es hora de
irme...-Murmuro- El micro sale en 45 minutos.
-¿Quieres
que te alcance? No tengo problemas en hacerlo.
-No,
gracias. Hay un taxi esperando por afuera.
Min Ji
acompaño al muchacho hasta la entrada del edificio. Caminaron con lentitud,
como queriendo que ese momento se alargarse un poco más, pero el trecho desde
su oficina hasta la salida eran de apenas unos siete metros. La noche fría,
como últimamente acostumbraba, el reloj de su muñeca marcando las diez y
treinta minutos.
Woohyun que
estaba unos pasos más adelante que ella, retrocedió y volteo a verla. Sus
brazos se extendieron de lado a lado, y sin permiso la envolvió en ellos. Él la
abrazo con tanta fuerza y afecto, que Min Ji por algún motivo casi pierde el
hilo de sus emociones, queriendo llorar a mares.
-Gracias
por todo, señora Min Ji.
Un susurro
casi apagado debido a que los cabellos de la mayor se interponían en su boca,
al igual que la capucha que llevaba puesta la mujer.
Ella correspondió
ese abrazo, acariciando con ambas manos la espalda cubierta, por el grueso saco
que vestía Woohyun. El momento le trajo de recuerdo su despedida con su hijo,
cuando se marchó de Irlanda, para regresar al lado de su marido.
-No tienes
nada que agradecer, Woohyun. Espero que esto no sea una despedida, y que pueda
verte prontamente.
Palabras más,
de consuelo, apoyo, ánimos, y de promesas futuras que se hacían uno al otro,
hasta que el chofer del taxi llamo la atención, haciendo sonar el claxon del vehículo.
Un beso en la frente de la mujer por parte de Nam, y luego ingreso al interior
del auto amarillo, con pintas negras, agitando su mano a través de la
ventanilla, mientras el conductor ponía en marcha ese rodado.
Min Ji
quedo sola bajo una luna llena, divagando en sus pensamientos, de que alguien
importante se alejaba de su vida, de la injusticia de la sociedad, y la
tristeza impertinente que sentía por Woohyun, por verlo tan solo, y aun así
aunando fuerzas de quien sabe dónde, quizás de ese amor que el muchacho no quería
declarar o dar a conocer, o de que tal vez se visualizó en un futuro mejor para
él.
La mujer perdió
de vista al taxi. Un fresco se coló por la abertura de su campera apenas
cerrada, y se dijo así misma que era mejor entrar, y beber una taza de café
caliente. Finalizar con sus tareas por ese día y regresar a la soledad de su
hogar, donde nadie esperaba por ella. Era una lástima que la relación con su
esposo se marchitase luego de tantos años
<<Cosas que suceden>> Comenzaba abrir la puerta de la
fundación cuando sus ojos captaron otro vehículo,
igual al que recién se acababa de
marchar, acercarse hasta donde ella se encontraba. El taxi se estaciono,
delante del edifico, y Min Ji observo el número
de serie registrado en la parte baja, cerca de la cajuela. No, no era el
mismo en que se fue Woohyun. ¿Quién era entonces?
La puerta
trasera del vehículo se abrió despaciosamente. Primero descendió un pie, luego
la cabeza de cabellos castaños, asomándose a la luz de las farolas que
alumbraban la calle, y así hasta que todo el cuerpo quedo a la vista.
El corazón
de Min Ji dio un brinco, y su boca no pude más que soltar un gritillo de
sorpresa y alegría.
-¡Sungkyu,
Hijo!
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Aquí le traigo otro motivo para que me maten... el final del cap. Estoy en mi faceta de "se mala haz sufrir a todos los personajes" jajaja
Bueno no se que comentar, dado que ya escribi mucho en culpa de una Fujoshi. Tal vez les comento que sali el sabado pasado. Una salida planeada por mis dos amigas, que invitaron tres chicos. Me salvo la noche la peli que vimos, que si no fuese por el final cursi le pondria un ocho XD jajaja Pompeii, se las recomiendo para que se rían un rato, aunque no es de comedia ni cerca, pero yo me reí, por lo evidente de todo, no se, predecible, y cosas que solo puede pasar en una pelicula... Luego queria matar a varios. Hablaron de la homosexualidad, y de feos, gordos, flacos y petisos. Quiere que les sea sincera, creo que se ven en el espejo y se concideran mas perfectos que Dios. Luego me piudieron que para la proxima salida fueramos a una disco... Perfecto si eso quieren, los llevare a todos a un Club Gay, para que tengan. XD jajaja Mientras que yo ja!!! Uhhhh Yaoi, Wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!! Si ya les parezco rara, no me quiero imaginar cuando me vean volteando sangre por dos chicos besandose aqsdfrtgyhjuk jajaja morire de la risa.
Bueno es un desastre lo que digo, eso es lo unico que sucedio de interesante. A que tanto pedir por lluvia a causa del calor, parece que se me adelanto el otoño. Llueve una cantidad y hace frio jajaja Genial hacia falta, yo amo este clima.
Bueno espero comentarios y gracias por leer.
Nos estamos leyendo.
Bye